Me hubiera gustado ver el
semblante de los rectores al asegurar que uno de los problemas más serios de la
universidad es la baja formación del profesorado. ¿Lo dijeron sin ruborizarse?
¿Y su responsabilidad? ¿O es que ellos, en esto, tampoco ni pinchan ni
cortan...? «Ojiplática» me quedo al ver que para los «magníficos» el principal
problema pasa por el currículum de los profesores y no por las altas tasas de
la matrícula o la reducción de las becas, que han echado a cientos de jóvenes
de esta universidad. Porque, ¿saben que la UA es una de las universidades
españolas con mayor índice de precariedad del profesorado? Tenerlos en el
alambre, pese a que acrediten méritos de sobra, forma parte de la política en
el campus alicantino. Palomar y compañía pusieron ayer el foco en los
catedráticos, pero deberíamos bajar a la tierra, donde se batalla día a día
para ofrecer la mejor formación a los universitarios. Allí, con contratos
indignos, bregan demasiados profesores altamente cualificados que intentan
hacer su trabajo con profesionalidad, a pesar de una precariedad anquilosada.
Señores, esto es la universidad. Un frente de batalla donde los méritos conviven
con amiguismos, favores y silencios. Ya podrían muchos dejar de utilizar el
dedo índice de marras: ni para poner en práctica la extendida «dedocracia » ni
para señalar a los abnegados y en ocasiones vilipendiados profesores. Y valga
como consejo: menos fiestas tradicionales y más trabajar por la excelencia de
nuestra universidad.
*Opinión publicada en Información el 8 de noviembre de 2014.