30 de diciembre de 2010

En 2011, despejará


Apenas pasan cinco minutos de la siete de la mañana cuando el tren Alvia con destino Madrid inicia su trayecto desde la estación de Alicante. En tierra dejo un 2010 que empezó vestido de ilusión y que está a punto de concluir arropado por un halo de pesimismo algo injustificado, pero tan real como que el ídolo caído de Drenthe acabará por militarizar las oficinas del Hércules.

Enero pasó volando, con la vista puesta en el viaje fin de carrera, que nos llevaría en plenos Carnavales hasta Amsterdam y París. Un recorrido inolvidable, que me permitió conocer dos ciudades a las que sin duda volveré, inundadas de recovecos, ahora convertidos en imágenes que perdurarán en mi recuerdo tanto tiempo como precien mis facultades mentales.

El arranque del año, además, me dio la oportunidad de regresar a la redacción, casi, de lunes a domingo, vivir así el día a día en el periódico. Un periplo por varias secciones, desde Nacional, pasando por Extras con visitas puntuales a Cierre, que se prolongó hasta junio, otra fecha imborrable. Y no, no me refiero al ansiado (y polémico) ascenso del Hércules a Primera División que, a la postre, me ha permitido mantener viva la esperanza de vivir del oficio que me llevó a dar un giro de 180 grados a mi vida, allá en el verano de 2005, cuando pasé página, dejé la Ingeniería de Telecomunicación que tenía ocupado mi futuro. Un pasado que se hizo presente esta semana, cuando leyendo un óbito de Luis Mariñas descubrí que el recientemente fallecido periodista también estudió ‘Teleco’ en sus años jóvenes. Lo reconozco, se me dibujó una sonrisa.

Decía que a escasos días de alcanzar al ecuador del año, llegó la fecha clave de este 2010. El acto de graduación. No obstante, esa experiencia no se limitó a un día en el calendario, sino que se gestó desde semanas atrás. Desde los tira y aflojas con la Universidad para conseguir una graduación sin intrusos de otras carreras hasta la grabación del lipdub, que hizo Atzavares, si cabe, más nuestro por unas horas durante aquella divertida tarde.

Las emociones se sucedieron durante toda la jornada, que, eso sí, arrancó en el aula habitual con un nada convencional examen... Pasado el trago, llegó lo bueno. A primera hora de la tarde estábamos citados en el Aula Magna, y ahí acudimos puntuales y tan arreglados que reconocernos no era cuestión baladí. Alguna baja en la grada me distrajo el pensamiento unos momentos, pero los presentes se bastaron para hacer que los ausentes solo ocuparan lo suficiente, y siempre necesario, mi atención. Protocolo y más protocolo, una pletórica Rosa María Calaf escoltada por un orgulloso José Alberto, el discurso próximo de José Luis y fotos, muchas fotos. Demasiadas para los alérgicos al flash. Más tarde llegó la cena en el Parque Municipal, en una noche que dejó una huella difícil de borrar.

Así, el 18 de junio se quedó marcado a fuego en la I Promoción de Periodismo de la UMH. Un fuego que se me hizo más intenso apenas unas horas después de abrir los ojos un resacoso 19 de junio. Ese sábado, en pleno arranque de Hogueras, me tocaba jornada de asueto. Mi propósito inicial era recuperar fuerzas para encarar con garantías el grueso de las fiestas, pero nada fue según lo previsto. La libranza pasó a mejor gloria, las Hogueras y el ‘cantado’ ascenso del Hércules me reclamaban por la redacción. En un primer momento, lo reconozco, no acepté de buen grado la improvisación que manifestó esa llamada desde un despacho, apresurada, el mediodía del viernes… pero esa misma llamada me permitió, treinta horas después, una de esas licencias que nos regala la vida a aquéllos que intentamos hacer de la información nuestra vida. No pude estar en Irún, pero no importó. A bordo de un autobús descapotable aparecimos, precediendo a los protagonistas del ascenso, en una Plaza de Luceros cuya panorámica erizaba la piel. Miles de personas reunidas en torno al monumento más emblemático de Alicante, gozando con el regreso a la élite del equipo de la ciudad. La noche concluyó con el tradicional baño en una fuente que parecía manar agua bendita, ya que nadie quiso evitar acabar remojado, y todo intercalado con gestos de complicidad con aquellas personas que tanto invirtieron (y no sólo dinero) para devolver a Alicante a ese lugar del que nunca debió abandonar. Luego, el verano se hizo largo. Pero de esa anécdota, que ya se considera delito y que tanto dio que hablar, ya nadie se acuerda.

En julio, tras el ascenso, recalé en Deportes. Volvía a ‘casa’ tres años después de aquel dos del siete, en el que desembarqué en la sección más personal del periódico, entonces con la vitola de becaria. Ahora, sin parapeto. Volvía también a compartir jornadas interminables (y siempre marcadas por el buen ambiente) con esos compañeros que tan bien me trataron cuando daba mis primeros pasos por la redacción. Los de entonces los recuerdo temerosos, ahora los percibo melancólicos.

Sin motivo aparente, aunque el sentir general y ciertas realidades mediáticas debe pesar en el ánimo, un año para el recuerdo languidece entre propósitos de enmienda y en plena búsqueda de nuevos alicientes. Sin embargo, la contradicción es, ahora, dueña de mis titubeantes zancadas. A la vez que rastreo oportunidades que me devuelvan la sonrisa rechazo una oferta, sorprendente y agradecida, que recibí hace unos diez días. Llegó firmada por uno de mis (pocos) referentes en esto de contar a los demás lo que sucede a diario en este complejo mundo. Se me invitaba a recoger con ‘carácter blog’ pero en ‘formato papel’ los guirigáis que se generan en torno al mundo del fútbol nacional. Lo pensé, y mucho. Dije ‘no’. Ahora lo vuelvo a pensar. Y no saco nada en claro.

Esa nostalgia de un futuro prometedor me llevó el otro día a volver a un clásico que nunca falla, que nunca deja indiferente pese a sumar ya su enésima escucha. El maestro Frank Sinatra nos dejó un recurso para mirar hacia delante con energía cuando la vista parece nublarse. Dice en su legado más legendario que su final ya está cerca, tras vivir una vida completa, viajar por cada una de las carreteras. Sin remordimientos, asegura haber hecho lo debido, sin excepción, trazando cada plan sin temor a enfrentarse a los contratiempos. Reconoce haber mordido más de lo que podía masticar, haber amado, reído y llorado, ganado y perdido. Resalta haber sido él mismo a lo largo de su vida, de no arrodillar sus palabras ante nadie… Y siempre a su manera.

Así, a su manera viven aquéllos que avanzan en paz. También lo hace Drenthe, especialista en reír. Bueno, en su caso, es capaz incluso de reírse de los demás, de todos. Con un único responsable, el Hércules, cómplice de las aventuras del holandés desde su llegada a Alicante, también debe asumir parte de esa culpa. Si cuando la Policía le cazó a las tantas de la madrugada mientras triplicaba la velocidad permitida en el casco urbano, el club hubiera sancionado de manera ejemplar al recién estrenado internacional ahora, tal vez, el conjunto blanquiazul no sería el hazmerreir de España. Como bien dijo ayer Calatayud, palabra de profesional íntegro, ya vale de salir en los medios por cuestiones negativas. Ya les vale.

Y así, entre aventura y desventura protagonizada por Drenthe, van pasando las semanas, los meses y, si nos descuidamos, las décadas. El ‘tulipán’ se ha convertido en el fiel reflejo de un año que debería recordar por los momentos irrepetibles, pero que llega a su punto final tapado por las nubes. Pero despejará, seguro. Lo recita con su don el maestro Sabina: "Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera, si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera". Aunque mientras pongo música a esos versos, me retumba en la cabeza otra cita del jiennense: "También comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver". Total, la huida es una puerta abierta porque aún quedan islas para naufragar".

24 de diciembre de 2010

Abajo la persiana

CNN+ puso ayer punto final a su parrilla. Y con ella, la democracia recibe otro golpe que deja marca en una sociedad herida, que ni se inmuta ante el cierre de un medio de comunicación, pero que levanta armas frente a situaciones meramente cómicas. Toda una afrenta a la inteligencia y al sentido común. Los editores de la cadena deben asumir la responsabilidad por no 'creer' en el buen periodismo; aunque los espectadores, que hemos dado la espalda a las emisiones (incluso en el día del adiós), también deberíamos compartir buena parte de esa culpa.

El epílogo de Iñaki Gabilondo se convirtió anoche en el símbolo de una despedida anunciada. Ha sido el primer gran medio que cae en plena tormenta económica, aunque no será el último. Desde la trinchera y aprovechando la triste noticia, no me resisto a recoger las últimas 'píldoras' de Gabilondo: toda una lección de un ‘perro viejo’.

Pese a la 'pérdida' transitoria de un profesional de la talla del periodista vasco, toda mi solidaridad hacia los 'curreles' que desde ayer engrosan, aún más, las listas del INEM. Ellos protagonizan pocos 'tuits' y menos 'posts', pero forman la 'clase media' de un oficio en busca del camino correcto.


El cierre de un medio de comunicación es una noticia muy triste, una desgracia para una sociedad. Supone una enfermedad para el organismo civil, para la democracia de un país.

En nuestro país, los medios de comunicación están viviendo momentos extremadamente difíciles. Los ciudadanos demócratas hemos de lamentar la pérdida de un medio de comunicación, sobre todo, de uno acreditado de señorío, elegancia y un comportamiento profesional que debería ser estudiado con mucho cuidado por quienes aspiran a hacer útil este oficio. Un oficio que sirva a la sociedad.

El periodismo está tratando de saber por dónde está el rumbo, el horizonte.

Jóvenes periodistas y otros no tan jóvenes, que están entristecidos y agobiados por su futuro, han dado una lección de profesionalidad al cumplir hasta el último segundo con sus obligaciones sin ningún tipo de vacilación.

Los compañeros me han enseñado lo que es la profesionalidad en las circunstancias más difíciles.

Acabo una etapa importante de mi vida, otra empezará. En esta etapa que empiece, como en la anterior, yo sólo aportaré lo que pueda aportar mi honestidad crítica.

Para poner nombre a todos lo que han pasado por delante de las cámaras de CNN+, Antonio San José. Ejemplo de periodista que necesitaría una sociedad, y que una sociedad valoraría al máximo si no estuviese enferma de radicalismos y de hostilidades.

Francisco Basterra, subdirector general de CNN+ durante diez años, es un hombre que suma a la excelencia profesional la excelencia humana. Nunca quiso hacer ruido, siempre quiso servir a la sociedad.

22 de diciembre de 2010

Un San Pancracio sin humo

Perder el sueño a media mañana, abrir el ordenador, consultar los números premiados en alguna web de confianza y comprobar que una de tus apuestas está premiada con el Gordo de Navidad… dicen que provoca una sensación muy placentera. Excitante. Prometo que si algún día lo experimento, aunque no confío un ápice, relataré aquí la experiencia.

Hoy, ni un reintegro ni una pedrea… Nada de nada. Y no, no disfruto con la felicidad ajena, para qué engañarnos. En todo caso, me da envidia. Y no sana (existe tan poco como los Reyes Magos). Eso sí, ver la cara de satisfacción de los niños de San Ildefonso elegidos por la Diosa Fortuna para cantar el primer premio… eso sí que me dibuja una sonrisa. Debo reconocerlo.

Es cierto que esta mañana, más que con una sonrisa, me he despertado con el cejo fruncido. El mismo gesto que me llevé anoche a la cama. Y todo por echar un vistazo a las portadas que ahora acostumbran a ‘colgar’ los principales diarios en sus respectivos portales digitales. El titular de ABC primero me produjo incredulidad; al poco, repugnancia. Allá ellos, pero me da lástima ese periodismo.

No menos lástima que las reiteradas prácticas de las webs del grupo Vocento para posicionarse en los principales buscadores. En este caso, el periódico La Verdad ha sido el pecador; el pecado: engañar a los robots de Google con una noticia que anunciaba el Gordo de Navidad horas antes de que saliera el 79.250 del bombo. Así lograron situarse en primera posición entre los resultados de búsqueda. Ellos aducen un error en el 'lanzamiento' de la noticia a la Red. Su sospechosa trayectoria no avala ese fallo humano. Más bien, demuestra ambición (¡!) por estar más arriba de lo que les corresponde dada la naturaleza regional de la cabecera murciana. Juego sucio.

Tampoco anima leer la noticia acerca del último anuncio del año en televisión. Iker Casilla, según se ha podido leer en ElPaís, ha sido el elegido para protagonizar el último spot de 2010. Aunque para el diario de Prisa, el ‘actor’ no será el portero del Real Madrid, internacional con España y campeón del Mundo en Sudáfrica… No, el ‘actor’ es “el novio de Sara Carbonero”. Ya me queda una cosa menos por ver en la prensa. La lista se va acortando a pasos agigantados.

La ministra Sinde (sí, la que pone cara y nombre a la famosa Ley) también me ha permitido tachar otra línea de la funesta lista. Preguntada esta mañana por su posible renuncia a la cartera, la cineasta le ha respondido al periodista, sin rubor: "No lo he pensado, ¿y usted?" Y tan ancha se ha quedado… Con representantes políticos de esta calaña… ¡qué esperamos!

Del contenido de la Ley, poco más que apuntar. Ya está todo dicho. Sólo subrayo un aspecto, me perturba que se haya generado un enriquecedor debate respecto a esta propuesta del Gobierno y hayan pasado de puntillas otras cuestiones que afectan tanto o más al devenir de España y de sus ciudadanos. Ni las pensiones ni el subsidio por desempleo (por citar dos temas polémicos) han suscitado una discusión pública tan excitante como la Ley de Descargas en Internet. Ojalá el país se movilizase con el mismo ímpetu para patalear por todas las cuestiones que tocan las bases del Estado. Ingleses, franceses e italianos nos están marcando el camino a seguir en los últimos meses… pero nosotros seguimos a lo nuestro. Sólo un debate futbolero llegaría a la altura alcanzado por la Ley Sinde.

Tanto que la aprobación definitiva de la Ley Antitabaco ha quedado relegada a un cuarto plano. Yo lo celebro. No su escaso protagonismo mediático, no. Aplaudo su definitiva ratificación en el Congreso. Por fin veo reconocidos mis derechos. Adiós a los humos.


P.S.: Entono mi culpa. Esta tarde, paseando por Maisonnave, una joven me ha ofrecido (bajo su correspondiente pago) la edición especial de la Lotería de Navidad de Información. Le he dicho que no. Ya había corroborado mi suerte (o mi falta de) a través de Internet. Pero ahora me siento como si hubiera negado a mi padre/madre... Espero encontrar una solución a corto plazo.

20 de diciembre de 2010

Menos forofismo y más atención

Sólo llevaba la intención de conocer cómo estaba llevando el madridismo las horas después del espectáculo que ofrecieron ayer Madrid y Sevilla en el Bernabéu... Sin embargo, he confirmado que el forofismo en poco ayuda al periodismo. Al final, te centras tanto en disfrazar la realidad que se te olvida dejar aseado el envoltorio. Hace apenas unos minutos, la web del diario AS abría con una noticia vinculada a la polémica arbitral protagonizada por Clos Gómez. Decía la página que el delegado arbitral del Real Madrid fue el encargado de redactar el informe (¿dónde queda el 'señorío blanco''? que ayer presentó Jose Mourinho ante lo medios en rueda de prensa.

Al clicar en la noticia, para ver el contenido de tan sesuda novedad madridista (ahora listan los errores arbitrales que les perjudican...), me he quedado en la primera palabra. Mejía (Dávila) ha pasado de inmediato a llamarse Megía, y eso que es un asalariado del Real Madrid.

La rabia no les deja ver. Debe ser muy duro no poder disfrutar del excelso fútbol que practica el 'Manita Team'... Duro y frustrante. Aunque peor es Marca y ahí sigue, consolidando lectores oleada tras oleada.

19 de diciembre de 2010

Donde nos gusta estar

Vuelvo por estos fueros… 53 días después de mi última visita. A decir verdad, durante estos dos meses, me he dejado caer por esta isla en varias ocasiones, aunque no haya prueba gráfica de ello. El escaso margen que me deja el trabajo en la redacción y las actividades del máster me ha impedido dedicarle el tiempo necesario a este espacio que tanto sirve para relajar la mente y dar salida a algunos de esos pensamientos que circulan por la cabeza. La falta de motivación (¿?) tampoco ha ayudado cuando me enfrentaba al folio en blanco. Y de la atención que requiere mi última adquisición... ¡para qué hablar!

En esta ausencia física poco ha cambiado el panorama. La crisis sigue abriendo los informativos, el Barcelona abruma en las competiciones oficiales, Zapatero navega hacia la deriva sin ningún rubor, los sindicatos amenazan con otra jornada de paro global, la violencia de género se desboca sin solución a la vista, los coreanos de sur y norte no se caen bien y se esfuerzan por demostrarlo, el Hércules es más noticia por las polémicas extradeportivas que por su aseado regreso a Primera y la ‘i griega’ se puede seguir llamando así…

Tampoco sorprende la temporalidad de las noticias en los medios. El conflicto del Sáhara ya pasó a mejor vida, los muertos por cólera de Haití valen menos que otros y a Wikileaks le queda poco más de tres telediarios. Eso sí, a buen seguro, no serán en CNN+. La fusión Telecinco-Cuatro ya conoce su primera víctima: uno de los canales de referencia, una apuesta segura para aquéllos que solemos llegar a casa a últimas horas de la noche.

Ver cómo los productos de calidad desaparecen del espectro mediático resulta desalentador. Estos golpes en poco ayudan a una profesión herida tras los traspiés sufridos en el tránsito por una ruta minada. El obligado adiós de la cadena tan sólo confirma la teoría que sostienen los menos románticos del oficio. Ellos defienden que los beneficios empresariales son las únicas piezas válidas de un tablero de juego donde los contenidos se convierten en meros objetos decorativos. Quiero creer lo contrario, aunque cada vez resulta más complejo dar con argumentos que refuten esta asentada hipótesis. En el intento seguiremos… mientras nos dejen.

No obstante, estos pensamientos de cierto regusto melancólico llegan en tiempos de nostalgia. Con la Navidad y la inminente despedida del 2010 al acecho. Antes, suele ser tiempo de la cena de empresa y del villancico de los ‘locos’ de Tiempo de Juego. Ambos hechos ya han tenido lugar. Y los buenos recuerdos se amontonan en la cabeza. La velada se celebró anoche, en La Cantera, y allí nos reunimos casi un centenar de compañeros. Aunque no se recordará por las desorbitadas ganas de fiesta de los presentes, al menos sí que logró tomar distancia del ambiente que se vive día tras día en la redacción. En lo personal, olvidada la frase de uno que se presentó como redactor ("Yo a ti te conozco porque no hiciste huelga", me espetó), conservo el reencuentro con colegas que el trajín aleja más de lo deseado. También, conversaciones de esas que se prolongan más allá de las palabras y miradas cómplices, que tanto ayudan para seguir en la pelea.

Con todo, ojalá la siniestra teoría que abanderan los más realistas se quede en papel mojado y todos volvamos a ser partícipes de las sonrisas, las bromas y el compañerismo que tan bien se recordó en el mordaz monólogo.

Da envidia, para qué negarlo, ver lo bien que se lo pasan los ‘individuos’ de Tiempo de Juego. Su villancico irradia 'buen rollo'... Aunque ellos no son los únicos que están donde les gusta estar.