27 de febrero de 2009

A falta de la nocturnidad

Como agravante, sólo echo de menos la nocturnidad. El resto, alevosía y premeditación, han estado presentes. Eso sí, sorpresa, ninguna. La experiencia nos impide extrañarnos por actuaciones como la presente. Me refiero a la visita del presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja, a la Universidad Miguel Hernández. Un periodista distinguido, una opinión respetada, llegaba hoy a Elche como invitado a la entrega de los Premios Consejo Social, acto en el que impartía la conferencia «Raíz y huellas de la crisis». Sin embargo, nadie ha informado a los estudiantes de Periodismo de la UMH de la intervención de Urbaneja para así poder escuchar sus palabras, por norma, interesantes. En fin, mala sangre la justa. No merece la pena. Ya estamos acostumbrados a los actos reservados, en el Rectorado. Un espacio más difícil de franquear que la Casa Blanca. ¿No sería más oportuno realizar la ceremonia en el Aula Magna, con más «calor humano» y abierto a la comunidad universitaria? No sé, una simple reflexión.

25 de febrero de 2009

Maldito morbo, maldito ego

La repercusión mediática. A esta excusa, porque alguna necesitaba, se ha acogido la Audiencia Provincial de Alicante para autorizar que el juicio por el crimen de Svetlana Orlova, que se ha iniciado hoy, pueda ser televisado en directo.

La repercusión, por tanto, ha llevado al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad a cerrar un acuerdo con Canal 9 para que el ente autonómico se haga cargo de la infraestructura necesaria para facilitar la señal al resto de cadenas.

Así, el juicio contra Ricardo Navarro, ex pareja de la víctima, es el primero que se televisa en la provincia de Alicante. Un nuevo hito. Y también, un detalle curioso, cuanto menos, dado el afán «mediático» del presidente de la Audiencia Provincial, Vicente Magro. Qué raro no ser pioneros.

Pero, ¿para qué sirve la emisión del juicio? ¿Van a cambiar –para bien– los asesinos sus inexistentes valores? ¿Se evitará la muerte de alguna mujer por violencia machista? A partir de ahora, ¿los medios podrán «forzar», mostrando ese supuesto interés, que se televisen según qué juicios? ¿La repercusión mediática basta para justificar la grabación de la vista? No creo. Más bien, todo lo contrario. Muchas son las voces contrarias a la emisión de este juicio. Esgrimen que conocer algunos detalles puede «animar» a potenciales asesinos a llevar a cabo sus más tétricos pensamientos. Se dice que «somos lo que miramos y sólo miramos lo que tenemos en mente». Es decir, no vemos más allá de lo que queremos, y las personas desequilibradas (como el presunto)… con mayor motivo.

¿Y el morbo? ¿Dónde queda? Por desgracia, la gran expectación mediática que se ha levantado alrededor de este juicio, motivo de su emisión, no es más que morbo. Guste o no. Ese «bicho» que va a tener estos días sus minutos de gloria. Esa epidemia de la que escasos programas escapan. Un caramelo sabroso. Delicioso para los medios, y, cómo no, para los que alimentan su ego gracias a un cargo politizado. Ya sabemos: las huelgas lejos, que ensucian la imagen; la televisión cerca, cuanto más, mejor.

21 de febrero de 2009

Inquietante dinámica

Vuelvo de viaje y compruebo que la polémica Operación Gürtel ha salpicado al Molt Honorable. Él, que nunca había recibido un castigo, «ni en el colegio», parece ser, es uno de los aforados que la Fiscalía relaciona con la trama de corrupción. El tiempo dirá qué hay de verdad en todo esto. Hasta entonces, nos quedamos con la imagen de Ripoll mirando a otro lado mientras los principales miembros del PPCV aplauden –y apoyan– a Camps tras manifestar éste su inocencia y asegurar que todo es una trama contra el PP (y su persona).

Lo dicho. Llego de Barcelona y veo que la Justicia persigue a Camps. Hace cinco meses, aterrizo tras pasar unos días en Londres y me informan que Alperi había presentado su dimisión –esperada, pero sin fecha- y que dejaba el cargo a Castedo… ¿Qué pasará durante la próxima escapada?

Pero dejemos la política, y sus miserias, al margen. Hace apenas una semana, Barcelona era aún una ilusión lejana, todavía estaba pendiente un examen (¡el último!) y la doble jornada de trabajo asociada al fin de semana. Ahora, de Barcelona, queda un cúmulo de recuerdos y un pellizco en el corazón.

Han sido sólo cuatro días. Eso sí, muy completos, con una constante actividad que tal vez nos ha impedido descansar; pero, que en mi caso, me ha permitido recargar la batería (o las pilas, en su defecto). Falta hacía después de un cuatrimestre tan saturado. ¡Y más viendo lo que se nos avecina!

Desde septiembre hasta la fecha, la Universidad ha sido una prioridad absoluta. Imposible era no dedicarle horas y horas cada día a darle forma a los trabajos de Diseño o Empresa, a las prácticas de Derecho, Producción… Y dejando, a cuenta Historia.

Por suerte, hemos salido indemnes del reclutamiento durante las tardes, y de pasar el periodo «vacacional» de la Navidad en Atzavares. Otros, la mayoría, no han podido sobreponerse a la presión…

Así que Barcelona se presentaba como una bocanada de aire fresco para unos pulmones comparables a los de un fumador empedernido y compulsivo. La ciudad en sí se basta para ofrecer visitas obligadas. Subir al cielo del Tibidabo y dejar a tus pies un enjambre de edificaciones y avenidas trazadas con escuadra y cartabón. Desde donde, además, se divisa la Torre de Collserola, del arquitecto Norman Foster, que para unos «expertos» en torres de comunicación como nosotros (¡eh, Raúl!) es una imagen imprescindible, además de un juego fotográfico. Y sin dejar la tecnología, ¡cuantas acreditaciones con patas hemos visto por cualquier rincón de Barcelona! El Congreso Mundial de Móviles, el responsable.

La visión modernista de Gaudí te lleva a dar un amplio paseo por Barcelona. Desde el jugoso Park Güell, hasta la maratoniana Sagrada Familia, pasando por La Pedrera y la Casa Batlló, que visten al lujoso Passeig de Gràcia.

Descubrir el barrio del Born, una de las zonas con mayor auge de la ciudad, con amplia oferta tanto gastronómica como consumista, y con la imponente iglesia gótica Santa María de Mar como principal foco de atracción.

Respirar un ambiente ya añejo en el Anillo Olímpico, con el Estadio de Montjuïc, el Sant Jordi y la Torre Calatrava como emblemas.

Caminar Ramblas abajo, con estatuas humanas, miles de flores –de todo tipo y condición– hasta el encuentro con Colón, que da la bienvenida al Port Vell y al Maremàgnum, un espacio abierto al inmenso Mediterráneo.

Pero más allá de las citadas visitas marcadas por cualquier guía turística que se precie, nos embarcamos en alguna que otra aventura para así darle mayor personalidad al viaje: Sant Just Desvern, calle Casp y Sant Joan Despí. Así, a bote pronto, suena poco atractivo. Sin embargo, han sido tres citas dignas de repetir y muy recomendables. La tarde-noche del martes nos desplazamos hasta Sant Just Desvern. Allí nos esperaba la grabación (en falso directo) del programa BF, que se emitió ese mismo día. Una experiencia que pruebo por segunda vez, y que cada vez deseo catar con mayor frecuencia. A Andreu Buenafuente, un auténtico dominador de los tiempos, lo conocí allá por 1995, cuando era poco más que una renacuaja que entendía el catalán poco, mal y tarde. Él me enseñó el idioma (y no los negados de los profesores que me tocaron en gracia) y además me contagió esa pasión por el humor inteligente.

La siguiente noche en Barcelona nos dirigimos a la calle Casp, perpendicular al Passeig de Gràcia y cercana a la Plaza de Catalunya. Allí, casualmente tiene su sede Radio Barcelona-Cadena SER, pero no, no tocaba visita a los estudios de la emisora. La cita era a las 21 horas, y nos esperaban Aitana Sánchez Gijón, Maribel Verdú, Pere Ponce y Antonio Molero. Es decir, «Un dios salvaje». Una obra de lo más inteligente, con tintes de comedia negra y con un gustoso punto cruel. Un no parar de reír gracias a situaciones extremas y absurdas.

Por último, y como colofón, el jueves visitamos Sant Joan Despí, «más allá de donde Jesucristo perdió la alpargata». Sin embargo, la distancia no presentaba ningún inconveniente, sólo un nimio obstáculo a salvar con tal de llegar hasta la Ciudad Deportiva «Joan Gamper». A las 11 horas, el primer equipo del Fútbol Club Barcelona iniciaba el entrenamiento, y allí era la cita. Como respuesta a algunos contactos, conseguimos pases de prensa para presenciar el entreno (ahora, cerrado al público) y que nos permitieron estar presentes en la posterior rueda de prensa. Estuvimos al lado de Jordi Grau, Alfredo Martínez, Sique Rodríguez, Pepe Gutiérrez… Y también de Xavi Hernández, Victor Valdés, Eric Abidal, Gerard Piqué, Busquets… Un poco más alejados, Messi, Eto’o, Guardiola, Henry, Iniesta, Puyol... Y todo gracias a José Manuel Lázaro, responsable de Comunicación del club.

Así pasaron, volando, cuatro intensas jornadas. Al lado de Lore y Raúl, cada minuto; con Marisol, los dos días que se dejó caer por Barcelona; y Xavi, cuando sus clases y tareas varias le permitían. ¡Qué grandes sois, chicos!

Decía al principio que ayer, nada más llegar a casa, encendí el ordenador y comencé a almacenar parte de la información que desde el lunes había pasado a un segundo plano… Sin embargo, pronto cejé en el empeño. El Molt Honorable y su posible relación con la Operación Gürtel centraron mis lecturas. Atentos los próximos días, a ver qué nos depara este culebrón. Mañana sábado, sin ir más lejos, Alperi da una rueda de prensa para proclamar (ahora sí, a los cuatros vientos) su inocencia en el Caso Mercalicante (después de que TSJ haya archivado la causa contra él). Acto que aprovechará para comparar su situación con la que vive ahora Don Francisco. Sólo el privilegio de ser aforados les asemeja a día de hoy.

En fin... En septiembre (Londres), sorpresa en Alicante (Alperi deja el cargo a Castedo). En febrero (Barcelona), polémica en el Cap i Casal (la Justicia acecha a Camps). Así que, tras el Ayuntamiento y la Generalitat, ¿cuáles serán los próximos cimientos en tambalearse? ¿Le tocará al Gobierno central, a Zapatero? Ahora, sólo me preocupa la inquietante dinámica.

15 de febrero de 2009

«Save a journalist, buy a newspaper!»

Los norteamericanos, en esto de crear eslóganes, son unos auténticos maestros. Para cada causa tienen una frase que la identifica. En este asunto, que tanto nos atañe, la petición es directa: «Compre un periódico, salve a un periodista». Aquí, en España, sin embargo, pese a la crítica situación del sector, pocas iniciativas trascienden. Ayer, por ejemplo, la Asociación de la Prensa de Madrid organizó una concentración en Madrid bajo el lema «En defensa de la dignidad del trabajo de los periodistas». A la cita, apenas acudieron 200 periodistas, una cifra irrisoria para la precariedad e incertidumbre que sufren la mayoría de los profesionales de la comunicación. Rara es la empresa que no ha «ajustado» el número de periodistas para ponerlo acorde a los ingresos publicitarios, que todo sea dicho sufren un descenso vertiginoso.

Durante la concentración, González Urbaneja aseguró que 1.000 periodistas perdieron su puesto de trabajo en el último trimestre de 2008. Ahí se queda la cifra. Que se suma, además, a los 3.000 profesionales que ya se encontraban en situación de desempleo. A la vista de estos resultados, Urbaneja ­–por norma, comedido– añadió: «Las cosas pintan muy sombrías» y concluyó su intervención haciendo un llamamiento a sindicatos y empresarios. A los primeros, les dijo que «tomen un protagonismo mayor», mientras a los segundos les pidió que «se tomen en serio que no se pueden hacer periódicos sin periodistas». En fin, nada más de lo que ya sabemos.

Los asistentes, pocos pero ruidosos, enarbolaron pancartas con sus reivindicaciones y propuestas, algunas descabelladas como «una huelga general de periodistas ¡ya!». Parece mentira que los mismos periodistas no conozcan el funcionamiento de una profesión tan individualista como poco solidaria.

Eso sí, esperamos que el viento se lleve las palabras de la presidenta de la FAPE, Magis Iglesias, («cuando acabe la crisis, los constructores volverán a poner ladrillos; pero, de seguir así, para los periodistas ya no habrá nada») y esta profesión «tan idealizada como denostada» (como ella mismo indicó) pueda disfrutar de un futuro, cuanto menos, digno.

Por si acaso, y previendo una época complicada, marcho unos días a Barcelona para celebrar el final de los exámenes de febrero. Este primer cuatrimestre ha sido, ciertamente, agotador. El más exigente de toda la carrera, hasta la fecha. Así que nos merecemos un descanso activo, y para ello qué mejor que pasear por las Ramblas, visitar el Parc Güell, tomar un refresco en el Puerto o acudir a BF. Lo dicho, ¡hasta la vuelta!

7 de febrero de 2009

Malos augurios, compadre

Todo puede ser una macabra casualidad. Pero la sombra de la sospecha vuelve a acechar a varios cargos populares. La mayor expectación mediática –propia del juez que dirige la operación– pertenece a la acción contra una presunta trama de corrupción investigada por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, que ha dado por el momento con la detención en Madrid de cinco personas, acusados de cohecho, tráfico de influencias, blanqueo de capitales, fraude fiscal y asociación ilícita. Y ya es suficiente. Una «organización» que presuntamente se veía favorecida de contratos municipales por su buena relación con altos cargos del Partido Popular en Madrid, Málaga, Cádiz y, cómo no, la Comunidad Valenciana.

Las sospechas recaen sobre Special Events, empresa que desde la época de Aznar ha organizado multitud de actos del PP nacional y que hace unos años, a través de su filial en la Comunidad, Orange Market, se ha centrado en eventos de los populares valencianos, como la Copa América, el último congreso regional que encumbró a Camps o el desfile inaugural de la Volvo. Es decir, el compadre de Zaplana –recién Honoris Causa por el CEU de Valencia– y el Molt Honorable difieren en aspectos gubernativos, pero ambos confiaron a la sospechosa sociedad la organización de sus eventos. Luego dicen que el partido no está unido... No sé qué más quieren. ¿Juntos hasta Carabanchel?

Aquí, la investigación se centra sobre la Conselleria de Turismo, ya que el juez Garzón pidió ayer información sobre el expediente 33/08, que pertenece al contrato del pabellón de la Comunidad Valenciana en la pasada edición de Fitur. Sí, la feria de las vanidades. Una soberbia de la que, tal vez, alguno se arrepienta.

Esperemos, por el bien de la Justicia, y de la credibilidad de Garzón, que esta vez la instrucción acabe en un juicio con acusados y condenados. De lo contrario… más de lo mismo. Mucho humo –estratégicamente generado por el «juez estrella– y pocos rescoldos tras las llamas iniciales.

Con todo esto, una conclusión rápida: Demasiado arroz (polémicas) para tan poco pollo (Rajoy). Y a modo de reflexión final, sin más pretensiones que lanzar una pregunta al gélido aire que refresca el ambiente en Alicante… ¡Qué curioso que El País acceda con tanta celeridad a datos de la investigación judicial llevaba a cabo por Garzón! Y más allá... ¡Qué tino el de Garzón a la hora de hacer estallar esta trama en unas fechas tan convulsas como las actuales!

Regreso al futuro (on line)


Volver a épocas pasadas. Ésta es la solución que se plantean los directivos del prestigioso diario The New York Times para hacer frente a la crisis. El director ejecutivo de la compañía, Bill Keller, ha reconocido que está estudiando cobrar a los usuarios por el acceso a los contenidos de su página web, apenas un año y medio después de poner fin a la libre navegabilidad por el site norteamericano. En su momento, optaron por abrir la información con la esperanza de atraer a un mayor número de lectores y percibir mayores ingresos por publicidad. Pero los planes fallaron.

Parece ser que Internet aún no es la panacea a todos los problemas de los medios de comunicación. Ni tampoco el nuevo Mundo de Yupi. Todo es más complejo de lo que algunos interesados en la materia han presupuesto en las últimas fechas. Aquí, en España, El País renunció a cobrar por acceder a su web y El Mundo en su última actualización eliminó los últimos reductos de pago.

Sin embargo, esta idea que mascullan en Estados Unidos –madre de todo– me da que pensar. Si allí, que en un principio cobraron, luego dejaron de hacerlo y ahora meditan volver a la fórmula inicial, aquí… ¿qué pasará en unos años? ¿Volveremos a pagar por acceder a los contenidos de los diarios digitales? Será mi desconocimiento de la materia, no lo niego, pero lo veo una contradicción. Más aún cuando los defensores de Internet –y detractores por ende del periodismo tradicional– argumentan que si no pagamos la información en la televisión (¿?) o en la radio, por qué se debe hacer por aquélla que ofrece un periódico. Entonces, me pregunto, ¿esta teoría no es aplicable a según qué espacios de la red? No sé, me pierdo. Necesito un perro lazarillo. ¡Ayuda!

3 de febrero de 2009

Aquí... «Vale todo»


¿Es lícito falsear la realidad para que un medio de comunicación rival haga el ridículo? Esta es la pregunta que formula la versión digital de ElPaís a sus lectores. Entre las respuestas, de todo, como en botica.

La polémica surgió la pasada semana cuando apareció en Internet un video en el que el Gran Wyoming vejaba a una becaria de su programa (El Intermedio) por no realizar bien su trabajo. Pronto surgió la pregunta del millón: ¿Es un montaje para dar publicidad al espacio televisivo? La cadena Intereconomía, rauda, se hizo eco de la polémica y emitió el pasado sábado el video en «Más se perdió en Cuba».

Haciendo un poco de historia y recordando el duro enfrentamiento que mantiene La Sexta y el canal Intereconomía… todo era posible. Y más aún viendo las televisiones protagonistas de la polémica, que precisamente no destacan por su rigor y seriedad informativa.

El desenlace se hizo público ayer en el programa del Gran Wyoming, que curiosamente batió récords de audiencia. Casualidad, vamos. Ahora, conocidos los detalles de la historia, se abre un debate ético (¿Todo vale por audiencia?) y muestra un caso de falta de profesionalidad (¿Dónde quedó la fórmula de contrastar las fuentes?). No y no.

La Sexta es reincidente en esta peligrosa dinámica de conseguir audiencia a cualquiera precio. Y premios también, con Roures como brazo ejecutor. Para ello, decía, no le importa faltar al respeto a los ciudadanos, utilizando el engaño como arma principal. La gracia, el humor irreverente debe tener unos límites marcados e infranqueables, para que así el consumidor se sienta respetado y no vilipendiado por presuntos profesionales del entretenimiento.

Por su parte, Intereconomía ha demostrado cuál es su manera de proceder. Parece ser que las polémicas imágenes fueron grabadas por el equipo del programa y remitidas por correo electrónico al programa «Más se perdió en Cuba», que emitió las imágenes el pasado sábado como una «exclusiva mundial». Y tanto que la fue. Tanto como que sólo ellos han «picado». ¿Por qué? Ausencia máxima de uno de los principios básicos del Periodismo: contrastar las fuentes. Han quedado retratados.

La última voz de alarma al respecto ha sido obra de Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, quien ha criticado con dureza la broma de Wyoming porque supone un «desprestigio» de la profesión periodística. Además, Urbaneja ha querido mostrar su «profundo pesar e irritación» por este episodio y por el comportamiento que han tenido «unos y otros», ya que «revela un desprecio y una enorme ignorancia de las reglas de este oficio». Lo ha dicho un hombre.

La severa batalla que mantiene La Sexta e Intereconomía ha rebasado ya las barreras preestablecidas por el sentido común y ha implicado a los usuarios, jugando con la credibilidad de toda una profesión demasiado dañada y que sufre las heridas –la mayoría aún infectadas– de las puyas recibidas en los últimos años.

Consecuencia de la polémica, las justificaciones no se han hecho esperar. «Nuestra intención en estos tiempos en los que algunos medios convierten cualquier rumor en noticia era sólo comprobar los mecanismos de control periodístico que pone en marcha Intereconomía en una filtración anónima de este tipo, que ha sido ninguno», explicaron desde El Intermedio. Mientras, desde Intereconomía esgrimen que «Las imágenes que nos remitieron daban cuenta de un delito, y cuando tienes un delito entre manos no te paras a pensar si es un montaje».

Pues no. Aunque ni los responsables de La Sexta ni los de Intereconomía estén de acuerdo… La audiencia no tiene precio, la sensatez lo impide. Y la profesionalidad, por su parte, disfruta de un prestigio muy sensible. La lucha entre algunas cadenas ha pasado a ser guerras donde la sangre vertida no cuenta, sólo interesa ganar la última batalla y proclamarse vencedor final. Pese a los damnificados. Qué importan las personas. El «Vale todo» está de moda, y no sólo como deporte de contacto.