17 de marzo de 2010

Con un nuevo ‘acento’

Cuenta el editorial de INFORMACIÓN que abre el especial sobre el rediseño que "Larra decía que periodismo es defender la verdad y el raciocinio. Y ahora, con la revolución digital, hace furor una superficialidad que deforma al 'homo internauta'. Pero, por más formas sofisticadas de comunicación que aparezcan, siempre quedará un lugar para el buen periodismo”. Más adelante, el director resalta que "el periódico cambia a partir de hoy no sólo de estética, más ágil y moderna, sino de estructura. Y todo con un único fin: seguir siendo, como hasta ahora, el diario de referencia en la provincia".

Al fin y al cabo, es un rediseño necesario, para un periódico que ya ofrecía una imagen anticuada, alejada de los tiempos actuales. Porque las demandas cambian y no queda otra que adaptarse.

Algo de identidad se pierde con la tilde en la cabecera, aunque dice ser el símbolo más reconocible de la nueva etapa. Me cansa también a la vista la densidad de las páginas, la falta de ‘blancos’. Y me da miedo el amplio repertorio de elementos que se ofrecen para ‘decorar’ las páginas. Veremos.

Me gusta que se incorporen los aciertos de otros, como en la Última, con una articulista de referencia y una entrevista ‘cara a cara’. También La Dos, con la opinión de Esquivel y un surtido de destacados, muy alegres a la vista y algo menos para el redactor. Y, por supuesto, La Tres, porque gana en potencia. Ahora sí puede presumir de ser la apertura del periódico. Apuesto que los reportajes ganarán en capacidad de llegar al lector, de cautivarlo. Y, por último, aplaudo que las secciones de Deportes y Cultura (Sociedad…) crezcan en visibilidad. Ya era hora.

Y, aprovechando la circunstancia del rediseño, el director se ha sometido al juicio de los lectores. Con casi dos horas chat y unas cuarenta respuestas, aquí algunas 'perlas'.

Dice un compañero suyo en un blog de la ´casa´: "Hay mucha gente de la prensa tradicional que ve en el medio digital una amenaza, no ya sólo contra los periódicos impresos, sino contra el buen periodismo". ¿Qué opinión le merece?
» Personalmente, no tengo ningún temor a la "amenaza digital". No la siento como tal. Creo que internet es una gran herramienta de trabajo y también que con el tiempo se asentará como otro medio más, sin desplazar, sino contribuyendo a mejorar, al resto.

Sus opiniones dominicales han pasado de utilizar un tono sarcástico, socarrón, mordaz... a convertirse en artículos implacables, sin apenas espacio para la ironía. ¿Prevé un nuevo cambio con el rediseño?
» No había reparado en ello. Cuando se escribe opinión se entra de lleno en el terreno de la subjetividad más absoluta y eso significa que también los factores ambientales, por llamarlos de alguna manera, influyan en lo que escribes. Son tiempos difíciles para todos y es posible que, aun sin ser consciente de ello, eso se esté reflejando en el tono de mis artículos. Me lo haré mirar.

Una de opinión. ¿Qué puede apartar a Castedo de repetir como alcaldesa? ¿Qué le falta a Moreno para ganar las elecciones?
» Puede parecer una obviedad, pero en ambos casos la respuesta tendría que ser la misma: la capacidad o no de ilusionar con un buen proyecto a una ciudad que no puede permitirse perder más trenes.

¿Se plantea batir el record ´web´ establecido por Castedo?
» ¡No, por favor! Primero, porque desgraciadamente hoy es un día complicado de trabajo en el periódico (los "segundos días", en un rediseño como en cualquier otra cosa, son peores que los primeros) y tengo el tiempo limitado. Y segundo porque no creo, ni de lejos, que yo pueda despertar tanto interés como el que generó ella, lo cual es lógico porque ella representa a los ciudadanos y tiene, además, capacidad ejecutiva para hacer cosas, bien o mal.

¿Cuál considera usted que ha sido el peor enemigo de la ciudad en la última década (con nombre y apellidos, por favor)? ¿Y en los últimos meses?
» Los alicantinos. Y yo nací en Carolinas Altas, así que por supuesto me incluyo.

La hora de gobernar

Ya basta. Con lo visto, hemos tenido suficiente. La broma, cansa. Porque Alicante no se merece –por tópico que resulte– vivir inmersa en un situación con una carencia de criterio alarmante desde el despacho de Alcaldía. Cada mañana, una sorpresa. Hoy ponemos carril bici, para quitarlo a las horas. Hoy peatonalizamos la Plaza del Ayuntamiento y, en contraposición, reabrimos al tráfico la vía más emblemática de la ciudad. Hoy cerramos un recinto para que los jóvenes beban con total libertad… y ya veremos mañana qué hacemos con ellos.

Sonia, perdona, pero ya basta. Ahora que te sientas en el despacho y empiezas a tomar decisiones relevantes para la ciudad -más allá de colocar plantas, césped artificial u osos al estilo Shrek- pierdes ese carácter que te aupó hasta el sillón presidencial. Ese temperamento que hizo desaparecer la Isleta –con su polémica añadida– de madrugada, por ejemplo.

Apoyo que las decisiones se alcancen con el mayor consenso posible, pero gobernar nadie ha dicho que sea fácil. No se puede recoger palmaditas de agradecimiento desde todos los sectores de la sociedad. Es imposible, mentalízate. Ya basta de decir hoy ‘peatonalización’, ver cómo responde el personal, y mañana abrir zanjas para pavimentar un espacio que han disfrutado durante décadas todos los alicantinos. No vale abogar por un centro sin coches ‘como las grandes ciudades’, te cansaste de repetir’… ¿Y ahora, qué?

Ya basta de apostar por una Alicante ‘guapa’ y a la primera de cambio denigrar un emblema de Alicante –como es la Explanada– y se atropella a uno de sus símbolos –la legendaria Casa Carbonell–. Crepúsculos minoritarios no pueden regir la ciudad. Como así lo han hecho, o intentan, ‘cuatro comerciantes’ afectados por la peatonalización de la Plaza del Ayuntamiento.

Ya basta, Sonia, de que sigas al dictado la filosofía de tu mentor. El dejó de hacer política y tú, que empiezas ahora, te empezarás a plantear no tardando mucho si es mejor estarse quieta… Ahí te agarrarás al menfotismo de tus vecinos. Tampoco te debe motivar en exceso la oposición que te ha tocado tener enfrente. Ellos arrastran la penitencia de un partido que se divide para repartirse la ‘nada’, minucias de perdedores. Una formación con el lastre de líder ‘un poco inútil y bastante vago’, según palabras de uno de los concejales más experimentados del Ayuntamiento. Una concepción sobre el portavoz socialista que, a buen seguro, ha recabado sorprendentes apoyos en las últimas horas. Es público que sus propios compañeros trasladan esa imagen… Y así nos va.

Sonia, no vale mandar a un concejal a que se muestre en contra de habilitar un recinto para el botellón, ya que ‘el Ayuntamiento no puede fomentar la bebida entre los jóvenes’… y apenas unos días después erigirte como la madre del proyecto de la Volvo. No debe valer, ya que todos los expertos coinciden en que el botellón es un problema social. Y los problemas, los buenos gobernantes, los atajan con soluciones implacables. Alejar a los jóvenes (y a su inherente ruido) de los bajos de los hoteles o de los recintos habitados dista del planteamiento de un regidor con un proyecto de ciudad. La imagen en un Alicante turístico se proyecta en las playas limpias, el Castillo rehabilitado y… Y ya sabes qué debe estar fuera de esa instantánea.

Sonia, con el carril bici te metieron un gol, pero en el botellón te lo estás fabricando tú sola. Y ya no hablemos de la Explanada. Siempre quisiste ser popular, aún con riesgo de caer en el populismo. Ya lo has conseguido. Ahora, toca gobernar. Y gobernar es incompatible –por definición– con el apoyo unánime en todas las decisiones que lleves adelante. Además, aunque tu difieras, cuentas con el apoyo de los medios de comunicación, algo de lo que tu antecesor no podía presumir.

Tú misma. Tienes poco más de un año de margen y una oposición por la labor de mantener su actual condición. Para qué cambiar… con lo bien que viven. Reconozco que echo de menos tu carácter, un sistema menos presidencialista (para ello, también es cierto, necesitas compañeros competentes) y unos opositores con ganas de gobernar. Creo que no pido mucho.

15 de marzo de 2010

Ahí es nada: De la Cámara Baja... a Atzavares

El diputado Carlos González, entre los profesores José Luis González y Fernando Olabe

La cuenta atrás ya está en marcha. Dentro de una semana, unos cincuenta compañeros de Periodismo estaremos en Madrid para disfrutar del primer (y digo yo que último) viaje organizado por la Universidad. Una buena forma de despedir la carrera. El programa -pese a lo apretado del calendario- no pinta nada mal: hay un poco de todo. [Quede constancia de mi respeto y congratulación a los organizadores]. Con la principal excusa del Congreso de los Diputados, pararemos también en TVE -mi estación preferida-, en la SER -una segunda casa en la capital- y en dos "medios" alternativos: Tuenti (me coge algo crecidita) y lainformacion.com (menos es nada).

Como previa a la visita a la Cámara Baja, el diputado socialista Carlos González ha dejado por un rato su sillón parlamentario para tomar asiento en una poltrona menos glamurosa... A modo de resumen, ahí van algunos titulares que tocan los principales asuntos de la charla. Eso sí, aderezados con las valoraciones (algo capciosas) que me surgían entre pregunta y respuesta...

-Entiendo que a los políticos se nos responsabilice de la crisis, aunque esa impopularidad que estima el CIS pasará cuando salgamos de la actual situación económica. [Qué optimista]

-El Grupo Intereconomía trabaja al dictado del Partido Popular. [No podemos decir que sea un descubrimiento clave para la Humanidad. Ojalá fuera el único medio a las órdenes de una formación política]

-La crisis afectará al resultado de las elecciones [O cómo ponerse la tirita antes de sufrir la herida]

-Pese al "Fenómeno CIS" (impopularidad de los políticos), habrá movilización en las elecciones. [Habrá que ver]

-Al elector progresista le llegan las ganas de votar al aproximarse las elecciones. [Dígase humo]

-Los partidos potencian las estrategias de comunicación cuando se acerca la campaña electoral [Viva la sinceridad]

-Cuando llegué al Congreso de Diputados sólo había dos diputados del PSOE con blog. [Los ilicitanos, siempre tan avanzados]

-Internet me ha permitido llegar a muchos ciudadanos a los que de otra forma hubiera sido imposible acceder. También, escuchar a muchos personas desde mi despacho virtual. [Ahí está el contacto de los políticos con los ciudadano... ¡di que sí!]

La Red me da visibilidad, sobre todo ante mi acceso mínimo a los medios nacionales. [Un tío con las ideas claras]

El blog, Facebook… son una forma de tener permanentemente abierta la puerta del despacho. Así me llegan sugerencias y críticas de los ciudadanos. [Aquí, la nueva política: cada vez más 'cerca' de la gente]

Los liberados del PSOE podemos decir lo que nos dé la gana en la Red, pero si metemos la pata nos llaman al orden. [Faltaría más]

Tenemos una gente joven sanísima, implicada… y la mejor preparada de la historia (tópico al canto). [¿¿Perdón?? ¿Sana, implicada? Le falta abrir menos las puertas del despacho virtual y salir más a la calle...]

Ahora es más fácil llegar a los jóvenes, aunque es más complicado persuadirles. [Por algo será... ¿No estaban tan implicados?]

13 de marzo de 2010

A esto se dedican...

Seamos breves. Seamos como ellos. Mientras unos nos sorprenden cada día con extravagantes propuestas –con aires de improvisación–, otros se dedican a contar gaviotas. O eso se desprende de un comunicado de prensa enviado por el Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Alicante. Puede dar la impresión que es principio de obsesión o, quién sabe, una técnica para tener controlados a los ejemplares y así hincarles el diente dentro de unos meses, allá cuando se presenten las Elecciones Municipales. Tal vez, no lo descartemos, tan sólo sea una impresión captada con ojos capciosos.

Sin embargo, parece realidad. Hablo de la concejala Sánchez Brufal, una de ésas que hacen algo por tener trascendencia mediática. Dice la edil socialista que “miles de gaviotas están cruzando la ciudad de Alicante dos veces al día: una por la mañana y otra en la dirección contraria”.

Sí, de primeras puede causar hilaridad. De segundas, asombro… Pero, resulta complicado, en tercera lectura, no esbozar algo así como: “¿Y a esto se dedican?”.

Eso parece. Y a modo de corolario demagógico… A eso se dedican los representantes de los ciudadanos, y todo gracias a la desinteresada contribución de los alicantinos que los mantienen a cuerpo de Rey y, más si cabe. Sin apenas pedir nada a cambio.

Luego se oye por las esquinas que los concejales viven mejor que quieren. Que viven, podemos dar fe. Que lo hacen mejor que quieren, ya me hace dudar. Porque debe tener una dedicación tremendo una rutina tal que así: ‘Llegar al despacho, comprobar que todo sigue en orden, bajar a desayunar, leer el periódico y descubrir las inventivas de turno de la alcaldesa, subir de nuevo al despacho, correr la cortina, comprobar que no llueve, mover la silla hacia la ventana, coger papel y lápiz… y contar los vuelos de las gaviotas por el cielo alicantino...’.

Menos mal que la especie 'autóctona' de gaviotas tan sólo realiza dos trayectos diarios… si no llegarían en cascada las renuncias al acta de concejal socialista. ¡Hasta Roque se mueve más!, pensará más de uno mientras observa el vuelo de esta especie tan apegada al Mediterráneo.

8 de marzo de 2010

Consecuencias infinitas

Dice una campaña publicitaria que “un beso dura unos segundos, pero puede dar conversación durante horas”. Algo similar ocurre con la toma de decisiones. En un momento, te debes decantar entre las alternativas existentes, aunque seas consciente de que las consecuencias te puedan, incluso, acompañar para el resto de la vida.

Hace unos días, la Diputación de Valencia censuró las fotos del caso Gürtel de una exposición organizada por la Unió de Periodistes. Un ejemplo más de la creciente censura institucional y de la escasa inteligencia existente entre los actores de la política, dado que las imágenes ya se habían publicado con anterioridad y la decisión no ha hecho más que dar eco a una muestra sin excesiva notoriedad hasta que se llegó a coartar la libertad de expresión.

Aquí queda patente que una decisión, que se fraguaría a base de dedo acusador –señalan al diputado de Cultura–, ha saltado con fuerza a la actualidad informativa.

De vuelta a los asuntos más próximos, la relación que se establece entre las decisiones y las consecuencias tampoco difiere en exceso. Tan sólo, la repercusión social. Poco más.

Imaginemos. Siete días a la semana. Siete jornadas laborales (por elección propia, que conste). Y así, un día tras otro. Por la mañana, labores de redacción; por la tarde, de edición; por la noche, los trabajos pendientes de la Universidad; y de madrugada, un intento de aliviar el cansancio. ¿El blog? Entre sueño y sueño. Y, durante todo el día, agradecida por manejar una agenda tan repleta de actividades.

Tras un mes, los intentos se hacen vanos y el cansancio hace acto de presencia. Cuesta pensar, se hace más difícil escribir. Y casi imposible, innovar.

Y sin pretenderlo, salta la liebre. Todo sucede un sábado, por ejemplo. Llegas al trabajo a primera hora. Saturada, pero con ánimo. Te organizas la agenda –novedad en el frente– y, por consecuencia, el tiempo. Valoras el espacio que tienes y la información existente. No es mucha, pero sí suficiente. Decides invertir la jornada matinal en recabar la información necesaria para dos de los temas previstos. El tercero, se relega a la tarde. Sin embargo, toca la de cal y todo se vuelve cuesta arriba. Hay días malos y otros injustos. Y el sábado tocó sufrir uno de esos comportamientos indignos en cualquier persona que se haga llamar compañero. No valen excusas. Mal ambiente, trabajo acumulado y apenas una hora y media para comer. Caprichos de algunos. Por la tarde, se acelera la actividad. A las siete debo salir con destino a la zona de San Nicolás de Bari. El retraso en el inicio del acto brinda una animada conversación. En apenas unos minutos, intentamos arreglar el mundo. La ubicación del futuro ‘botellódromo’, la despeatonalización de la Explanada de España, las costumbres nocturnas de los jóvenes, los añorados tiempos pasados de cuando unos eran más niños y otros no habíamos casi nacido… Una concejalía, demora en los trámites… y ¡salta la liebre! Lo hizo sin avisar. Y me pilló, lo reconozco, con el pie cambiado. No podía imaginar que en una charla amena, tal vez banal, se me presentara tal oportunidad. Busqué la reacción en mi interlocutora, intenté extraerle más jugo a la pieza. Pero no hubo suerte.

Poco después, llegué a la redacción. Aún tenía dos páginas pendientes de entregar, mucho frío en el cuerpo y una idea rondándome en la cabeza. “¿Me habrá querido decir lo que yo creía que me había dicho?”, discutía con mi otro yo. Pasó la medianoche y aún seguía escribiendo. En la cama, antes de conciliar el sueño, me daba vueltas la misma pregunta y, a la vez, andaba en busca de una respuesta satisfactoria. Pensé: “Trasládale la cuestión a los que manejan el cotarro. Ellos tendrán más ideas y, seguro, la cabeza algo más despejada”. Y así fue.

Al día siguiente, pongámosle que era domingo, me levanté pronto para hacerle llegar mi cuestión a la persona, creo, más indicada. Tras pulsar el botón ‘enviar’, me dirigí hacia el Teatro Principal para presenciar el pregón oficial de la Semana Santa, a cargo de la actriz Emma Ozores. Otra mañana dominical en la calle. Algunos ‘rezan’ para evitar que se lleve a cabo la idea que circula por los despachos desde hace unos meses. A mí, sinceramente, me da igual. No supondría ninguna novedad.

De nuevo sobre las tablas del Principal, las voces blancas llegadas desde Xixona interpretaban el último pasaje de su propuesta musical. Por aquel entonces, la afición local del Martínez Valero vibraba con la victoria de su equipo ante el líder de la Segunda División. Unos vivieron ‘el’ partido de la temporada. Otros, por suerte, jugaron ‘un’ partido más. Servidora reparaba en la liebre, la Semana de Pasión y el Hércules… Una mezcla explosiva.

Ya en casa, poco tiempo para comer y menos para descansar, ya que se presumía una tarde cargada y con aguas turbias a consecuencia de la tormenta sufrida la jornada anterior. Una página y otra. Y, por fin, la última. De nuevo, el tránsito por la medianoche tocaba vivirlo en la redacción.

De vuelta al que dice ser mi hogar, la pregunta de la noche anterior aún me rondaba en la cabeza. Y, a estas alturas, se unía a la única respuesta que tenía entre manos. Había llegado a través del correo electrónico, y decía mucho sin dejar entrever apenas nada. Así que, ya en la cama, era el turno para reflexionar. Concluí que la teoría siempre gana, dado que la práctica brinda demasiados inconvenientes.

El día siguiente podía, verbigracia, ser un lunes más en el calendario. Y la rutina, como las páginas de ese almanaque, se presentaba similar a la vivida siete días atrás. Por la mañana, labores de redacción; por la tarde, de edición; por la noche, los trabajos pendientes de la Universidad; y de madrugada, un intento de aliviar el cansancio. ¿Y el blog? A horas intempestivas.

En este lunes, la tarde ha llegado con una lección de la mano. Incluso, con una respuesta a esa oportunidad que llegará en unos meses cuando la licenciatura sea una realidad. ¿Qué hacer? ¿A dónde ir? ¿A qué puerta tocar? ¿A quién escuchar? ¿Ser valiente o conservadora? ¿Asegurar un futuro o tener paciencia en busca de un sueño algo perecedero?

Por sorpresa, me llega una escueta amonestación verbal, sin rodeos, con exquisita forma y un contundente fondo. Suficiente para advertir y aleccionar. Para hacer pensar. Valorar si la vida es como me dicen o si me inundan el horizonte de ‘pájaros’. Porque hay palabras que halagan, pero éstas tampoco hacen frente al viento.

En unos segundos, la liebre yacía inerte. Víctima de quien le había dado la libertad a últimas horas del pasado sábado. Y yo, también inmóvil, actuaba como simple testigo de la hazaña. Sin poder de reacción. Tal vez, debe ser una anécdota más en el currículo. Tal vez, un signo de que el futuro no me da chance en este universo, que –ilusa– creía mi casa.

Este recorrido, todavía no pasa de ser una mera reflexión. Le falta madurez para convertirse en un conato de decisión. Y sosiego… si quiere figurar como realidad. Las consecuencias, por tanto, tendrán que esperar.

Además, hago por no olvidar que todo lo anterior puede ser producto de mi imaginación. Y vivo a la espera de ese ‘beso’, que dure segundos, pero que me dé conversación durante horas...

6 de marzo de 2010

Donde la mirada converge

El 25 de septiembre de 2005, Fernando Alonso se coronó campeón del Mundo de Fórmula Uno, tras la disputa del Gran Premio de Brasil. En la jornada de resaca, la primera promoción de Periodismo comenzó a dar sus primeros pasos en la Universidad Miguel Hernández. Y hasta hoy.

Ahora, cinco años después, el piloto asturiano está a punto de iniciar su aventura en Ferrari; mientras, un centenar de alumnos atisban, con diáfana proximidad, la esperada Graduación, que contará con el Honoris Causa a Rosa María Calaf como broche final a la carrera. A partir de ahí, uno y otros deberán demostrar la experiencia adquirida durante los últimos cinco años. Ahí es nada.

A modo de prematura despedida, "Los Cinco" nos embarcamos en una aventura por el centro más occidental de Europa. Irrepetible, por el contexto, y recordable, por esos detalles que siempre quedarán impresos en esa memoria de mayor recorrido. Así, dada la atomización de nuestra clase, el archiconocido ‘Viaje fin de carrera’ se convirtió en un sinfín de ideas… Nuestro proyecto tuvo, como primera estación, Holanda, para terminar en casa tras recorrer el norte de Francia. Apenas fueron siete días, suficientes para echar la mirada atrás, recordar aquel 25 de septiembre de 2005 y ver cómo éramos y en qué nos queremos convertir. Aquellas charlas espontáneas, sin ubicación predeterminada, aún me hacen pensar. ¡Y lo queda! ¿Qué hacer mañana? ¿Hacia dónde dirigir los próximos pasos? ¿Son los sueños cumplidos piedras en el camino? Un mes después, las preguntas aún vagan en busca de alguna respuesta coherente, satisfactoria, respetuosa y, a la vez, agradecida.

En Ámsterdam nos recibió el frío y nos despidió un termómetro con tiritera. Aún así, el factor meteorológico más que un inconveniente se convirtió en un aliciente a la hora de descubrir los encantos de una ciudad de imágenes. Sus innumerables canales, la tranquilidad de su gente, los transportes ecológicos y una arquitectura muy cuidada te llevan a la evasión. Los espacios dedicados a célebres artistas, el templo para los adictos a Heineken, los antros de malos humos y los secretos de las cortinas rojas otorgan un estatus de visita obligada, y bien recomendable.

La casa de Anna Frank te contiene la emoción. Durante el recorrido, apenas se articula palabra, la imaginación se basta para revivir lo allí sufrido. Esa experiencia con un posterior y plácido paseo en barca muestran la cara más visible, reconocida y sentida de una ciudad recogida, dinamizada por amables caras.

“Nada puedo hacer ahora que ya estás a mil kilómetros de aquí; y, si un día tú te atreves a quererme, yo te estaré esperando aquí”, canta Fito a ritmo de blues, junto a sus inseparables Fitipaldis. Aunque no siempre aquello que se desea está tan lejos, Ámsterdam y París sí están separadas por un buen trecho, más aún cuando suspenden el servicio del tren de alta velocidad que nos iba a dejar en apenas cuatro horas en una de las capitales del mundo. El motivo, luctuoso, mostraba pues todas las justificaciones posibles: un terrible accidente ferroviario había provocado, horas antes, una veintena de muertos en un trayecto que se presumía corto. Demasiado eterno, al final. Por ello, se quedaron atrás las quejas y los retrasos horarios… Importaba llegar al destino, y hacerlo bien. Tal y como fue.

Puestos los pies en suelo antes revolucionario, nos pusimos en marcha. No había más tiempo que perder… París parecía demasiado majestuosa para dejar que los segundos se escaparan sin justificación. Lo parecía al llegar, y aún lo fue más tras esos primeros contactos tímidos, algo atropellados, pero siempre muy sinceros que te dejan satisfecho y con ganas de repetir. Porque la experiencia, además de años, son grados que se suman.

Conocida la Estación del Norte y la Rue Lafayette, por exigencias del guión, y ya libres de equipaje, nos dispusimos a recorrer los iluminados corazones repartidos por un anárquico mapa que hacen de París la “Ciudad de la Luz”, y –dicen– un paraje único para vivirlo con alma de enamorado.

No rehuimos ningún enclave. Cumplimos con los puntos obligados, pero también apostamos por aquéllos que transmiten franqueza. Con un atropellado viaje en autobús urbano, un recorrido a través de miles de tumbas en el Père-Lachaise o un paseo por uno de esos barrios con aires de exclusión social se consigue –o se cree conseguir– conocer algo más de una ciudad vanguardista, donde la historia se exhibe sin recelo. Sin miedo al qué dirán. Para ello, claro está, hace falta haber vivido y, por supuesto, sentir orgullo de esas experiencias.

Huelga decir que las vistas de París desde el Sacré Cœur, con el horizonte teñido de rojo, representan un inicio apasionante. Tampoco se queda atrás el primer encuentro con la Torre Eiffel. Lo que se diga, queda pequeño. Es imponente. Llegar arriba cuesta, para qué negarlo, pero gratifica cualquiera esfuerzo. Pese al trajín que se vive en la cumbre, te llegas a sentir solo, relajado, con tiempo para reflexionar, para creerte alguien y a la vez comprobar que no eres más que un ser diminuto entre esa marabunta de hierros.

Allí, cada rincón está revestido de detalles cuasi imposibles de descubrir. El tiempo apremia y te lleva casi a volandas por las interminables avenidas parisinas. De esos trayectos infinitos, una imagen. Caprichos del destino. La instantánea representa vivencias aún cercanas. Por eso, debe ser, la conservo intacta. A mi espalda, la Plaza de la Concordia; ante mí, los Campos Elíseos; y donde la mirada converge en un punto, el Arco del Triunfo, con su eterna llama. A la derecha, la Iglesia de la Magdalena; a la izquierda, la Asamblea Nacional. Como fiel compañero, el Sena. Y hasta ahí puedo leer. Hasta la próxima. 'Au revoir'.

1 de marzo de 2010

De visionado (cuasi) obligado

A veces la televisión escapa de la tendencia más actual y ofrece productos recomendables. De aquellos que te mantienen centrado frente al monitor. Aquí, los últimos tres reportajes que me han ‘llegado' el pasado fin de semana. Cada uno, eso sí, por distintos motivos.

Para comenzar, el más profesional. Con la excusa del décimo aniversario del diario gratuito ’20 Minutos’, Informe Semanal ofreció un reportaje sobre la crisis de la prensa, aderezado con las opiniones de los directores de las principales cabeceras españolas… Pese a cierta demagogia, merece la pena escuchar la realidad, no darle la espalda y analizar las posibles soluciones que manejan los más veteranos del lugar. Aunque, tal vez, no son los más indicados para mirar al futuro.

Para continuar, el más ‘sentimental’. Un personalísimo reportaje sobre Pep Guardiola, donde su familia, amigos, compañeros de oficio y periodistas cercanos descubren su cara más íntima. Un niño que nació ‘con un don’, llegó con trece años a la Masía. Allí empezó a demostrar su capacidad, una visión del juego casi celestial. En total, media hora que concluye con unas imágenes que aún erizan la piel a todo amante del fútbol… Y emocionan al que presuma de corazón culé.

Para concluir, el más personal. Un reportaje en el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, que llevó al ente nacional a una persona que fue vilipendiada en la Universidad de Elche, que casualmente pasea el nombre del genial poeta alicantino. Como experto en el autor de Orihuela, la imagen de Jesucristo Riquelme -que se conserva como nadie- me devuelve a la retina a un personaje que nos enseñó todo lo que pudo -que fue mucho- durante el poco tiempo que le permitieron impartir docencia en una Licenciatura de Periodismo que, por aquel entonces, daba sus primeros pasos. Por desgracia, las ‘pesos pesados’ nos lo arrebataron por cuestiones de índole política. Esas que no deberían estar permitidas en un centro universitario, pero que por desgracia son el eje central del proyecto. ¿O no, Marín?