Dicen algunos que PP y PSOE son lo mismo. Pero no. No lo son. Basta con ver "el día después" de que se conociera el informe de la UDEF sobre el plan Rabasa, con la nueva imputación de la alcaldesa popular Sonia Castedo y la vinculación de los socialistas Blas Bernal y Ángel Franco en el controvertido macroplan urbanístico. Mientras unos guardaban un sospechoso silencio, los otros se despellejaban fraticidamente sin rubor alguno. Decía que no son lo mismo, o al menos se ve que no exhiben la misma actitud ante hechos, digamos, con ciertas similitudes desde una perspectiva política. Y ya, ya sé que no es lo mismo una imputación que una vinculación. Faltaría... Por eso, Por eso, sorprenden más todavía las peleas cainitas.
Desde que se hiciera publica la última imputación de Castedo, mucho ha cambiado en el grupo municipal del Partido Popular en Alicante. Y sobre todo en la propia Castedo, que ha optado por vivir los últimos días de puertas hacia dentro, con un recogimiento propio de las monjas de clausura, con la cabeza bajo tierra. Su agenda política se vio reducida la pasada semana a mínimos, manteniendo apenas un puñado de actos de entidad menor, sin que en ningún caso mediase convocatoria previa a los medios de comunicación. Y además sus palabras se cotizan, más si cabe, a precio de oro. Nada se le escuchó decir hasta el sábado, salvo un lacónico "estoy muy bien, pero no voy a decir nada", que se le consiguió arrancar en el único acto público en el que participó esa semana. Entonces, aunque tampoco hubo convocatoria a los medios, se le pudo retratar durante la celebración del Día de Melilla, acto en el que fue recibida por un espontáneo aplauso por parte del medio centenar de personas reunidas. No parecía preocupada, intentaba sonreír, pero imagino que la realidad es bien distinta. Desde ese día, poco más. Que no, que de Rabasa no habla. Que sólo se pronuncia sobre "aquello que interesa a los ciudadanos" (sic).
Y mientras Castedo elige la penumbra, su grupo municipal continúa sumido en el mutismo. Siguiendo al pie de la letra la estrategia de la alcaldesa, el resto de concejales tampoco han dicho "esta boca es mía" en los últimos días, rechazando cualquier oportunidad para valorar la situación judicial y política de la todavía líder popular en Alicante. No lo han dicho con un micrófono de por medio, matizo. Tras bambalinas la situación es otra, pero no es el tema. Y tampoco se han dejado ver en las redes sociales, que se han convertido en un instrumento imprescindible para tomar el pulso a la actividad política. Los pocos que han mantenido activa su cuenta estos días han ignorado por completo el tema por excelencia de la semana, centrándose en cuestiones propias de sus concejalías o ni eso; como si nada hubiera pasado. Ni un comentario ni siquiera un palmadita en la espalda. Nada. Mutis absoluto.
En cambio, eso de que las redes sociales son ya un elemento magnífico para ver cómo respira el sector político en la ciudad se lo han tomado muy en serio en la acera socialista. Aunque en este caso por la habitual incontinencia verbal. De hecho, llevan una semana sin cerrar el pico. Tanto que le han faltado horas al día para seguir todas las disputas, indirectas, directísimas, acusaciones y menosprecios e incluso insultos de bajo nivel que se han dedicado cargos, expolíticos y militantes a través de las principales redes sociales. De todo menos compadreo y camaradería. Cada segundo, una nueva sorpresa. Y es que, para prender la mecha, bastaba un extracto del informe de la UDEF que vinculase a Menganito con Ortiz, unas declaraciones de Zutanito sobre Menganito o una opinión de Fulanito hablando de Zutanito. Cualquier excusa ha valido y sigue valiendo para hacer sangre entre aquellos que se refugian bajo unas siglas históricas. Que no es cualquier cosa. Y tras años diciéndose en Alicante que los socialistas ganan asambleas para perder elecciones, el panorama no parece mejorar. Veremos cuándo dan la vuelta a esa tortilla, dejando atrás unas guerras intestinas históricas para unir esfuerzos en el trabajo y la dedicación por la ciudad.
Así, con el silencio cómplice de unos y la locuacidad impertinente de otros, parece complicado despejar los nubarrones que se ciernen desde hace demasiadas lunas sobre Alicante. Llevamos tantos meses esperando una buena tormenta sobre Alicante que resulta desmotivante ver de nuevo los rayos y truenos cayendo sobre el Ayuntamiento y los tentáculos políticos que de allí surgen. Y es que en contadas ocasiones silencios y palabras han trasladado un mensaje tan similar.