A pocas horas de la inauguración oficial de la Volvo Ocean Race, nos hemos despertado con la noticia de que el presidente de la Generalitat Valenciana (supuesto representante de todos los residentes en la Comunidad) no estará presente esta tarde en el pistoletazo oficial de un evento de trascendencia mundial. De nuevo, el presidente Alberto Fabra antepone sus intereses personales a sus obligaciones profesionales. El molt honorable ha optado por dar la espalda a la ciudad de Alicante, algo que no nos coge por sorpresa a los "valencianos del sur". Y todo, por cobardía, por ser un Rajoy más: dejar que los problemas se resuelvan por si solos con el paso inexorable del tiempo, y en la medida de lo posible acaben por pudrirse. Si Fabra fuera un tipo valiente (hablemos de imposibles), habría echado ya a la alcaldesa Sonia Castedo de las filas del PP, evitándose ausencias injustificadas con tal de ahorrarse una foto. ¡Una maldita foto! Y no la habría apartado ayer ni hoy (por el espectáculo del último pleno o la salida de la Volvo), sino hace meses, justo esa fecha en la que él mismo decidió que la regidora popular doblemente imputada por sendos casos de corrupción no repetiría como cabeza de lista por Alicante. Habría sido una decisión valiente y personal, aunque teñida con sus arbitrarias y caprichosas líneas rojas. Pero no, Fabra nunca tuvo la valentía de tomar la iniciativa en un asunto de extremada repercusión política. Así, aquellos polvos (su cobardía innata) nos traen ahora estos lodos (escondida de cabeza cual avestruz común). No se puede tolerar, porque va en el sueldo y en el cargo, que el presidente de la Generalitat no esté presente hoy en la inauguración del único evento que este año pondrá a Alicante en el mapa del mundo. Es una auténtica falta de respeto hacia los alicantinos, se sientan más o menos representados por el señor Fabra. Aunque éstos, a buen seguro, no le echarán de menos. Los cobardes, cuanto más lejos, mucho mejor.
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