Un instante de la procesión de esta mañana de Viernes Santo (Foto: Jose Navarro) |
En esta ciudad, la gente pierde
muy pronto la fe. Y no me refiero a cuestiones económicas o deportivas, sino al
concepto más clásico de la fe. A tener una poderosa creencia. Basta con echar un ojo a la procesión
matutina de este Viernes Santo en Alicante para comprobar que la citada fe
puede ser un fiel reflejo del Guadiana, que viene o va en función de la
cercanía, por ejemplo, de una doble cita electoral, como la del próximo 24 de
mayo. Y es que hasta el pasado año, la Cofradía de la Sentencia de Jesús se
convertía cada mañana de Viernes Santo en un absoluto desembarco político. En
concreto, de políticos del PP, con Sonia Castedo al frente de ellos, tanto en
su periodo de concejala como posteriormente de alcaldesa. Pero en este 2015,
todo ha cambiado. Todo, menos una cosa. Castedo, como desde hace años, ha
vuelto a ejercer de capataz del paso, dando órdenes a diestro y siniestro,
aunque esta vez apenas ha tenido a compañeros de partido a su mando. Sólo una, Sonia
Alegría, todavía concejala del equipo de gobierno y también implicada en la
investigación del caso del PGOU, ha lucido traje de faena blanco. De hecho,
ambas han pasado recientemente por el juzgado, una en condición de imputada y
otra como testigo del presunto amaño del Plan General de Ordenación Urbana. Hoy,
de nuevo juntas y con la inestimable colaboración de otras personas, han
paseado «La Sentencia» por Alicante.
Así, cuatro meses después de esa
polémica dimisión de Castedo a través de Facebook por su doble imputación en
supuestos casos de corrupción, Sonia Alegría ha vuelto a estar bajo la batuta
de su exjefa. Del resto de concejales que, año tras año, solían participar como
costaleros, o al menos como acompañantes del paso, poco se ha sabido. Es cierto
que Oti García Pertusa acompañaba de luto, y bien sola, a la imagen por las
calles de Alicante. Mientras, a algún otro se le ha visto en el palco, pero a
otras ni eso. Me explico. Tirando de hemeroteca, se puede recordar a Nino
Llorens, Marta García Romeu o Adrián Santos como algunos de los habituales
costaleros de «La Sentencia». De ellos, hoy sólo se ha visto a Llorens, y en el
palco, con chaqueta, corbata y escoltado por una nutrida colla de ediles
–Sandoval, Ardid, Postigo, Goitia, Seva…– y por el todavía alcalde, Miguel
Valor. Algunos, que no todos, respondieron al mismo nivel de impostada timidez
al saludo que les envió la propia Castedo al pasar frente a ellos, ante el
interés de las cámaras por captar un instante con sabida carga política. A
quien no se ha visto ni con vesta ni con traje de chaqueta es a la alcaldable
del PP, Asunción Sánchez Zaplana, llamativo porque raro ha sido el año que no ha participado
activamente en la procesión de «La Sentencia».
Tuit de Sánchez Zaplana, en compañía del concejal Carlos Castillo |
Fuentes próximas a la candidata aseguraban
a última hora de ayer jueves que Suni –como se hace llamar ahora también en
redes sociales por aquello de la supuesta relación entre proximidad y votos– no
tenía previsto realizar el recorrido desde el barrio de El Pla hasta el Ayuntamiento,
pero que seguiría el paso desde el palco de autoridades. Pero no ha sido así,
ni parece que fuera la verdadera intención de la alcaldable. Sobra con echar un
ojo a la imagen que ella –o alguien de su equipo– ha subido a primera hora de
la tarde de hoy a su perfil en Twitter. Sánchez Zaplana, que siempre destaca
por su impoluta imagen pública, vestía ropa cómoda en la citada foto, nada que
ver con la que luciría en cualquier procesión, como se ha podido comprobar
durante estos días ante su activa presencia en las calles. Contaban la tarde
del jueves desde su entorno que, ante el inminente inicio de la campaña
electoral, la candidata tenía «mucho trabajo de oficina». No seré yo quien lo
dude. Seguro que es así. Aunque resulta cuanto menos curioso que una habitual
de esta cofradía, y reconocida creyente, haya pasado de poner su hombro al
servicio de «La Sentencia» a mantenerse absolutamente al margen de la
procesión. ¿No será que prefería, como otros concejales con aspiraciones a
revalidar el cargo, evitar fotos incómodas con Castedo por aquello de preservar
su imagen pública? No hace falta ser muy retorcido para pensar así, ¿verdad? Ya
saben, la fe no es eterna ni mucho menos incondicional.
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