13 de octubre de 2009

"El pecado original"


Hoy era un día que se presumía importante para el futuro de 'Ric'. El Comité Ejecutivo del PP regional debía decidir qué hacer con su secretario general... Al final, más incertidumbre que realidades. Por un lado, dicen que Camps mantiene a Costa en el cargo, mientras que en Génova lo dan por sustituido... ¡Cosas de la política! Más allá, me dejo caer por aquí para recomendar un texto que me ha ocupado parte de la mañana. Es largo, y ciertamente atemporal, por eso lo dejo aquí sin fecha de caducidad. Una lectura necesariamente relajada y, a la vez, cuasi obligada para hilar muchos de esos detalles que aún hoy se nos escapan. Después de estas (echémosle) 2.000 palabras, todo será más sencillo de entender. No de compartir, claro está. Aquí dejo el inicio... y el final. El resto, en la web.
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El día de reflexión de las elecciones autonómicas de 1999, Zaplana confesó a un grupo de íntimos que tenía la promesa de Aznar de llevárselo con él al gobierno de Madrid como mucho mediada la legislatura. "¿Y le crees?", preguntaron. "Sí. Aznar es un tipo que cumple siempre su palabra. Ya tengo pensado el sustituto", contestó. Cuando dijo que era Francisco Camps, ninguno de sus interlocutores pudo disimular su estupor y alguno, incluso, se atrevió a expresarlo. Pero Zaplana era el "boss", así acostumbraban a llamarlo sus compañeros. Así que no había más que hablar. Ni las recomendaciones de Rita Barberá, la alcaldesa de Valencia, que había tenido a Camps como concejal y le advirtió de que no se fiara; ni la resistencia generalizada de la alta dirección del partido para trabajar por alguien a quien no consideraban "uno de los nuestros", por muchos años de militancia que llevara, consiguieron hacer la más mínima mella en Zaplana. A Camps se le había ido preparado una carrera "de diseño" (conseller, secretario de Estado, secretario general del partido y, para la última fase, la que buscaba la foto diaria en la Prensa, delegado del Gobierno en la Comunidad), carrera que fue cumpliéndose paso a paso, aunque entre dientes no hubiera ya por aquel entonces ni un solo dirigente veterano del PP que no dijera aquello de "esto sólo lo hago porque Zaplana lo manda, pero se equivoca…”.


Muchos, también, reclaman la vuelta de Zaplana. No son esos los planes del ex ministro. Pero es cierto que, aunque lo niegue, maniobrará porque sí le sigue interesando la política de Madrid y sabe que controlar de nuevo una base como la Comunidad Valenciana es un aval de primer orden (Zapatero ha demostrado que sin la Comunidad Valenciana se puede ganar, pero el PP no podría ser alternativa real de gobierno sin ella) para influir en lo que pase en el PP nacional si Rajoy pierde su última oportunidad. Y porque está comprobando que, si muchos de los suyos tardaron segundos en dejarlo tirado e irse con Camps, que era el que tenía el Diario Oficial de la Generalitat, en estos momentos, con el presidente en sus horas más bajas y sin un duro en el presupuesto, esos mismos ahora están volviendo a cambiar de bando con la misma facilidad, perdón, que quien cambia de traje. Ahora falta por saber si Zaplana tiene aún espacio para la maniobra, si, de tenerlo, volverá equivocarse y buscará otra "marioneta", cosa para la que ya no tiene recursos ni fuerzas y, sobre todo, si al final cayera Camps, buscará una alianza que le permita moverse en Madrid sin volverse estrábico de tanto mirar a Valencia.

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