13 de diciembre de 2012

¿Y la ciudad, bien o qué?



Horas después del penúltimo escándalo de los socialistas en Alicante, sigo rastreando las redes sociales… ¡Y nada! Revisando las cuentas de los cabezas visibles de la formación, ya sean de la Ejecutiva o del Grupo Municipal, sorprende no encontrar un solo comentario, apunte, guiño, indirecta… unas míseras palabras vinculadas al ‘caso Elena Martín’. 

Sorprende porque los socialistas (sobre todo aquellos que integraban la facción rebelde, que ahora ya no me pregunten quién la compone) han usado muy mucho sus respectivos perfiles en Twitter y Facebook para poner a caldo a sus opositores, también socialistas, sí, pero contrincantes, al fin y al cabo.

Nada. Mientras Elena Martín habla de los diputados del PP imputados y de unos bichos que le han dejado afónica, Gabriel Echávarri incide en las políticas de empleo de los populares y en el abandono del sector turístico. Ah! Y también subraya que “lo importante es la gente”. No sabemos a qué gente se refiere. Porque basta con abrir el periódico o sintonizar cualquier emisora local para comprobar que los socialistas, a los que él dirige (o eso dice en su perfil de visita), están ocupados en otras guerras. Guerras internas, que se suele decir. Guerras que no hacen más que agrandar ese agujero de apoyos que les llevó a sumar, y gracias, ochos concejales en las últimas elecciones. Por entonces, hace apenas un año, parecía una cifra muy menor. Pero denles un poquito de tiempo… Y verán de lo que son capaces.

Ahora parecen niños insolentes de escuela de Primaria. Que si te acuso, que si me quitas el sueldo, que si se lo das a ésta, que si yo no lo quiero, que si se lo ofrezco al que empezó toda la guerra, que si sí, que si no… En eso, en luchas de partido (como en los últimos años), andan liados los que fueron llamados a liderar la oposición en Alicante. Decía Miguel Gila: «Mis guerras son absurdas porque lo es la guerra en sí». Algunos bien podían tomar nota.

Así que en esta ciudad, tan bien parida como abandonada a su suerte, no podemos presumir ni de gobierno ni de oposición. Unos andan con un ojo en el Palacio de Justicia y el otro en mover la silla de Castedo para ver quién se la agencia. Otros… otros ya ven. Luchando por la nada. Porque díganme ustedes ahora qué representa el socialismo en la capital de la provincia. 

Como ciudadana, resulta ciertamente patético echar un vistazo al patio. Dan ganas de emigrar, cual joven alicantino, pese a que una todavía puede presumir de trabajo. Pienso en un votante, pónganle ustedes el nombre y la cara que quieran, cuando a diario mire a izquierda y derecha y vea, con estupor, cómo anda su ciudad. Ya me lo imagino frente a las papeletas electorales, sin saber qué hacer. Faltan tres años, pero imaginen que mañana hubiera que votar. Para demasiados, no resultaría fácil elegir. Ya saben, para elegir hace falta capacidad, pero sobre todo alternativas. Dirán ustedes que hay más partidos. Y tiene razón. Pero tampoco despejan el camino. Más bien...

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