Podemos pintar la página de azul,
ponerle un marco negro o echarle unas gotas del perfume más exquisito. Podemos
conformarnos con un debate estéril sobre la forma o quedarnos con el ingrato fondo,
el verdadero drama del asunto. Podemos discutir la anécdota o criticar con
firmeza la nefasta gestión realizada por el Ayuntamiento en el Lucentum. Sí, una
gestión, vamos al meollo, que anualmente costará en torno al medio millón de euros a todos
los alicantinos. Ahí es nada. Una partida presupuestaria que suena a bochorno
cuando las arcas municipales se desangran día a día, sin ningún atisbo de
mejora en un corto-medio (incluso largo) plazo. Que suena a broma de mal gusto cuando instalaciones (incluso
deportivas) permanecen cerradas en la ciudad por falta de fondos…
Última recepción oficial en el Ayuntamiento. Este junio, tras el frustrado ascenso a ACB. |
En estos tiempos, con un gobierno
local obligado a pedir créditos mes sí y mes también para hacer frente a los
pagos más corrientes, 500.000 euros de todos los alicantinos irán casi íntegramente a rebajar la
millonaria deuda que arrastra el club con todo ser viviente, con Hacienda y la
Seguridad Social al frente. Una deuda que no ha llegado de la mano de extraterrestres, sino que la han generado unos individuos temporada tras temporada... Y todo por la ya conocida (aunque poco denunciada) incapacidad
del Ayuntamiento para llevar por la senda correcta a un club que le pertenece,
por aquello de ser el máximo accionista de la entidad. Porque el Lucentum es
suyo. Para lo bueno, las fotos, y lo malo, las deudas. Con una salvedad: las
fotos se las hacen algunos y las deudas las pagamos todos.
Hoy, desde primera hora de la
mañana, las redes sociales han hecho un hueco al Lucentum. Y de nuevo, el
asunto a tratar nada ha tenido que ver con la competición sobre el parqué. Este
año, por desgracia para la ciudad, el equipo milita en una categoría menor,
amateur, aficionada o como queramos llamarla. Y con este escenario, algunos
discuten el envoltorio de la noticia (más amable con los de ahora o menos condescendiente con los políticos de siempre). Legítimas ambas miradas, en serio. Pero
servidora prefiere quedarse con la realidad, que es una y difícilmente
rebatible.
El Ayuntamiento, un año más,
destinará medio millón de su convulso presupuesto al Lucentum, a su club, al
club más importante de baloncesto de la provincia, pero que disputa una categoría perdida entre tantos calendarios. Pero esta vez, en contra de lo hecho durante los últimos años, el Lucentum
no viajará por España... Ni de lejos. Este curso, los jugadores –que de
profesionales en lo económico no tienen nada, aunque sí pueden presumir de
alicantinos– visitarán canchas muy cercanas, como Guardamar, Novelda, La Vila o
San Vicente. Otras temporadas, la inversión municipal se escudaba en la cacareada promoción
turística de la ciudad, en la importancia de que Alicante recorriera parte de
la geografía nacional de la mano del deporte más nuestro. Este año, en cambio, el montante económico
irá prácticamente a manos de Hacienda y la Seguridad Social. Sin promoción.
Sin ningún rédito. Como si tiramos medio millón de euros a la basura, vamos.
De nuevo, y ya van tropecientas
ocasiones, la mala gestión municipal supone otro golpe bajo a los alicantinos,
que tendrán que cargar con un gasto ocasionado por un grupo de personas,
con sus nombres y apellidos. Algunos, varios, cargos políticos. Y todos, sin excepción, parte del Lucentum
con el beneplácito del Ayuntamiento. Parece que ya no basta con la
correspondiente subida de los impuestos de turno o la reducción continua de los
servicios públicos en la ciudad, sino que los alicantinos también tienen que apechugar (again) con los desmanes de unos pocos. Y todo para que ellos, negligentes en su
cometido, no paguen con su patrimonio personal. De juzgado de guardia, créanme.
Aunque la Justicia, tampoco en este caso, defienda en mucho a los ciudadanos. A las pruebas...
Ya lo decía. Podemos pintarlo de
azul, ponerle un marco negro o echarle unas gotas del mejor perfume. Pero sólo
existe una realidad: unos culpables, que saldrán de rositas, y unos damnificados,
que pagarán (económicamente) por ellos. Como siempre. Visto así, no sé dónde
está la novedad.
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