Poco se ha salvado de la feroz y divertidísima crítica de los gaditanos en su Carnaval. Este año, ha habido para todos. Se ha cantado contra los recortes en Educación y Sanidad, la Ley del aborto, la corrupción y sus caras políticas, la entrega de las armas de ETA, la reforma laboral, la polémica Ley de seguridad ciudadana, la Casa Real, la sumisión de España al Gobierno alemán…, además de numerosos asuntos más suyos, relativos a Andalucía o a Cádiz. Y también hubo bromas más mundanas, como las relacionadas con el vídeo de Olvido Hormigos, y no precisamente el del salto de trampolín. Pero como decía, han ido al cuello. Los chirigoteros tenían material y parece que no saben lo que es el miedo. Y de vergüenza, mejor ni hablamos.
Con una sonrisa instaurada en la cara, han
criticado sin eufemismos al poder político, amparándose en el popular Concurso
Oficial de Agrupaciones Carnavalescas, conocido fuera de Cádiz como «las
chirigota» del Teatro Falla. Técnicamente, no todas son chirigotas. Pero eso,
¡qué más da! Lo importante va más allá. Han repartido a todos los que, a su
juicio, lo merecían. Que, visto lo visto, son muchos. No se han escudado en la
infame excusa de no mezclar política y fiesta. Allí no. Aquí, en cambio, la
cosa cambia. Leía estos días reportajes sobre las Fallas, en los que se venía a
pedir la vuelta de la crítica a los monumentos valencianos de cartón-piedra. No
era una exigencia, era casi una súplica. Y aquí tendríamos que hacer lo mismo. ¿Recuerdan
cuando las escenas de las hogueras venían cargadas de crítica, ironía y
sarcasmo? ¿Recuerdan cuando rodear una hoguera, leyendo las cartelas y parando en los ninots, era sinónimo de risas y buen
humor? Yo también. Recuerdan, por tanto, cuando se «arreaba», bajo el pretexto
de la tradición de las Hogueras, a los políticos, a los miembros de la Gestora
e incluso a los propios ciudadanos y festeros. Ya poco queda de todo eso. Cada mes
de junio resulta más complicado encontrar pellizcos de crítica en los
monumentos, una decadencia que pronto tocará fondo. Eso sí, los que se atreven,
que son una minoría, acaparan la atención de casi todos. Normal, son bichos
raros en gravísimo peligro de extinción.
Y, por el contrario, no vean las risas con las
chirigotas. No dejan títere con cabeza, que se dice en estos casos. No pueden imaginar la envidia que sentía estos días mientras escuchaba esa ristra de «zascas» a
todo ser viviente: que si a la alcaldesa, a los sindicatos, a la Junta, al Gobierno
y a la oposición… Hasta al Santísimo, si se descuidaba. Y aquí, res de res. ¿Para qué vamos a criticar a
los que nos mandan, no? ¿Para qué vamos a aprovechar esa ocasión tan nuestra para
reprocharles sus errores? Mejor, calladitos… No se vayan a enfadar esos
mandamases y nos vayamos a quedar sin subvenciones o nos vayan a exigir más y más permisos
–con sus engorrosos papeles añadidos– para montar el mercadillo o la tómbola de
turno… Dicen los mal pensados –vete a saber si con razón– que estos motivos, y
similares, han limpiado de crítica nuestras hogueras. Sí, de esa crítica que de
tanta personalidad vestía a la Fiesta. Y a este ritmo, como pasa en esta bendita
ciudad, habrá un día –me da que no muy lejano– en el que la crítica de hogueras
solo la recuerden los más viejos del lugar. Síntomas ya hay...
En Cádiz, entre tanto, siguen a los suyo. Haciendo gala de una libertad que aquí parece perdida hace tiempo. “En el Consejo de Ministros se decidió por unanimidad hacer una chirigota para venir a tu Carnaval. Prometemos divertir, prometemos disfrutar, no sé para qué prometemos si luego no cumplimos ná”, cantaba para romper el hielo la chirigota de José Antonio Vera Luque, alma mater de los absolutos protagonistas de esta edición. Representaban al Gobierno de Rajoy, con sus ministros perfectamente caracterizados, y cantaban estribillos como: “Ponme la mano aquí, aquí pónmela un poquito. Ponme la mano aquí y aquí ponme el sobrecito”. Y mucho más… Vean (*), disfruten y olviden rápido, que poco o nada de todo eso se verá por Hogueras.
En Cádiz, entre tanto, siguen a los suyo. Haciendo gala de una libertad que aquí parece perdida hace tiempo. “En el Consejo de Ministros se decidió por unanimidad hacer una chirigota para venir a tu Carnaval. Prometemos divertir, prometemos disfrutar, no sé para qué prometemos si luego no cumplimos ná”, cantaba para romper el hielo la chirigota de José Antonio Vera Luque, alma mater de los absolutos protagonistas de esta edición. Representaban al Gobierno de Rajoy, con sus ministros perfectamente caracterizados, y cantaban estribillos como: “Ponme la mano aquí, aquí pónmela un poquito. Ponme la mano aquí y aquí ponme el sobrecito”. Y mucho más… Vean (*), disfruten y olviden rápido, que poco o nada de todo eso se verá por Hogueras.
(*) -> Chirigotas de los ganadores en la final y en la semifinal del concurso de este año. ¡A cuál mejor...!
1 comentario:
Muy grande, Quilla!
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