«Todos los días echo de menos salir a la calle, es lo más bonito que tiene el Periodismo»
Abre su despacho sin condiciones, aunque con algún reparo. Admite que no le gusta conceder entrevistas, prefiere preguntar a contestar, «por eso soy periodista», asegura. En su mesa el orden no se impone, los papeles se amontonan. Periódicos de toda clase y condición envuelven su lugar de trabajo. La luz es cálida e invita a la reflexión. En mangas de camisa, con gemelos y corbata, de tonalidad azul, Juan Ramón se sienta en uno de los sofás. Fumador compulsivo, en ningún momento se aleja del paquete de tabaco rubio, que acompaña con un brillante encendedor. Se le intuye relajado. Su mirada continuamente busca un rincón donde refugiarse, para no clavarla en el interlocutor. Manifiesta así su timidez. La melodía del móvil, de última generación, se confiesa por él. «Hotel California» rompe el silencio, una balada sensible, donde se habla de las tentaciones de la fama, de la pérdida de la inocencia, de la desdicha del amor... De la vida.
P: A 19 de febrero de 2008, ¿qué es para usted el Periodismo?
¿Cuál fue la primera profesión que le resultó atractiva?
Periodista o profesor de Historia, ambas me gustaban, ninguna otra me atraía.
¿Cuándo dijo: «Quiero ser periodista»?
Empecé a dedicarme al Periodismo, casi, sin darme cuenta. Cuando acabé COU, y tenía que ingresar en la Universidad (me debatía entre Historia o Periodismo), me salió una oferta en un periódico muy pequeño (Canfali). Así que tuve, de casualidad, la oportunidad de hacer las dos cosas: estudiar Historia y empezar a aprender el oficio de periodista.
Benidorm, un veterano sentado en su mesa, junto a una ventana, aporreando una vieja Olimpia, y un periodista recién llegado se acerca a pedirle un número de teléfono… ¿Qué le viene a la mente?
Fue mi primer día en una redacción, en Canfali Benidorm. Allí había periodistas muy veteranos que sabían mucho de este oficio, y de los que aprendí muchísimo. Esa anécdota que tú cuentas y que no se me ocurre ahora de dónde la has sacado…
De leerle.
¿Sí? ¿La he escrito alguna vez? Es posible. Esa anécdota me sucedió con un compañero ya fallecido, Manolo Ballestero. Recuerdo que le pedí un número de teléfono y me lo facilitó, pero me dijo: «Es la primera y la última vez que te lo doy, debes formar tu agenda, es básico para un periodista». Así, día a día, aprendes. En mi caso, lo hice dentro de un ambiente muy relajado, era, como quien dice, el niño de la redacción. Eso me permitió ir aprendiendo el oficio poco a poco, sin excesiva presión, pero rodeado de grandes maestros.
¿Cómo recuerda los primeros años en la profesión? ¿Era tal y como se la imaginaba?
Sí, similar. Me ayudó que jamás pensé en cómo podía funcionar una redacción. En cambio, sí me imaginaba que ser periodista era estar en primera fila, viendo las cosas. Y, por eso, creo, desde el principio me enganchó.
¿Tuvo dudas alguna vez?
Cuando empecé no sabía si iba a servir, si duraría dos días, dos años o cuánto. Nunca tuve dudas respecto a mi vocación, pero desconocía si iba a ser capaz de mantenerme en esta profesión o no.
Amplia trayectoria
Durante estos 25 años, ¿qué ha perdido y ganado?
He perdido, supongo, frescura, me he hecho mas escéptico. En cambio, he ganado, espero, madurez y capacidad de no exagerar las cosas. Cuando eres joven le das la misma trascendencia a todo, y luego aprendes que en la vida no todo tiene la misma importancia.
Sí, fue mi primera portada y me dio muchísimo miedo. Sucedió algo muy extraño. Hubo un pedrisco en Aspe, pero muy concentrado en el municipio. Los días pasaban y los medios no le hacían demasiado caso y la Administración tampoco. Fui y vi que aquello era un dramón. Pero me dio vértigo cuando me dijeron que iba a ir en primera página. Llevaba muy poco tiempo en el periódico y me decía: «A ver si lo estoy exagerando, ya que nadie le da importancia... ¿Seré yo quien se equivoca?». Me dio mucho respeto esa noticia.
Le dio respeto, pero también una gran satisfacción. La felicitación de Miguel Iborra, por entonces alcalde de Aspe, hizo que se sintiera «pagado como periodista».
Sí, me sentí muy recompensado porque Miguel Iborra me llamó para agradecerme esa portada. A raíz de la información, la Generalitat Valenciana y el Gobierno Central aprobaron un decreto de ayudas, que palió, en parte, el drama que estaba viviendo la gente.
Además de esa primera portada, ¿qué otros recuerdos le quedan a nivel profesional?
Son muchos años haciendo cosas… [piensa]. Lo he pasado muy bien con una gran cantidad de temas. No sabría decir momentos concretos, separándolos de todo lo demás. Quizá porque es un continuo. Me divierto mucho en este trabajo, incluso el peor de los días.
Pero, algún día habrá dicho: «Lo dejo todo, no merece la pena seguir».
Sí, muchos. Es muy duro, por ejemplo, hacer una edición especial el 11 de marzo de 2004. El trabajo representa un esfuerzo enorme, estás en medio de un drama y es imposible que no te afecte. Seleccionas imágenes que no quieres publicar porque son muy duras, pero tú sí las ves y no te queda más remedio que abstraerte, sino la edición no sale… Hay días que te vas a casa con un sabor amargo.
Y, en esos días, ¿ha dicho alguna vez: «Ya no vuelvo más al periódico»?
También, todos los días, aunque parezca una contradicción. En esta profesión, cada día hay alegrías, a la par que decepciones, frustraciones… No existe ninguna jornada en que no abra el periódico y vea fallos. Ese rato, como director, es muy malo. Por todo esto, casi todas las noches llegas a casa y piensas: «Hay que dejarlo». Hemingway ya decía que «el Periodismo es una buena profesión a condición de abandonarla a tiempo».
¿Echa de menos estar ahí fuera, el contacto permanente con los compañeros, con la noticia, con la calle…?
Todos los días. No hay día que no lo eche de menos. Añoro salir a la calle, porque es lo más bonito que tiene esta profesión.
Sin embargo, no renuncia a su cargo de director.
El despacho tiene su parte positiva, sin duda. Puedes ser el arquitecto, aunque también te gustaría ser el albañil, el carpintero o el fontanero. La dirección tiene una parte muy gratificante: cuando, por la mañana, te enfrentas al conjunto del periódico y ves que los temas están bien contados. Es una gran satisfacción, aunque echo de menos que otro haga de arquitecto y contar yo las historias.
¿Ha pasado por su mente, en alguna ocasión, probar otros medios al margen de la prensa?
No, nunca me lo he planteado porque me gusta escribir. No siento curiosidad por hacer otras cosas. Cuando empecé, hice radio y no estuvo mal, pero la palabra escrita es lo que más me engancha.
Y si por alguna razón la prensa escrita le dejara…
Me imagino que me iría a Internet. Pero no dejaría nunca de escribir, aunque fuera para los amigos, para darles la tabarra. Es como mejor me expreso, como me siento más cómodo, la forma más sencilla para contar lo que pienso.
¿Quién es la persona más critica con usted?
Sin duda, mi hija. Me critica todo lo que publico, lo que no publico, lo que le aburre, lo que no le aburre. Aunque es crítica con todo el mundo en general.
García Márquez asegura que nunca relee sus libros porque le da miedo. ¿Usted se lee?
No, no me leo. Me da miedo porque me aburro profundamente. Además, no lo he hecho en mi vida. Leer para corregir erratas, sí; pero una vez publicado el texto, nunca. No me gusta leerme, no lo hacía ni en el colegio, cuando al terminar un examen el profesor me decía que repasara las respuestas. Pienso que aprendes de los demás, no de leerte.
Aprende de los compañeros. Pero, ¿admira a algún periodista en particular?
Admiro cosas, pero a ninguno por encima del resto, no tengo un modelo único. Admiro, por ejemplo, la imaginación y el talento que tiene para inventar historias y resumirlas en una columna de Juanjo Millás; el saber ser poeta, pero al mismo tiempo, si hace falta, de ser muy contundente y duro de Manuel Vicent; la honestidad y la honradez personal, con independencia de que esté de acuerdo con sus criterios, de Iñaki Gabilondo; la capacidad de comunicación brutal que tiene Matías Prats…
La profesión vista desde dentro
La crisis de la prensa tradicional, ¿realidad o exageración?
Pasa como con el teatro o con el cine, no recuerdo ni un momento en que no se haya hablado de crisis. La interpreto en el sentido positivo. Crisis es cambio y eso está muy bien para cualquier medio de comunicación. Los periódicos (en papel y de pago) se han convertido en algo caro y difícil de hacer, hay que combinar muy poco tiempo con mucho rigor si quieres que el lector te dé algo de crédito. Pero es obvio que hay que cambiar cosas, no somos capaces de atraer al lector joven hacia los periódicos tradicionales. Aunque estoy convencido de que Internet no acabará con los periódicos, como tampoco lo hizo la radio ni la televisión.
El Periodismo ha perdido el romanticismo y la pasión, dicen los veteranos. ¿Se ha vuelto mundano?
Cometemos en exceso el pecado de frivolizar. Hay un ejemplo de contaminación evidente por parte de la televisión, que es espectáculo. Ahora parece que un periódico tiene que ser muy poco denso y muy divertido. Pero, ¡quien quiera divertirse tiene otras formas de hacerlo! El periódico, eso sí, tiene que ser un placer leerlo, debe estar bien escrito. Los periodistas estamos, en general, un poco desorientados, frivolizamos demasiado nuestra profesión y nos olvidamos de los principios básicos: contar aspectos ciertos y relevantes.
¿Tanto daño han hecho también los diarios gratuitos? ¿Son culpables de esa tendencia a frivolizar?
Es una cuestión de dimensiones. En las grandes ciudades, los datos reflejan que algo de daño sí han hecho, algo. Pero creo que es temporal y que cada uno encontrará su hueco. Los gratuitos pueden incluso ser positivos a la larga para el periódico tradicional, pueden hacer que algún lector que jamás se le hubiera ocurrido ir a un kiosco a comprar un periódico se acostumbre a leer la prensa y acabe yendo a comprar un diario de pago.
¿Y la parte negativa?
Dan una información excesivamente ligera. Estamos en una sociedad donde se fomenta la cultura del mínimo esfuerzo. Tendemos a pedir todo mascado, inmediato y fácil. En cambio, el periódico de pago exige muchos esfuerzos, que otros medios de comunicación no piden. El gratuito intenta jugar a ser periódico, pero sin exigirte ningún esfuerzo, y eso es una contradicción que a mí no me acaba de gustar.
La censura se niega por sistema. Pero, y la autocensura, ¿existe?
Sí, la autocensura sí existe, y no es necesariamente peor que la censura. Es una espada de doble filo, pero no mala por definición. Muchas veces es más prudente dejar que la información repose un tiempo, no publicarla enseguida. Ahora, nunca es más prudente no publicar algo que ha pasado, eso no. El tiempo da perspectiva y facilita contextualizar mejor lo que vas a contar. La autocensura que sí me preocupa es la castrante, la que te impide publicar por puro miedo.
Ha dicho que «un buen periodista debe mantener las manos calientes y la cabeza muy fría en los grandes acontecimientos». ¿Esa actitud se aprende o es innata?
Creo que son ambas cosas. Debe haber algo innato, que te hace reaccionar de una determinada manera, distinta a como lo haría otra gente. Y luego, también se aprende. El Periodismo es una combinación de ser y aprender. Es muy difícil que alguien sin dotes para ser periodista consiga ser un buen profesional. Pero no basta, hay que formarse, y no sólo académicamente, también en el oficio, trabajando y viendo cómo lo hacen compañeros más veteranos.
¿En qué se fija al ver un currículo?
En cómo está redactado. Puede parecer una tontería, pero no lo es. Hay currículos de gente que, dice, quiere ser periodista con faltas de sintaxis o de ortografía. Entonces, pienso: «Si el texto más importante para él no lo escribe bien, cómo va a hacerlo en una noticia que afecta a terceros». Lo debe escribir mal por definición.
¿Ser becario es una oportunidad o mera explotación?
Oportunidad, aunque sé que muchos no estarán de acuerdo. El Periodismo es un oficio que, además de la formación académica, se debe aprender en el día a día. La primera vez que hablé con el dueño de Canfali me dijo: «Me parece bien todo lo que hemos hablado, si quieres empiezas mañana mismo. Sólo falta que me digas cuánto me vas a pagar». Me quedé cortado, lo único que acerté a decirle fue: «No tengo dinero». No se me ocurrió decirle: «Cómo que cuánto, me tendrá que pagar a mí». Estaba convencido de que no tenía ni idea y de que tenía mucho por aprender. Es una anécdota, claro, no abogo por trabajar sin cobrar.
¿Se aprovechan las empresas de esa necesidad de los estudiantes?
Debería ser mutuo. La empresa aprovecha esa necesidad, pero el periodista a la vez se está formando. El estudiante si consigue entrar en un medio consolidado, donde haya gente con criterio, donde se pueda aprender, está ganando mucho, aunque económicamente esté durante un tiempo ganando poco.
Como director, ¿qué piensa de la precariedad laboral en el Periodismo?
Es uno de los grandes problemas de la profesión, una factura pendiente. Existe una gran precariedad, que contribuye a que los medios no ofrezcan una información rigurosa y de calidad. De todas maneras, soy optimista, poco a poco las empresas apuestan por consolidar plantillas.
Y la igualdad entre sexos en el Periodismo, ¿por qué no se cumple?
Es cierto que hay muy pocas mujeres en los equipos directivos de los medios de comunicación. Han llegado más tarde a esta profesión que a otras, y si además le unimos el problema de la conciliación familiar... En cualquier caso, las mujeres ahora sí que ocupan áreas de mucho peso en los medios de comunicación. Por ejemplo, El País y El Mundo tienen al frente de la información política a mujeres; tres de los cuatro principales programas de la Cadena Ser están dirigidos por mujeres… Para mí, la mujer tiene mayor capacidad para ver las cosas importantes de la vida. Por eso, en una redacción cuantas más haya mejor se trabaja.
[Periodismo] punto cero
¿Son los blogs el futuro del Periodismo?
Forman parte ya de la realidad. Es un nuevo medio, aún difuso, pero que ha venido para quedarse. Es una revolución completa. Ha servido para democratizar la información. En cambio, hay partes malas, propias de su juventud.
Pero, ¿está a favor?
Me gustan los blogs, pero no aquéllos donde se escribe de forma anónima. El lector tiene derecho a saber quién escribe. No me gustan los que descalifican, y menos si son de estudiantes de Periodismo, es un mal aprendizaje, un fatal aprendizaje. Esa gente no va a ser buen periodista, no sirve.
¿Para cuándo su cuaderno de bitácora?
No tengo por falta de tiempo. La jornada del director es bastante larga. Si estuviera en el ámbito de la reflexión, sí que tendría mi blog. Es una forma de comunicación rápida y muy buena.
Y el Periodismo ciudadano, ¿verdad o provocación?
Es importante volver a la esencia de esta profesión, no podemos decirle a la fuente que ella es el periodista. ¿En qué consiste el periodismo ciudadano? ¿En que un señor sale al balcón, ve un accidente, se va y lo cuenta? Eso es una fuente, pero ahora resulta que son periodistas…
De cerca
¿Y si llega un día su hija y le dice: «Papá, quiero ser periodista»?
Ya me ha pasado, mi hija me lo dijo. Pensaba que al final se iba a decantar por otra opción, porque manejaba varias. Nunca he intentado influir para que fuera periodista y tampoco para lo contrario. Ella ha vivido en primera persona la profesión, sabe la parte mala que tiene. Si aún así la ha elegido y le gusta, yo me alegro.
Otra opción era Derecho, pero el padre acertó.
Percibía que tenia esa inclinación por el Periodismo, aunque ella no se diera cuenta. Con apenas ocho años, iba con su madre en el coche y vio un accidente. Enseguida me llamó por el móvil para contármelo. Y, lo más curioso, al día siguiente lo primero que me dijo fue: «Llevaremos sólo nosotros la foto, ¿verdad?». Por detalles como éste, pensaba que sí podía elegir Periodismo.
¿Ha sentido alguna vez rechazo por no ser licenciado en Periodismo?
No, jamás. Nadie me ha planteado esos términos. Ese rechazo se produce porque no se tienen claros los conceptos. Creo que un periodista tiene que estar formado académicamente, eso sí. Pero, ¿es necesario que esa formación sea Ciencias de la Información? Para mí, es otro debate. Creo que la polémica es consecuencia de la oferta: hay más periodistas que puestos de trabajo. Y ahí, es lógico, se produce corporativismo.
Cuando Díaz Alperi presentó a los Reyes Magos para la cabalgata de 2007, comentó que Jiménez Raneda era sabio, de Coloma destacó su bondad... y cuando llegó a Baltasar, al que daría vida Juan Ramón Gil, no dijo ni que era sabio ni bueno, sino pícaro. ¿Acertó ahí el alcalde?
Bueno… Ésa es la imagen que tenemos los periodistas. Seguro que lo dijo en tono de humor. Nosotros siempre estamos intentando ver un poco más allá de lo que en apariencia se nos presenta, y eso puede confundirse con la picardía. Creo que es una cualidad básica, ayuda y mucho.
En vacaciones, ¿llega a desconectar o la obligación se lo impide?
Claro que desconectas, decir lo contrario sería mentir. Aunque nunca del todo, es imposible. Por ejemplo, ¿desconectar es no leer periódicos? A mí me gusta mucho leer la prensa y en vacaciones más, porque es cuando tengo tiempo de verdad para detenerme. Es un placer, no una obligación. Cuando tu profesión te gusta, la desconexión total no se produce.
Pero, en verano, va a la redacción.
Porque soy muy anárquico en los tiempos. Es herencia de mis comienzos, cuando los horarios no existían, ni tampoco las dinámicas. Algún día me paso por el despacho, pero por pura comodidad.
Según su fecha de nacimiento, usted es «optimista, inspira simpatía y confianza, está capacitado para desempeñar papeles de primer plano y no le cuesta hacer amigos». Con todo esto, ¿cree en los astros?
¡Qué bien! Con un dibujo así cualquiera no cree. Ahora en serio: no, no creo en los astros, aunque esa definición sí que se aproxima, en parte, a mí. Es cierto que tengo tendencia a ver la parte positiva de las cosas. Cuando surge un problema trato de afrontarlo, no me escondo. ¿Capacidad de generar amistades? Creo que sí la tengo. Pienso que algún tipo de recurso, de empatía, tenemos los periodistas, aunque no nos demos cuenta. El resto de cualidades son cuestiones que deberían juzgar otros. Eso sí, el retrato me encanta.
Tímido, sensible, cercano (me gustaría serlo), generoso (también quisiera), modesto (todos los periodistas tenemos un punto de vanidad, queramos o no reconocerlo).
¿Y la siguiente: Ambicioso, estricto, impulsivo, orgulloso y testarudo?
Orgulloso, testarudo, impulsivo, estricto y ambicioso.
Sin alzar la voz
Un libro para recomendar. El último que acabo de leer, que me ha puesto el nudo en la garganta y hacía mucho tiempo que no me pasaba con un libro: «Los girasoles ciegos», de Alberto Méndez.
La última película que le emocionó. «Salvador». Aunque veo muy poco cine últimamente… Además, los libros son capaces de emocionarme mucho, pero las películas no tanto. No consigo meterme en la historia.
Una canción para escuchar en pareja. La música francesa: Brassens, Moustaki, incluso Piaff.
Un viaje por hacer: Egipto. No es tan difícil, pero por una cosa u otra acabo no haciéndolo y es mi ilusión.
Un menú insuperable. De primero: verduras a la plancha; de segundo: la mejor carne que se pueda encontrar; para beber: un Ribera del Duero, reserva; de postre, cualquiera de chocolate; y de copa: un buen brandy.
Un paisaje para relajarse. El mar, cualquiera.
Una serie de televisión: «El ala oeste de la Casa Blanca».
Último concierto al que fue... Uno de Dianne Reeves, este verano, durante el Festival Internacional de Jazz en el Castillo de Santa Bárbara.
¿En qué época histórica le hubiera gustado vivir? En el Renacimiento.
Un sueño por cumplir. Escribir. Poder dedicarme sólo a escribir, y a nada más. Ahora escribo de política, de eso no. Escribir reportajes, poder moverme más, ver cosas y contarlas.
Qué le gustaría publicar. Contar cómo está cambiando el mundo. Ser testigo, en Japón, de los avances tecnológicos; en Estados Unidos, ir a las universidades que están trabajando en investigaciones sobre el cáncer; en África; en Palestina… Verlo y contarlo.
La clave, al final
Se indigna… frente a la ignorancia malintencionada. Me indigna la ignorancia de quien no quiere saber, de quien prefiere despreciar cualquier tipo de conocimiento e imponer sus normas.
Se emociona… con muchas cosas y con relativa facilidad. No voy de duro.
Ríe… en situaciones tensas, que no dramáticas. Aunque reír me cuesta más que llorar.
Las Hogueras de San Juan son… una fiesta cojonuda. Hay muy pocas fiestas que permitan estar paseando por la calle, oler a pólvora, escuchar músicas distintas, con todo iluminado... Me siento muy a gusto en Alicante en Fiestas. No soy de aquéllos que huyen, yo me quedo.
Le gustaría conocer a… todos aquéllos que están reflexionando sobre cómo solucionar los grandes problemas a los que nos enfrentamos: al terrorismo, que es en el fondo el tema de la ignorancia; buscar remedios para enfermedades como el sida, el cáncer… A toda esa gente que no es conocida pero que sí esta haciendo un trabajo muy importante.
Deberían prohibir… la violencia en cualquier sentido, sobre todo, la violencia de género, la infantil…
¿Y el tabaco? Entiendo que lo prohíban. Soy fumador empedernido y compulsivo, y creo que el camino no es la prohibición, sino la educación.
La religión…, aunque me declaro ateo convencido, comprendo el papel que puede tener. Puede ser un opio para el pueblo (como decía Marx) o, en el mismo sentido, un bálsamo en determinados momentos. Es muy duro enfrentarse a ciertas cosas, y por eso lo comprendo perfectamente. En mi caso, no tengo ningún tipo de fe, no creo que exista ningún Dios por encima de lo que ya vemos aquí.
Prefiere escuchar porque… soy curioso. Por eso me metí en este oficio. Yo ya sé lo que pienso, no necesito repetirlo en voz alta, lo que me debe interesar es saber lo que piensan los demás, que me cuenten, así me enriquezco. Sin embargo, todos tendemos a hablar mucho y a no dejar hablar al otro.
Se sufre por amor cuando… no es correspondido o cuando no es correspondido de la manera que tú crees suficiente. Se sufre por amor cuando no saben quererte como tú quieres que te quieran (poniéndonos en plan bolero); cuando lo pierdes, bien porque no has sabido conservarlo o porque ha pasado algo traumático. Hay demasiadas formas de sufrir por amor.
Elegir es la misión
¿Velázquez o Picasso? Velázquez.
¿Pérez Reverte o Juan Manuel de Prada? Pérez Reverte.
¿Mozart o Rolling Stone? Mozart.
¿Robert de Niro o Meryl Streep? Esta sí que es difícil… De Niro.
¿Sabina o Serrat? Serrat.
¿Un mail o una carta? Carta, siempre.
¿Un Porche o un Renault? Renault.
¿Barcelona o Real Madrid? Real Madrid.
¿Monarquía o república? Depende. La monarquía constitucional no me molesta. Tiene que ser un régimen en el que los ciudadanos puedan cambiar si quieren. Entonces, me da igual que haya presidente de la República o rey.
¿Rajoy o Zapatero? Zapatero, sin convencerme ninguno de los dos.