Televisión Española dio ayer una lección de cómo tener contento al jefe. Muy propio de nuestra época. Muy propio del actual Periodismo. Ayer éste brilló por su ausencia durante la hora que duró el panfleto, digo el programa. Eso sí, Zapatero se fue satisfecho. Objetivo cumplido.
Aguanté el envite algo más de 30 minutos. Y me fue suficiente. Para qué más. No creo que, de repente, cambiara la línea «editorial» y comenzaran a preguntar aspectos relevantes al señor presidente, no vaya a ser que se molestara.
Siete periodistas. Siete. Y ni una sola cuestión interesante. Difícil meta lograron batir ayer. Consiguieron pasar de puntillas (eso, en el mejor de los casos) sobre asuntos de agenda. Impresionante el sometimiento. Se paga un rescate por los marineros españoles… y, para qué preguntar al respecto. El ministro Soria crea una crisis de la nada… y, ahí se queda.
Hablando de agendas. Curioso también otro aspecto. Ayer no asomaron por 59 segundos ningún director de periódico. Ni uno. Sin embargo, la semana pasada, para Esperanza Aguirre, casi todos fueron (sin mencionar al inaccesible Moreno). Ayer no tenían hueco en sus apretadas agendas. O, siendo muy mal pensados, a TVE no le interesaba que acudieran a la cita con el presidente. Ni por asomo se vislumbró ningún atisbo de crítica. De independencia mejor no hablamos. He leído por la blogosfera que ayer, en el elenco de pseudoperiodistas, faltó un becario. Y no para que estuvieran todos los estamentos representados, no, sino para que todos los representados tuvieran un nivel similar. Razón no le falta.
Un buen ejemplo de servidumbre. Y luego decían… de otras épocas. «Agüita» con el actual (y nuevo) Periodismo. Qué pena me da.
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