29 de diciembre de 2008

Un balance personal e intransferible

Cerca estamos de poner el punto final al 2008, y es turno para los balances. Todo aquél que se precie hace, por estas fechas, un análisis de cómo ha ido el año. En lo económico, el protagonista tiene nombre femenino: la crisis. En lo político: Obama se ha llevado todos los focos, y los que le quedan. Los Juegos Olímpicos encumbraron a Phelps y Bolt. Y la tragedia en España se cebó con un vuelo de Spanair…

Así podríamos seguir enumerando hazañas y desgracias… Pero me aburren bastante este tipo de resúmenes tan generales. Sin embargo, aquéllos que me tocan de cerca me hacen gracia. Por ejemplo, recordar aquel 11 de septiembre, a los pocos minutos de aterrizar procedente de Londres, cuando me enteré que, doce años después, el alcalde de Alicante ya no era Luis Díaz Alperi. La noticia, por esperada, no dejó de sorprenderme. Para mí, aquí, en la terreta, la «espantá» de Alperi es la noticia del año. Aunque hay otras también significativas. En materia deportiva, este 2008 no ha sido muy fructífero. Los Juegos pasaron sin pena ni gloria por Alicante, sólo con el significativo adiós de Isabel Fernández, un referente para el deporte español. El Hércules desaprovechó una nueva oportunidad para ascender, con una temporada mediocre. El Lucentum dejó escapar una ocasión única, tanto remar para luego morir en la orilla… ¡Ah! El Alicante ­–ya era hora– alcanzó su objetivo: probar a qué sabe la Segunda División. Ahora, meses después, ya conoce el regusto de la hiel. De miel, por ahora, se está empachando el conjunto blanquiazul… A ver si 2009 se convierte en un año histórico con los ascensos del Hércules y el Lucentum. La ciudad lo merece.

Y así, pasando etapas, llegamos a lo personal, aunque esta parte es la menos relevante. En general, ha sido un buen año. El ciclo universitario ahí sigue, alcanzando metas y cogiendo todo aquello que interesa. En el aspecto laboral, todo igual: genial. Desde mi posición, poco se puede pedir: seguir así muchos años, cuantos más, mejor.

En este 2008 –al poco de iniciarse– cumplí uno de mis sueños más preciados, del que fue testigo este bitácora allá por marzo y junio. Y esto para una persona poco soñadora… no es poco. Así que, sólo por eso, este año par y bisiesto queda marcado. Pero aún así queda mucha goma por quemar… Y el ímpetu, a estas alturas, sigue intacto. No sé si los años variarán esta perspectiva. Aunque, también es cierto, que la cautela (la prudencia) es una de mis máximas. Apenas la esquivo, me gusta ir con ella de la mano. Hace unos días, escuchando «Deseos de cosas imposibles», me quedé con una frase que, tal vez, resuma muy bien este 2008: «Me callo porque es más cómodo engañarse». Pues eso. Boca cerrada y pies en marcha. A hacer camino. A ver hasta dónde llegamos.

Ahora, a pocas horas de la noche más canalla, Madrid me espera para despedir el año. Un buen broche a un 2008 para recordar. Para bien o para mal, pero sobre todo para no olvidar.

22 de diciembre de 2008

¿Dónde está el límite?

Hace casi doce horas desde que Vanesa Tapia y Brandon Cabrera cantaran el Gordo de Navidad. En esta ocasión, la suerte ha recaído en 32.365, que ha dejado algunos millones en Alicante. Pero como decía, eso ya no es noticia. Los focos ahora, pasadas las once de la noche, apuntan a Jordi Évole, al Follonero.

Echar un vistazo por las ediciones digitales de los diarios te lleva a leer titulares como: «El Follonero embauca a los medios con una estrella que dijo haber lavado un décimo del segundo premio», «El Follonero la lía con un supuesto boleto premiado pasado por lavadora», «La broma del décimo premiado hecho añicos» o «La señora que ha lavado un billete de lotería premiado, ¿una broma del Follonero?»…

La parodia tramada por el programa «Salvados» ha sido revelada esta tarde por Toni Clapés en RAC-1. Todos, reconozcámoslo, hemos caído. Ahora, una vez admitido, ¿qué? Si el Follonero buscaba estar en boca de todos, lo ha conseguido. Si por contra, quería desmitificar al periodismo… creo que ha equivocado el camino.

Y sí, esa tierna «abuelita» madrileña no es más que una actriz. Bueno, una genial actriz. Toda una «broma» urdida por uno de los formatos bandera de la Sexta. Un programa que, en ocasiones, ha demostrado no saber delimitar la peligrosa barrera del humor. Ese límite que marca el «estar en boca de todos» del «en esta ocasión, se han pasado».

No sé si Évole ha buscado notoriedad en una jornada en la que el protagonismo lo monopoliza la Lotería de Navidad. Sí es así, mal. Pero, si yendo más allá, ha querido denigrar a cientos de profesionales… Entonces, ha errado. Y mucho. Con su farsa no ha hecho otra cosa que reírse de millones de españoles. Entre ellos, de ti y de mí.

Por supuesto que el humor es necesario, y «Salvados» también. Aplaudo su desmitificación de los políticos, su forma de acercarlos a la realidad… Atacar a aquéllos que se sienten por encima del bien y del mal… Pero ya. Que Évole no haga de justiciero de la verdad, porque ese traje le queda grande. La señora Carmen, como se hacía llamar, mantiene su «estatus», una simple anécdota. No vas más allá. La falta de ética de Évole, tal vez sí sobrepase algunos límites.

21 de diciembre de 2008

Nou Manolín, un testigo de excepción

Casi diez días sin actualizar el blog. Este largo periodo de «abandono» demuestra el estrés que sufro en las últimas fechas. En realidad no me puedo quejar, porque todo es «culpa» de tareas que me gustan: el periódico y trabajos para la universidad. Pero cuando no tienes al cabo de la semana ni una hora para actualizar el bitácora… te da tiempo a pensar si merece la pena este ritmo, o si por contra es excesivo.

Hace ya una semana, y parece que fue ayer, estaba en el Nou Manolín, degustando un sabroso cordero de Castilla al horno. Como entrantes –aunque más tarde que el resto de compañeros- tomé un exquisito jamón ibérico y manché el plato con una ensalada de perdiz en escabeche, bacalao confitado y alcachofitas fritas. El postre, delicioso: unas torrijas de turrón en sopa de chufa. Lo mejor de la noche, y eso que los dulces no son mi pasión.

Al restaurante llegué con Ana, casi dos horas después que la mayoría. Así que nos tocó acomodarnos como pudimos, sin apenas elegir. Eso sí, tuvimos suerte. Compartimos mesa con compañeros como Paco Bernabé –que ahora veo casi a diario- o Jorge Doménech –del que me alegro haber descubierto, tras año y medio en la empresa-, además de con personal de administración, desconocidos hasta la fecha.

Pasada la parte más «formal», se rompieron filas y cada uno nos acomodamos con «nuestra» gente. Y, al poco, el reparto de regalos. La fortuna no me quiso premiar con un viaje a París –«para qué, si era un fin de semana», pensaría la diosa-, un televisor, una Wii… Pero se acordó de mí cuando fue el turno de los cheques-regalo del Corte Inglés. Qué ilusión me hizo escuchar a Rogelio llamarme. La mano inocente que sacó mi «nombre», cómo no, mi admirado Toni.

Ya eran las doce y media… y al poco se hizo la una. La música comenzó a sonar. Algunas piezas, acertadas; otras… no tanto. Con las risas compartidas con unos, los bailes con otros y esas conversaciones con compañeros que apenas conocía fue pasando el tiempo, demasiado rápido. Eso sí, antes de llegar el «momentazo» de la noche, el revuelo se apoderó de la sala –por entonces- de baile. Al director le habían «robado» la chaqueta con todo lo que ello lleva implícito: fuera cartera, llaves del coche… y demás. Todos se interesaron, buscaban y, entre tanto, comentaban. «Ya podía haber elegido la de otra persona. La que ha montado» o «Mira que hay chaquetas para coger la suya» o el más repetido: «Alguien se la ha llevado equivocada. Ahora, pobre cuando mire la cartera y vea de quién es. Qué palo»… Al fin apareció, y todo volvió a su estado normal. Todo hasta que sonó «You Can Leave Your Hat On». Ahí, Alfredo se situó en la pista y se hizo con el protagonismo. Casi sin querer, en apenas un minuto, tenía a casi cien personas pendiente de él. Fue tal el éxito, que el DJ tuvo que pinchar de nuevo la canción… porque a algunos les supo a poco la primera demostración. Sin embargo, el despliegue sensual no fue a más, y el supuesto streeptease de quedó en eso, en un amago.

Una productiva charla con Mune, con el que hablar es una lección continua, y una larga conversación –e inesperada– con Baldo, que me desveló algunos detalles curiosos ­–tanto personales como de la Universidad– cerró la noche. La música dejó de sonar, y poco a poco abandonamos el recinto. La cena terminaba, pero sus consecuencias no.

Durante los últimos años, todas las cenas –me cuentan los veteranos– han contado con una aportación fundamental, la de Juanan. Vídeos y monólogos con mucho humor, dosis de ironía y ciertas bromas… difíciles de encajar en ciertas personas. Aún así, nunca ha faltado hasta el citado 13 de diciembre. Una incompatibilidad entre formatos impidió que durante media hora todos fijáramos la vista en la pantalla y riéramos a carcajada limpia. Sin embargo, la risa no desapareció, sino que se retrasó unos días. El pasado jueves el video se visionó en la redacción.

Y… el «descojone» fue generalizado. Todos, terminada la reproducción, destacaban la gran calidad del montaje audiovisual, en el que se podía ver infinidad de carteles y capturas de películas protagonizadas por redactores. La credibilidad del video era máxima; la comparación con los actores reales, muy bien buscada; y algunos mensajes, algo hirientes, pero comprensibles en un ambiente festivo. Un curro genial que, por desgracia, no tuvo su merecida recompensa en la cena. Eso sí, el resultado final nos se libró de la tradicional clasificación. Entre las imágenes que, en general, más aceptación tuvieron...









Así llegó el día, se difrutó y por las mismas se fue, sin hacer mucho ruido. ¿Algo faltó? Tal vez.


En fin, un año más. Segunda cena, espero que, de una larga lista.



12 de diciembre de 2008

Malditas profecías


Algunos valientes se arriesgaron y predijeron el futuro hace unos años. Sentencias que el tiempo ha demostrado eran erróneas. Hoy, con perspectiva, se puede perdonar la osadía de estos visionarios, ya que la tecnología avanza a una velocidad desmesurada. Tal vez, la mayoría hubiéramos caído en la misma trampa. Así que, sólo a modo de curiosidad, aquí están las diez mejores profecías, según la revista T3.


1. «El iPod nunca despegará», Alan Sugar, en 2005.

2. «No hay necesidad de tener un ordenador en cada casa», Ken Olsen, fundador de Digital Equipment, en 1977.

3. «Las aspiradoras impulsadas por energía nuclear serán una realidad en diez años», Alex Lewyt, presidente del fabricante de aspiradoras Lewyt, en 1955.

4. «La TV no durará porque la gente se cansará rápido de pasar todas las noches mirando una caja de madera», Darryl Zanuck, productor de la 20th Century Fox, en 1946.

5. «Nunca se fabricará un avión más grande que éste», un ingeniero de Boeing, deslumbrado al ver el Boeing 247, con capacidad para diez pasajeros, en 1933.

6. «Estamos en el umbral del correo vía cohete», Arthur Summerfield, director general de Servicio Postal, en 1959.

7. «Nadie va a necesitar más de 640 Kb de memoria en su ordenador personal», Bill Gates, en 1981.

8. «Los americanos necesitan el teléfono. Nosotros no. Nosotros tenemos mensajeros de sobra», Sir William Preece, director del Post Office británico, en 1878.

9. «El spam estará resuelto en dos años», Bill Gates, en 2004.

10. «Se acabará demostrando que los rayos X son un timo», Lord Kelvin, presidente de la Royal Society, en 1883.

11 de diciembre de 2008

Consecuencias de la convergencia


Está de moda. En la actualidad, todos los procesos tienen o deben tender a la convergencia. En Europa, en los medios de comunicación… y ahora, he descubierto, también en la estupidez humana.

Según informan las agencias, «La ola de violencia que se ha desatado en Grecia por la muerte de Alexis Grigoropoulos, de 15 años de edad, por disparos de un policía ha sacudido la pasada tarde a Madrid y Barcelona. Los incidentes más graves han ocurrido en la capital de España, donde se ha producido un ataque contra la comisaría de la Policía Municipal en la céntrica calle Montera. Los manifestantes han herido a varios agentes y han roto varios cristales. En total, se han detenido a nueve personas acusadas de alterar el orden público y causar daños por las calles del centro de la ciudad. Por su parte, en Barcelona, unos 800 manifestantes han intentado, una y otra vez, abrirse paso frente a un enorme cordón policial que ha blindado el centro de Barcelona. Durante el recorrido, algunos manifestantes han volcado contenedores -algunos de vidrio, por lo que el ruido ha provocado una gran inquietud entre los viandantes de la zona- y han destrozado una oficina de La Caixa. Los incidentes han acabado con dos detenidos, dos agentes de los Mossos d'Esquadra contusionados y destrozos en el mobiliario urbano».

Incrédula me hallo después de leer la noticia. Si fuéramos tan solidarios para todo... Qué diferente nos iría. Pero, no, sólo para armar follón y destrozar la ciudad .

En fin, esto de la convergencia siempre me ha superado. En el ámbito de la comunicación, el que más me toca, me parece que es un eufemismo inventado por las empresas para justificar los despidos y conseguir el «mismo» fin con menos medios. El día, que espero llegue, en el que los gerentes de los medios comprendan que su mayor activo es el capital humano y no lo desprecien como en la actualidad; entonces, el periodismo se reactivará y volverá, poco a poco, a gozar de esa buena salud de la que disfrutó años ha.


Por ahora, todos los ejemplos de convergencia que me llegan, y no son pocos, me parecen simples excusas para fomentar el hombre orquesta. Un ahorro económico contraproducente. Un coste, excesivo, en la credibilidad. Porque ganar un micra de prestigio cuesta años; perderlo, es cuestión de segundos. Y cuando un mismo redactor (como sucede en la mayoría de los convergentes) se encarga de sacar adelante el trabajo destinado a varias personas… el posible error se convierte en triste realidad. En una losa que pesará, y mucho, en el futuro inmediato.

Barcelona, Madrid, Grecia, convergencia, Policía, jóvenes, manifestación... Muchos conceptos, alguna conclusión y un solo perjudicado: La sociedad. En un caso, porque sufren las iras indiscriminadas de unos niñatos sin oficio ni beneficio. Y, en el otro, porque pagan las modas empresariales, que buscan cómo fabricar (realizar) el mismo producto (información) con el mínimo coste (reducción de plantilla) y viendo aumentar los beneficios a fin de mes (pagando el ansia con un descenso en la calidad).

Nosotros veremos.

9 de diciembre de 2008

Avergonzada

Así me siento. Y todo por corroborar, una vez más, lo incívicos que somos en Alicante. Me duele reconocerlo, pero es la verdad. Y, ¿de quién es la culpa? Pues de nosotros, de todos los alicantinos, sin excepciones. Unos por bárbaros y otros por permisivos.

¿Dónde está el germen del problema? En una máxima: la educación. Una norma básica que, por estos lares, apenas tiene presencia. Para constatar esta realidad, sólo hay que ver cómo está la avenida Alfonso El Sabio apenas unos días después del «lavado de cara» con vistas a Navidad que hizo el Ayuntamiento. La campaña «Alicante, ¡guapa, guapa y guapa!» es un proyecto demasiado ambicioso para una ciudad donde los borregos acampan a sus anchas.

En Alicante, los perros viven libres, en un paraíso propio; los papeles inundan las aceras, mientras las papeleras, vacías, se mueren del asco; las paredes son perfectos murales para los «artistas» del grafiti… Mientras, la Ordenanza Municipal de Limpieza, cuya aprobación tanta polémica levantó, debe ahora reposar en algún cajón del Ayuntamiento, porque su aplicación es una quimera.

Aquí, el tiempo ha demostrado que los alicantinos sólo atendemos al castigo. Hace unos años, cuando se recomendaba el casco… nadie se lo ponía. El calor, se excusaba la mayoría, era un inconveniente para utilizar esta protección. Pero, policías bien repartidos por la ciudad, buenas multas y… ¡ualá!... el uso del casco es ya común. Así debería ser todo. A falta de atender argumentos, la «ley del palo».

Se puede culpar al Ayuntamiento de una mala elección a la hora de colocar las flores de Pascua. Y, sí, seguramente, situar plantas en el suelo, en unas avenidas con tanto trasiego no es lo más recomendable. Pero quedarse así, pienso, es no querer a la ciudad. No mirar por Alicante.

Y es una pena, porque existe materia prima… Contrasta, estos días, pasear por Alfonso El Sabio, con plantas marchitas a los pies de las palmeras, con una imagen superlativa: ver Luceros irradiando luz blanca. Qué gusto. O edificios del Corazón de Alicante iluminados de manera apropiada. O bajar por Óscar Esplá y Federico Soto, con una sonrisa al ver los árboles salpicados de pequeñas esferas luminosas. O la imponente y recién estrenada avenida de la Estación, cuidada hasta el último detalle. O, cómo no, la Plaza del Ayuntamiento que viste señorial, sin excesos horteras propios de estas fechas.

Alicante, si se cuida y se respeta, es magnífica. Y ahí, en este barco, debemos estar todos: instituciones y ciudadanos. Si fallan unos u otros… nos hundimos. Y vaya ganas de mojarnos el… trasero.

A bajar la persiana

Leer en los últimos meses la prensa es cuestión de masoquismo. Y no, no me refiero a conflictos internacionales, cuestiones ideológicas o problemas de política local… sino a las mil y una historias que hablan de la crisis en periódicos, radios, televisiones… Nadie parece estar a salvo.

El flujo de noticias negativas es continuo: cierres, suspensiones de pago, expedientes de regulación de empleo... Y lo peor viene de Estados Unidos, donde las informaciones son más que alarmantes. La última dice que «La compañía Tribune, editora de diarios como Chicago Tribune o Los Angeles Times, anunció ayer que se ha declarado en suspensión de pagos, asfixiada por una deuda de 13.000 millones de dólares».

Esto ayer, pero ejemplos tenemos por doquier.

«El grupo de comunicación McClatchy pone a la venta una de sus propiedades más preciadas, el diario Miami Herald, acuciado por las deudas y la caída de publicidad».

«Viacom, el grupo americano dueño de la cadena televisiva MTV y Paramount Pictures, ha hecho oficial un recorte de plantilla del 7% como medida drástica para hacer frente a la crisis económica. La compañía asegura que esta decisión, que afecta a 850 trabajadores, ahorrará unos 250 millones de dólares por año».

«El Grupo Zeta reducirá su plantilla en un 25%. El plan de viabilidad de la compañía contempla el despedido de 533 trabajadores, de los cerca de 2.300 que la componen. La decisión se realiza para asegurar de forma sólida la continuidad del proyecto, haciendo así frente a la profunda crisis económica que está afectando a los medios de comunicación y su futuro».

«Los cuatro grandes gratuitos cierran 2008 con 200 despidos. El Diario Metro confirma un ERE por cerca del 40% de su plantilla -unas cuarenta personas- después de registrar pérdidas operativas de 13, 4 millones en todo el mundo, con una caída del 26% de su publicidad en España. Estos despidos se suman a los 106 que incluye el ERE de Qué!, a los 25 que se han registrado en 20 Minutos desde el verano y a los veinte que se han registrado en ADN en el último mes. En total, 200 despidos».

«La empresa propietaria del diario The New York Times tiene previsto pedir un préstamo de 175 millones de euros (225 millones de dólares) y utilizar su propia sede, ubicada en Manhattan, para respaldarlo».

«El Mundo Almería cierra y deja a 40 trabajadores en la calle, tras varios meses sin cobrar. La compañía ha suspendido sus actividades, que incluyen también la publicación del semanario El Director Económico y el Diario de Almería».

Un no parar, vamos. Curiosamente, este mes, junto a tres compañeros/amigos, estamos realizado un trabajo sobre la situación económica del diario Información para la asignatura de Organización y gestión de empresa periodística. Y, viendo cómo anda el patio, debemos darnos con un canto en los dientes.

El futuro, dicen, no es muy halagüeño. Pero, bueno, mientras nos dejen trabajar en lo que nos gusta, seguiremos. Cuando cierren el chiringuito… Ya veremos. Para servir copas siempre hay tiempo. Aunque ganas, las justas.

5 de diciembre de 2008

Fallo en la forma

Una campaña de publicidad cuenta con multitud de barreras que salvar si no se quiere herir sensibilidades. Tras el polémico spot del Ministerio de Economía, calificado como «sexista» por Aído y colegas, el Gobierno ha puesto en marcha otra campaña, mucho más neutra, para captar compradores de deuda pública que invade los medios de comunicación.

En esta ocasión, existe un error de forma, achacable a la agencia de publicidad responsable. El mensaje está claro, y puede funcionar. Ahora, su presentación es el aspecto más reprochable. ¿Por qué? En un lema como «Puedes quedarte leyendo el periódico» pocas interpretaciones caben. Leer la prensa, parece ser, es una pérdida de tiempo para el ministerio. Otras actividades, se intuye, son más provechosas. En el Gobierno, por ejemplo, buscan el informe secreto sobre los vuelos de la CIA. En Francia, joyas por valor superior a los 60 millones robadas en el «golpe del siglo». Y en Valencia y San Sebastián, pruebas que demuestren que en el fútbol las «cloacas» también existen.

Por tanto, ¿mala baba o equívoca campaña de comunicación del Gobierno? Me inclino por la segunda opción, porque la campaña, en la cuña radiofónica, toma otros tintes. Se explica al ciudadano que tiene dos opciones: quedarse leyendo las malas noticias económicas sobre las que se informa en la prensa o, por otro lado, invertir capital en deuda pública (Letras del Tesoro) y conseguir así rentabilizar el dinero.

En esta campaña, en su versión escrita, el mensaje está cogido con pinzas, le falta contundencia y, sobre todo, no poner en duda si leer la prensa o no es un ejercicio de pasividad. Allá cada uno con su tiempo.