22 de diciembre de 2008

¿Dónde está el límite?

Hace casi doce horas desde que Vanesa Tapia y Brandon Cabrera cantaran el Gordo de Navidad. En esta ocasión, la suerte ha recaído en 32.365, que ha dejado algunos millones en Alicante. Pero como decía, eso ya no es noticia. Los focos ahora, pasadas las once de la noche, apuntan a Jordi Évole, al Follonero.

Echar un vistazo por las ediciones digitales de los diarios te lleva a leer titulares como: «El Follonero embauca a los medios con una estrella que dijo haber lavado un décimo del segundo premio», «El Follonero la lía con un supuesto boleto premiado pasado por lavadora», «La broma del décimo premiado hecho añicos» o «La señora que ha lavado un billete de lotería premiado, ¿una broma del Follonero?»…

La parodia tramada por el programa «Salvados» ha sido revelada esta tarde por Toni Clapés en RAC-1. Todos, reconozcámoslo, hemos caído. Ahora, una vez admitido, ¿qué? Si el Follonero buscaba estar en boca de todos, lo ha conseguido. Si por contra, quería desmitificar al periodismo… creo que ha equivocado el camino.

Y sí, esa tierna «abuelita» madrileña no es más que una actriz. Bueno, una genial actriz. Toda una «broma» urdida por uno de los formatos bandera de la Sexta. Un programa que, en ocasiones, ha demostrado no saber delimitar la peligrosa barrera del humor. Ese límite que marca el «estar en boca de todos» del «en esta ocasión, se han pasado».

No sé si Évole ha buscado notoriedad en una jornada en la que el protagonismo lo monopoliza la Lotería de Navidad. Sí es así, mal. Pero, si yendo más allá, ha querido denigrar a cientos de profesionales… Entonces, ha errado. Y mucho. Con su farsa no ha hecho otra cosa que reírse de millones de españoles. Entre ellos, de ti y de mí.

Por supuesto que el humor es necesario, y «Salvados» también. Aplaudo su desmitificación de los políticos, su forma de acercarlos a la realidad… Atacar a aquéllos que se sienten por encima del bien y del mal… Pero ya. Que Évole no haga de justiciero de la verdad, porque ese traje le queda grande. La señora Carmen, como se hacía llamar, mantiene su «estatus», una simple anécdota. No vas más allá. La falta de ética de Évole, tal vez sí sobrepase algunos límites.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todos caímos. Cierto.

Internet, la rapidez de la información, en estos tiempos que corren, es lo que aprovecho El follonero.