13 de noviembre de 2009

Los convenios UMH, un flaco favor

Una historia que se repite. Es público que la Universidad Miguel Hernández presume de los miles de convenios firmados con empresas en los últimos años. Con esta iniciativa, que ya supera las 4.500 adhesiones, se pretende fomentar las prácticas de sus estudiantes durante el periplo universitario. ¡Perfecto! Aunque la imagen que se proyecta dista de la realidad. Como siempre.

Hace unos meses, ya caté las intenciones del Observatorio Ocupacional de la UMH, encargado de gestionar las prácticas en empresas. Constanté mis impresiones: Su única intención es vender un producto (los miles de convenios del los que presume) y de ahí no los saques. Y yendo más allá, si el estudiante se busca sus propios contactos y luego se las cede a la universidad… ¡miel sobre hojuelas!

A lo que vamos. Por puro interés (deshacerme de optativas cuyo vínculo con el Periodismo está por descubrir), me acogí a unas prácticas ofertadas por una empresa a través del Observatorio. Una vez superado el proceso de selección… llegó el turno para la cuestión administrativa. Un obstáculo que, por esperado, me ha confirmado la ineficacia de los órganos gestores de la Universidad. Entre los apartados a rellenar (ni uno, ni dos ni tres), el referente al horario se ha erigido como el más controvertido.

El programa ofrecía dos opciones: horario regular o irregular. El primero recuerda al “típico” horario de oficina, de 9 a 13 horas, por ejemplo. Mi caso, al tratarse de un trabajo unipersonal y realizado en casa, no se ajustaba a esa propuesta, por lo que me decidí a elegir “horario irregular”. Pensé que era lo correcto. Ilusa de mí. A continuación, al no tratarse de un horario cerrado, el programa informático me dio la opción de indicar el número de horas que emplearía en dicha tarea. Eché cuentas y apunté: “Unas 200 aproximadamente”. Era un cálculo relativo, ya que me resultada imposible aventurar cuántas horas emplearé en el trabajo acordado. Pues bien. Cerré el convenio, lo firmó el presidente de la empresa, una servidora y lo mandé al Observatorio. Creía que la barrera administrativa ya era pasado. Pero no.

Ante mi sorpresa, ayer recibí una llamada. Procedía del Observatorio. “Mala cosa”, pensé. Con una voz dulce y muy buenas formas, me indicaron que la palabra “aproximadamente” invalidaba el convenio. ¡Vaya, qué sorpresa!, ironicé. Y todo porque no sirve “aproximar” las horas. No. Se deben “clavar”. Vamos, una estupidez en toda regla, tanto en cuando, te ofrecen la opción de elegir un horario irregular. Pura incompetencia.

Compruebo, por enésima ocasión, que la predisposición a facilitar los trámites no va de la mano con la política de esta Universidad. Y no hablo de la explotación a la que someten las propias empresas a los alumnos en prácticas, bajo el amparo universitario. Horarios demoledores, sin ninguna retribución económica en parte de los casos. Y, para más Inri, esta aberración se permite durante el curso académico. Una manera idónea (di que sí) para distraer al alumno de su verdadera tarea (el desarrollo de la titulación) con supuestas oportunidades profesionales. Las empresas, encantadas: Publicidad gratuita a través del convenio con la Universidad. ¡Cómo confían en los jóvenes! Las mismas empresas (sobre todo, en el sector de la comunicación) que se valen para sacar adelante productor informativos de dudosa calidad, pero suficientes para presumir de medio de comunicación. La Universidad, si de verdad mirase por sus estudiantes, debería poner coto a estas prácticas.

En resumen. Estos convenios permiten que los empresarios mantengan en pie sus negocios gracias a la labor “desinteresada” de los estudiantes en prácticas. Estos convenios permiten que los empresarios se ahorren miles de euros por la gratuidad de los becarios. Estos convenios permiten que los empresarios impidan el aprendizaje propio de los estudiantes en prácticas, al no rodearlos de profesionales de contrastada experiencia. Estos convenios permiten que los empresarios dificulten el desarrollo del curso académico de los becarios, dado que los horarios interfieren en el horario universitario.

Estos son algunos de los puntos negros de la política de la Universidad en su relación con las empresas. Pero soluciones también las hay. Empecemos. La UMH debería obligar a los empresarios a pagar un mínimo a los estudiantes por la realización de las prácticas, dado el beneficio que obtienen. La UMH debería obligar a los empresarios a rodear a los becarios de un mínimo de profesionales. La UMH debería obligar a los empresarios a tener a tutores (de verdad) al lado de los estudiantes que les enseñen los entresijos de la profesión. La UMH debería prohibir el desarrollo de estas prácticas durante el periodo académico. De lo contrario, un flaco favor se hace la institución universitaria.

12 de noviembre de 2009

Garzón, un magistrado con ambición internacional

En España, la espera ya acumula 42 días de angustia. Mientras los piratas somalíes, que participaron en el secuestro del “Alakrana” y posteriormente fueron apresados por la fragata “Canarias”, aguardan a las negociaciones entre el Gobierno y los aprendices de bucaneros. La fingida paciencia de los familiares contrasta con la premura que mostró el juez Garzón a la hora de requerir el traslado de los dos piratas a España. Ahora, las familias suman jornadas en vela, a la vez que el “juez estrella” agranda su leyenda. La misma que le coloca en la palestra ante asuntos de extrema relevancia mediática, desde el Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional.

Jiennense de nacimiento (26 de octubre, 1955), casado con la bióloga Rosario Molina y padre de tres hijos, se licenció en Derecho por la Universidad de Sevilla en 1979. Apenas dos años después, aprobó las oposiciones para juez, que le llevaron hasta Valverde del Camino como primer destino. Pero Garzón –segundo de los cinco hijos de un agricultor y una ama de casa– había renunciado a su vocación de ayuda al prójimo en favor de metas mayores, repletas de ambición y envueltas en un halo humanitario. Un espíritu misionero que le empujó en su juventud a ingresar en el seminario, con África en su horizonte. Pero el éxito entre las mujeres –pese a su honda timidez– le hizo replantearse otros caminos más seductores.

Esas miras internacionales no llevaron al juez más famoso de España al continente negro, aunque se perciben en algunas de sus instrucciones. Enérgico e implacable, se enfrentó al dictador Augusto Pinochet, que le tachó de “comunista”. Y ordenó la búsqueda y captura del terrorista más perseguido del mundo, Osama Bin Laden. Su audacia frente a los casos controvertidos también se demuestra en casa. Su alma vengativa, dicen aquéllos que no presumen de su amistad, hizo que se volcara en el Caso GAL, tras dar un portazo por no recibir ninguna cartera ministerial en el postrero gobierno de González. Su afán por eliminar cualquier atisbo de corrupción en la política le inició en la instrucción de Gürtel. La presunta implicación de Camps en la trama truncó el viaje a Valencia para apoyar a su equipo, el FC Barcelona, en la final de la Copa del Rey. También le llevó a renunciar a una tarde de toros en la última Feria de Fallas, otra de sus pasiones, junto a la caza, el vino y el tango.

11 de noviembre de 2009

De frente a la tentación

El mandamás de RTVE, Luis Fernández, anuncia su adiós para este viernes. El periodista riojano ha convocado un consejo extraordinario en el que -se prevé- presentará su dimisión irrevocable como presidente. Dicen que lo justificará con la manida excusa de “motivos familiares”. Toda una cortina de humo al verdadero motivo que le abre las puertas de RTVE: su rechazo al nuevo funcionamiento económico de la corporación. Si se confirma esta salida, RTVE despide al primer presidente que llegó a partir del consenso de las principales fuerzas políticas presentes en el Congreso de los Diputados, todo un logro para la época discrepante que nos toca vivir.

Ahora, años después de que Luis Fernández pusiera el pie en RTVE se recuerdan sus primeras palabras. Por aquel noviembre de 2006, en el discurso posterior a su nombramiento, resaltó dos aspectos que le han acompañado desde su llegada hasta su inminente salida. Siempre abogó por la independencia (o al menos, por una menor dependencia) respecto al partido en el Gobierno, junto al crecimiento de los espectadores que tenían que dar el visto bueno a la gestión del ente público con su presencia frente al televisor (la radio, internet…). Y ambos aspectos se pueden computar como logros. El ente público no es C9, ni Canal Sur ni tampoco la TVE de Urdaci. Y, además, La 1 ha entrado en la lucha por el liderazgo en las audiencias.

Por todo, la marcha de Luis Fernández deja en el aire el futuro de RTVE. No en su viabilidad, sino en el camino que emprenda a partir de ahora la corporación mediática. El riojano llegó en 2006, cuando Zapatero estaba asentado en la Moncloa, sin cuestiones que moviesen con virulencia su poltrona. Y ya sabemos que cuando el viento sopla de cara, sólo los necios buscan problemas. Hoy, sin embargo, la situación es muy distinta. La crisis económica, por sobre, mantiene al PSOE en permanente alerta, dando con enemigos en cada esquina. ¿Qué hará el Gobierno ante la nueva tesitura? ¿Mantendrá su apuesta íntegra por la “independencia” de RTVE…? El sustituto, casi antes de llegar, ha hecho toda una declaración de intenciones. Veremos en qué queda. La tentación ahí está.

Eso sí, la trayectoria de Luis Fernández en RTVE, tampoco nos engañemos, dista mucho del ideal de un camino de rosas, pero al menos tiene en su haber un logro indiscutible. En sus tres años al frente, el ente público apenas ha copado titulares de prensa por suscitar desavenencias políticas entre el partido en el Gobierno y el principal de la oposición. Y no es poco.

10 de noviembre de 2009

En busca de la nada

Una efeméride menos. Y ahora, de vuelta a la actualidad. Esta vez, la repercusión mediática de la fecha en cuestión nos ha retrotraído veinte años, a una Europa que en nada se parece a la actual. Aunque, desde otro prisma, esta Europa en poco se asemeja a la que se imaginó a finales de los años ochenta, a partir de los deseos más ambiciosos de la época. Todo un sueño a medio construir.

Por cuestiones obvias, la caída del Muro de Berlín pasó por mi vida sin dejar ninguna huella. Ni pena ni gloria, ni todo lo contrario. Entonces me preocupaba más saber a qué hora emitían Oliver y Benji, qué tocaba de merienda o cómo apurar los minutos en el parque con los amigos.

Veinte años después, los detalles de aquella histórica fecha nos han invadido: Que si las decisiones de los políticos, la influencia de los medios, el carácter de los alemanes... Todo. Y así nos hemos erigido, durante unos días, en verdaderos especialistas de la cuestión germánica. ¿La pena? Que esta “especialidad” nos durará hasta que se presente la próxima efeméride, que no tardará mucho. Y, entonces, no quedará ni rastro de todo “lo aprendido”. Por tanto, ¿para qué “celebramos” estas fechas si poco, o nada, suponen en nosotros?

A ver, ¿qué nos ha dejado veinte años después la revolucionaria caída del Muro de Berlín? Veamos. Hoy ya no existen muros en Europa que separen estados por sus regímenes políticos. Pero, a escasos kilómetros, existen otros tan vergonzosos, que dan fe de la escasa memoria del ser humano. Derribamos unos para levantar otros. No pongo en cuestión si estas barreras se convierten en necesarias, pero ahí está Israel, México, Ceuta, Corea del Norte, el Sáhara... y así un lista tan vasta como rechazable.

Desde hace años fraguo una idea, que el paso del tiempo no hace otra cosa que reafirmármela. Las efemérides son un traje a medida para los políticos, una buena clase de historia para los ciudadanos y una oportunidad perdida por el ser humano. No hay mejor efeméride, que la inexistencia de un motivo de celebración. ¿O no?

1 de noviembre de 2009

A por el oro de Moscú

Toda espera… tiene su final. Hace apenas unas horas, el Consell, a través de su vicepresidente Gerardo Camps, ha animado a la fusión entre Bancaja, Caja Mediterráneo y Caixa Ontinyent. Si tenemos en cuenta que la entidad de la Vall d'Albaida causa bastante indiferencia en Alicante, vamos a centrarnos en lo que realmente nos preocupa.

Era un secreto a voces. Más pronto que tarde tenía que llegar el apoyo de la Generalitat a la unión entre las principales cajas de la Comunidad, pese a que en reiteradas ocasiones se haya mostrado en contra. Eso sí, no hace falta ser economista ni tampoco político, y mucho menos un lumbreras, para ver una “absorción” donde el otro Camps dice “fusión”. ¿Estamos de acuerdo, no? Si los valencianos desembarcan en Alicante... es para llevarse el botín. ¿Y lo próximo, qué será: la Explanada, la sede de la Cámara... o el Castillo de Santa Bárbara?

¿Y ahora, qué? Tras la anuencia de la Generalitat... ¿miraremos cómo se llevan hacia la capital una de las pocas señas de identidad que conserva Alicante? Espero que no. Aunque me temo lo peor. Eso sí. Mis cuentas en la CAM (que son las que son) no permanecerán un minuto más en las arcas de esa futura Bancaja (una vez confirmado el ejercicio de engullir a la caja de los alicantinos). El dinero viajará hasta Cataluña, donde estará mejor que en Valencia. Por supuesto.

Más allá de cuestiones sentimentales, las consecuencias de esta absorción será mejor dejarlas estar. Ya habrá tiempo de discutir acerca de ellas. Pero la más obvia es, tal vez, la más inmediata: ¿Cuántas personas pasarían a engrosar las listas del Inem? Sinceramente, sin manejar datos concretos, seguro que varios centenares de currantes perderían su puesto de trabajo. Vamos, un “pellizco” a tener muy en cuenta, más aún en una época como la actual.

Con todo, tengo verdadera curiosidad por conocer los argumentos que manejarán los diferentes representantes del Consell (y demás interesados) para defender su postura. Una polémica (aún en proceso de formación) que ha saltado a la palestra en la presentación de los Presupuestos de la Generalitat de 2010 para Alicante, durante la que el conseller de Economía ha defendido (no sé muy bien con qué cara ni mediante qué explicaciones) la inversión de la Generalitat en una provincia tan meridional como maltratada.

Y esta animada historia... en el Día de los Difuntos. ¡Qué mejor fecha para dar un paso al frente! ¿O era al vacío? Veremos, porque toda espera acaba por conocer su final.

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Como era de esperar, las reacciones al "ánimo" del Consell de cara a la fusión (dile fusión, dile absorción) de Bancaja y la CAM no han tardado en llegar. Enlacémoslas, pues: "Y la sede, en Alicante"