El mandamás de RTVE, Luis Fernández, anuncia su adiós para este viernes. El periodista riojano ha convocado un consejo extraordinario en el que -se prevé- presentará su dimisión irrevocable como presidente. Dicen que lo justificará con la manida excusa de “motivos familiares”. Toda una cortina de humo al verdadero motivo que le abre las puertas de RTVE: su rechazo al nuevo funcionamiento económico de la corporación. Si se confirma esta salida, RTVE despide al primer presidente que llegó a partir del consenso de las principales fuerzas políticas presentes en el Congreso de los Diputados, todo un logro para la época discrepante que nos toca vivir.
Ahora, años después de que Luis Fernández pusiera el pie en RTVE se recuerdan sus primeras palabras. Por aquel noviembre de 2006, en el discurso posterior a su nombramiento, resaltó dos aspectos que le han acompañado desde su llegada hasta su inminente salida. Siempre abogó por la independencia (o al menos, por una menor dependencia) respecto al partido en el Gobierno, junto al crecimiento de los espectadores que tenían que dar el visto bueno a la gestión del ente público con su presencia frente al televisor (la radio, internet…). Y ambos aspectos se pueden computar como logros. El ente público no es C9, ni Canal Sur ni tampoco la TVE de Urdaci. Y, además, La 1 ha entrado en la lucha por el liderazgo en las audiencias.
Por todo, la marcha de Luis Fernández deja en el aire el futuro de RTVE. No en su viabilidad, sino en el camino que emprenda a partir de ahora la corporación mediática. El riojano llegó en 2006, cuando Zapatero estaba asentado en la Moncloa, sin cuestiones que moviesen con virulencia su poltrona. Y ya sabemos que cuando el viento sopla de cara, sólo los necios buscan problemas. Hoy, sin embargo, la situación es muy distinta. La crisis económica, por sobre, mantiene al PSOE en permanente alerta, dando con enemigos en cada esquina. ¿Qué hará el Gobierno ante la nueva tesitura? ¿Mantendrá su apuesta íntegra por la “independencia” de RTVE…? El sustituto, casi antes de llegar, ha hecho toda una declaración de intenciones. Veremos en qué queda. La tentación ahí está.
Eso sí, la trayectoria de Luis Fernández en RTVE, tampoco nos engañemos, dista mucho del ideal de un camino de rosas, pero al menos tiene en su haber un logro indiscutible. En sus tres años al frente, el ente público apenas ha copado titulares de prensa por suscitar desavenencias políticas entre el partido en el Gobierno y el principal de la oposición. Y no es poco.
Ahora, años después de que Luis Fernández pusiera el pie en RTVE se recuerdan sus primeras palabras. Por aquel noviembre de 2006, en el discurso posterior a su nombramiento, resaltó dos aspectos que le han acompañado desde su llegada hasta su inminente salida. Siempre abogó por la independencia (o al menos, por una menor dependencia) respecto al partido en el Gobierno, junto al crecimiento de los espectadores que tenían que dar el visto bueno a la gestión del ente público con su presencia frente al televisor (la radio, internet…). Y ambos aspectos se pueden computar como logros. El ente público no es C9, ni Canal Sur ni tampoco la TVE de Urdaci. Y, además, La 1 ha entrado en la lucha por el liderazgo en las audiencias.
Por todo, la marcha de Luis Fernández deja en el aire el futuro de RTVE. No en su viabilidad, sino en el camino que emprenda a partir de ahora la corporación mediática. El riojano llegó en 2006, cuando Zapatero estaba asentado en la Moncloa, sin cuestiones que moviesen con virulencia su poltrona. Y ya sabemos que cuando el viento sopla de cara, sólo los necios buscan problemas. Hoy, sin embargo, la situación es muy distinta. La crisis económica, por sobre, mantiene al PSOE en permanente alerta, dando con enemigos en cada esquina. ¿Qué hará el Gobierno ante la nueva tesitura? ¿Mantendrá su apuesta íntegra por la “independencia” de RTVE…? El sustituto, casi antes de llegar, ha hecho toda una declaración de intenciones. Veremos en qué queda. La tentación ahí está.
Eso sí, la trayectoria de Luis Fernández en RTVE, tampoco nos engañemos, dista mucho del ideal de un camino de rosas, pero al menos tiene en su haber un logro indiscutible. En sus tres años al frente, el ente público apenas ha copado titulares de prensa por suscitar desavenencias políticas entre el partido en el Gobierno y el principal de la oposición. Y no es poco.
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