El reloj se aproxima peligrosamente a las seis de la mañana. Hora prevista para que toque la diana. Entonces, el sábado 13 de febrero ya habrá recorrido varias horas de su marcado trayecto, mientras otros estaremos abriendo los ojos con cierta pereza y toques nerviosos. El día ya está aquí. Meses esperando que llegue la fecha… y me marcho casi sin despedirme. La vergüenza no la conozco y el perdón hace tiempo que me abandonó. ¡Qué le vamos a hacer!
Así que hace algunos minutos, cuando la medianoche amenazaba, he apagado el ordenador y me he dirigido a descansar. Pero no ha podido ser. El sueño se resiste a llegar. Es su hora, pero él también debe estar expectante. En un rato despega un avión más, pero que llega consigo cierta carga emotiva. En un rato comienza el viaje ‘fin de carrera’. Nuestra escapada. Ámsterdam y París nos esperan. Parece, eso sí, que vestidas de blanco y con la calefacción de vacaciones. Preciosas.
Estos últimos días, debo reconocer, han sido una continua carrera contrarreloj. Una carrera que arrancó a finales de noviembre y que, espero, concluya dentro de una semana. Necesito respirar. Todo empezó con la revista de Cabo Mar, el trabajo de investigación de Historia de la Libertad de Imprenta, las lecturas de Especializado y Ética Periodística, las entrevistas de personalidad, la preparación de los exámenes, las pruebas en cuestión, los artículos de las Cortes de Cádiz… Un no parar. En el trabajo, una historia calcada. La publicación de la Costa Blanca para Fitur, la incertidumbre acerca de los cambios –que siempre afectan…– y, desde hace unas semanas, el privilegio de invertir todas las tardes en el periódico. Da gusto participar en la dinámica de una redacción con vida. En fin de semana… la situación es muy distinta. Hay un grupo cohesionado, pero demasiados ordenadores vacíos. Y cada vez más.
Y así, catorce jornadas consecutivas de trabajo y nueve que se presentan nada más poner pie a tierra allá por el 20 de febrero. Por medio, siete días excitantes. Para conocer dos ciudades de postal. Para disfrutar con los amigos. Y para despejar la mente, debe estar despierta para estudiar el futuro más inmediato, que está apunto de llegar. Porque este viaje representa el final de una etapa y el inicio de otra vida. Desconozco qué me deparará ese periodo ni tampoco qué le podré ofrecer. Ya habrá tiempo de divagar… e incluso, no lo descarto, de vagabundear.
Sin remedio se acerca el punto y seguido. Con la mirada en el blog, estos días he querido mostrar el peso de una imagen en la valoración de una noticia. También reflexionar sobre el ánimo de algunos protagonistas metidos en la política. Y conocer qué hay detrás de la polémica que se cierne sobre nuestro juez más mediático… Pero ha podido ser. Los estudios, el trabajo y una cierta indiferencia me valen como excusa. El resto son argumentos demasiado personales. Aburridos, por tanto.
Así que hace algunos minutos, cuando la medianoche amenazaba, he apagado el ordenador y me he dirigido a descansar. Pero no ha podido ser. El sueño se resiste a llegar. Es su hora, pero él también debe estar expectante. En un rato despega un avión más, pero que llega consigo cierta carga emotiva. En un rato comienza el viaje ‘fin de carrera’. Nuestra escapada. Ámsterdam y París nos esperan. Parece, eso sí, que vestidas de blanco y con la calefacción de vacaciones. Preciosas.
Estos últimos días, debo reconocer, han sido una continua carrera contrarreloj. Una carrera que arrancó a finales de noviembre y que, espero, concluya dentro de una semana. Necesito respirar. Todo empezó con la revista de Cabo Mar, el trabajo de investigación de Historia de la Libertad de Imprenta, las lecturas de Especializado y Ética Periodística, las entrevistas de personalidad, la preparación de los exámenes, las pruebas en cuestión, los artículos de las Cortes de Cádiz… Un no parar. En el trabajo, una historia calcada. La publicación de la Costa Blanca para Fitur, la incertidumbre acerca de los cambios –que siempre afectan…– y, desde hace unas semanas, el privilegio de invertir todas las tardes en el periódico. Da gusto participar en la dinámica de una redacción con vida. En fin de semana… la situación es muy distinta. Hay un grupo cohesionado, pero demasiados ordenadores vacíos. Y cada vez más.
Y así, catorce jornadas consecutivas de trabajo y nueve que se presentan nada más poner pie a tierra allá por el 20 de febrero. Por medio, siete días excitantes. Para conocer dos ciudades de postal. Para disfrutar con los amigos. Y para despejar la mente, debe estar despierta para estudiar el futuro más inmediato, que está apunto de llegar. Porque este viaje representa el final de una etapa y el inicio de otra vida. Desconozco qué me deparará ese periodo ni tampoco qué le podré ofrecer. Ya habrá tiempo de divagar… e incluso, no lo descarto, de vagabundear.
Sin remedio se acerca el punto y seguido. Con la mirada en el blog, estos días he querido mostrar el peso de una imagen en la valoración de una noticia. También reflexionar sobre el ánimo de algunos protagonistas metidos en la política. Y conocer qué hay detrás de la polémica que se cierne sobre nuestro juez más mediático… Pero ha podido ser. Los estudios, el trabajo y una cierta indiferencia me valen como excusa. El resto son argumentos demasiado personales. Aburridos, por tanto.
2 comentarios:
He aquí otro que no puede dormir esperando la ansiada cita!!
...Y ahora a dormir, que dentro de unas horas Amsterdam nos espera...
Enhorabuena, y a disfrutar. Esperaremos las fotos de París y Amsterdam.
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