Jugosos datos nos ha ofrecido el Instituto Nacional de Estadística. A partir de las conclusiones extraídas del apartado “Estimaciones de la Población Actual”, en los medios se han leído titulares
como que “crece un 21,6% los españoles que han abandonado el país en lo que va de año”. Cifras que permiten imaginar las nuevas tendencias migratorias de
España. Por primera vez, destacaban los diarios digitales, “el saldo migratorio
de españoles -la diferencia entre las personas que entran y las que se van- ha sido negativo
en todas las comunidades autónomas” en los primeros
nueve meses de 2012.
En la provincia de Alicante, debe ser por aquello de llevar la contraria, los
números señalan que el saldo ha sido positivo (+3.112 personas, en el resultado
entre emigraciones e inmigraciones). En este caso, sin embargo, los datos no
están desagregados por ciudadanos españoles y extranjeros… Por ello, para hacernos una idea, resulta esclarecedor recurrir a las proyecciones. Veamos.
En la Comunidad Valenciana, 40.506 personas emigraron entre enero y septiembre
al extranjero. De ellos, como era presumible, la gran mayoría eran extranjeros
(36.000). Así, el 88,88% de los residentes en la Comunidad que hicieron las
maletas (antes o después, tenía que salir la típica frasecita) no tenían la nacionalidad española, mientras que sólo el 11,12 % (un total de 4.506) eran nacionales.
Por tanto, si trasladamos esos porcentajes a la provincia de Alicante (en poco deben
variar las cifras reales), tenemos que de los 14.110 residentes en Alicante que se han marchado al extranjero en lo que va de año, tan sólo 1.569 son
españoles. No es poco, pero sí significativo. El resto, 12.540, son foráneos.
Es decir, el retorno de los inmigrantes parece que se lleva la mayor parte de
las emigraciones en la provincia de Alicante.
Aunque por deformación profesional, de los datos publicados por el INE, me han llamado la atención unas cifras que han pasado (casi) desapercibidas para los medios provinciales.
Dejando a un lado los flujos de emigrantes e inmigraciones y el saldo total
de migraciones y centrándonos en la evolución estimada de la población, parece
necesario acercar el foco a la cifra de jóvenes (pongamos de entre 20 y 34 años)
que ha perdido la provincia en los últimos tiempos.
Si ponemos uno de los extremos de la cuerda en enero 2009, cuando la crisis
económica pasó de centrarse en el sistema financiero a atizar con fuerza al sistema social, y el otro en octubre de 2012, concluimos que la provincia ha perdido
un 13,33% de población joven. En total, 58.895 personas. En término generales,
sin tener por tanto en cuenta los intervalos de edad, la provincia en este mismo periodo de tiempo ha ganado un 0,86% de población, es decir, 16.487 personas.
¿Y qué pasa si nos limitamos a los últimos nueve meses del año, desde el 1
de enero hasta el 1 de octubre de 2012? Misma tendencia: la provincia sigue
perdiendo población joven. En apenas nueve meses, Alicante contabiliza 11.310
personas menos, de entre 20 y 34 años, una caída del 2,87% en población supuestamente recién ‘incorporada’
al mercado laboral. Mientras que en términos generales, siempre necesario para
tener una visión más global, la provincia ha ganado en 2012 un 0,41% de
población, 7.770 personas.
Conclusión, la esperada. La que apreciamos todos los días al relacionarnos
con nuestro entorno más próximo. Los jóvenes siguen viendo en el extranjero las
oportunidades que su país le niega por sistema. Y los que pertenecemos a ese
grupo de edad, no tenemos que mirar muy lejos. Pocos serán los que se sientan
satisfechos con su actual situación laboral, después de cursar años y años de
universidad y de presumir de carreras, másteres y demás formación académica.
Pero no todo es tan sencillo. El extranjero da oportunidades laborales, sí,
pero arrebata cuestiones irremplazables en la vida de los nuevos emigrantes. Servidora
que tiene la oportunidad cada semana de hablar con jóvenes alicantinos que han
dejado la provincia tiene que digerir los lamentos de aquellas personas, casi
siempre con impecables currículums, que deben abandonar a la familia, a los
amigos… para presumir de trabajos, no siempre cualificados, que les permiten
sentirse útiles para la sociedad. Me viene una frase que recientemente me dijo
un joven ilicitano, ilustrador de profesión y recién llegado a Inglaterra, al preguntarle por la situación de
sus allegados que aún siguen en la provincia. «De todos mis amigos, apenas estarán
trabajando dos de cada diez. Tengo conocidos con depresión o a punto de caer en
ella. Esto es descorazonador». Otro, residente en México, me reconocía que
nunca había llorado tanto como desde que dejó su Alicante natal. «En casa,
siempre me habían acusado de ser muy frío, pero aquí [por México] me han salido
todas las lágrimas. Al principio, de hecho, no podía ver películas que trataran
asuntos familiares, me pasaba todo el rato llorando». Y habla un joven de 31
años que presumía de ser una persona independiente. «Cuando me vine no me
preocupaba la soledad, pero los inicios fueron muy duros». Y así, mil
testimonios más. Aquí, los ya publicados en la serie «Los nuevos emigrantes alicantinos», en Información.
Bárbara (Argentina): «España desprecia a sus jóvenes»
Alicia (Francia): «Quiero ahorrar dinero y cumplir mi sueño: abrir un restaurante en Alicante»
Nuria (Italia): «Tener una carrera no garantiza ya un futuro laboral en España»
Ariadna (México): «Los titulados españoles estamos bien considerados por esta zona»
Ana y Daniel (Inglaterra): Dos profesores en reinvención
Ricardo (Inglaterra): «Un clic cambió mi vida»
Pablo (México): «Adoro España, pero no me veo volviendo a casa»
Marina (Francia): «Hay que ser valiente, la vida te hace aprender a la fuerza»
Álex (Francia): «Los médicos nos tratan de tú a tú, aquí todos somos iguales»
Júlia (India): «Soy consciente de que me tengo que buscar la vida por el mundo»
Lorenzo (Estados Unidos): «Sueño con poder dirigir mi propio equipo de investigación en España»
Enrique (Isla Mauricio): «Mi futuro laboral está orientado por obligación hacia el exterior»
Mario (Inglaterra): «Nunca he tenido el arrebato de volver a casa, acerté al venirme»
Jesús (Japón): «No creo que mi futuro pase por España»
María José (Inglaterra): «Tengo mayor estabilidad laboral, creo que mi futuro pasa por quedarme aquí»
Carlos (Francia): «Quería volver a España en 2014, pero visto lo visto ya no tengo prisa»
Paloma (Inglaterra): «Si le pones ganas, todo sale bien»
Alexia (Holanda): «Cada día pienso en regresar a casa»
María (Inglaterra): «Nada me motivaba en España»
Martín (Indonesia): Un vuelo de vida
Sabrina (China): La «seño» del lejano occidente
Laura (Francia): Un viaje al pluriempleo
Iván (Francia): De embajador en territorio vecino
Esther (Inglaterra): Una travesía por el Támesis
Natalia (Inglaterra): De El Altet a Gatwick sin escalas
Pepe (Alemania): Un ingeniero en territorio de Merkel
Rubén (Alemania): Fogones con sabor español
Luis (Suiza): A los Alpes con los planos
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