16 de octubre de 2012

Muchos salen, pero otros se vuelven...



Jugosos datos nos ha ofrecido el Instituto Nacional de Estadística. A partir de las conclusiones extraídas del apartado “Estimaciones de la Población Actual”, en los medios se han leído titulares como que “crece un 21,6% los españoles que han abandonado el país en lo que va de año”. Cifras que permiten imaginar las nuevas tendencias migratorias de España. Por primera vez, destacaban los diarios digitales, “el saldo migratorio de españoles -la diferencia entre las personas que entran y las que se van- ha sido negativo en todas las comunidades autónomas” en los primeros nueve meses de 2012.

En la provincia de Alicante, debe ser por aquello de llevar la contraria, los números señalan que el saldo ha sido positivo (+3.112 personas, en el resultado entre emigraciones e inmigraciones). En este caso, sin embargo, los datos no están desagregados por ciudadanos españoles y extranjeros… Por ello, para hacernos una idea, resulta esclarecedor recurrir a las proyecciones. Veamos. 

En la Comunidad Valenciana, 40.506 personas emigraron entre enero y septiembre al extranjero. De ellos, como era presumible, la gran mayoría eran extranjeros (36.000). Así, el 88,88% de los residentes en la Comunidad que hicieron las maletas (antes o después, tenía que salir la típica frasecita) no tenían la nacionalidad española, mientras que sólo el 11,12 % (un total de 4.506) eran nacionales. 

Por tanto, si trasladamos esos porcentajes a la provincia de Alicante (en poco deben variar las cifras reales), tenemos que de los 14.110 residentes en Alicante que se han marchado al extranjero en lo que va de año, tan sólo 1.569 son españoles. No es poco, pero sí significativo. El resto, 12.540, son foráneos. Es decir, el retorno de los inmigrantes parece que se lleva la mayor parte de las emigraciones en la provincia de Alicante.

Aunque por deformación profesional, de los datos publicados por el INE, me han llamado la atención unas cifras que han pasado (casi) desapercibidas para los medios provinciales. 

Dejando a un lado los flujos de emigrantes e inmigraciones y el saldo total de migraciones y centrándonos en la evolución estimada de la población, parece necesario acercar el foco a la cifra de jóvenes (pongamos de entre 20 y 34 años) que ha perdido la provincia en los últimos tiempos.

Si ponemos uno de los extremos de la cuerda en enero 2009, cuando la crisis económica pasó de centrarse en el sistema financiero a atizar con fuerza al sistema social, y el otro en octubre de 2012, concluimos que la provincia ha perdido un 13,33% de población joven. En total, 58.895 personas. En término generales, sin tener por tanto en cuenta los intervalos de edad, la provincia en este mismo periodo de tiempo ha ganado un 0,86% de población, es decir, 16.487 personas. 

¿Y qué pasa si nos limitamos a los últimos nueve meses del año, desde el 1 de enero hasta el 1 de octubre de 2012? Misma tendencia: la provincia sigue perdiendo población joven. En apenas nueve meses, Alicante contabiliza 11.310 personas menos, de entre 20 y 34 años, una caída del 2,87% en población supuestamente recién ‘incorporada’ al mercado laboral. Mientras que en términos generales, siempre necesario para tener una visión más global, la provincia ha ganado en 2012 un 0,41% de población, 7.770 personas. 

Conclusión, la esperada. La que apreciamos todos los días al relacionarnos con nuestro entorno más próximo. Los jóvenes siguen viendo en el extranjero las oportunidades que su país le niega por sistema. Y los que pertenecemos a ese grupo de edad, no tenemos que mirar muy lejos. Pocos serán los que se sientan satisfechos con su actual situación laboral, después de cursar años y años de universidad y de presumir de carreras, másteres y demás formación académica. 

Pero no todo es tan sencillo. El extranjero da oportunidades laborales, sí, pero arrebata cuestiones irremplazables en la vida de los nuevos emigrantes. Servidora que tiene la oportunidad cada semana de hablar con jóvenes alicantinos que han dejado la provincia tiene que digerir los lamentos de aquellas personas, casi siempre con impecables currículums, que deben abandonar a la familia, a los amigos… para presumir de trabajos, no siempre cualificados, que les permiten sentirse útiles para la sociedad. Me viene una frase que recientemente me dijo un joven ilicitano, ilustrador de profesión y recién llegado a Inglaterra, al preguntarle por la situación de sus allegados que aún siguen en la provincia. «De todos mis amigos, apenas estarán trabajando dos de cada diez. Tengo conocidos con depresión o a punto de caer en ella. Esto es descorazonador». Otro, residente en México, me reconocía que nunca había llorado tanto como desde que dejó su Alicante natal. «En casa, siempre me habían acusado de ser muy frío, pero aquí [por México] me han salido todas las lágrimas. Al principio, de hecho, no podía ver películas que trataran asuntos familiares, me pasaba todo el rato llorando». Y habla un joven de 31 años que presumía de ser una persona independiente. «Cuando me vine no me preocupaba la soledad, pero los inicios fueron muy duros». Y así, mil testimonios más. Aquí, los ya publicados en la serie «Los nuevos emigrantes alicantinos», en Información.
Ricardo (Inglaterra): «Un clic cambió mi vida» 
María (Inglaterra): «Nada me motivaba en España»
Martín (Indonesia): Un vuelo de vida
Laura (Francia): Un viaje al pluriempleo
Esther (Inglaterra): Una travesía por el Támesis
Natalia (Inglaterra): De El Altet a Gatwick sin escalas
Rubén (Alemania): Fogones con sabor español



Viñeta de Enrique, publicada el 21 de octubre en INFORMACIÓN

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