No entiendo la pasividad de esta ciudad, me preocupa y me duele como alicantina.
Se acerca irremediablemente el
día del inicio de las obras de demolición de la plaza Balmis y aquí nadie dice
nada. Cuenta el Ayuntamiento que el objetivo de tal tropelía es alejar la prostitución de la zona. Curioso argumento. ¿Recuerdan que el retén de la Policía
Local también iba a acabar con este ‘negocio ilegal’? Pues a los hechos nos
podemos remitir. Y qué decir de aquella afortunada frase del concejal Adrián
Santos: «El diseño actual de la plaza de Balmis genera problemas de inseguridad». Sí, en serio. Me
cuesta imaginar cómo una plaza de apenas unos metros cuadrados puede cargar con la responsabilidad de la situación de abandono que atraviesa la zona. La culpa para
la plaza, que no se puede defender. Y los que mandan, de rositas. Como (casi)
siempre.
El Ayuntamiento ha decidido malgastar casi cien mil euros para acabar con una de las plazas con
más encanto de la ciudad y a eso le llaman “terminar con la prostitución”. Tal
vez, para revitalizar la zona, valdría con mantener cuidado el entorno, sin tener
que echar abajo un mosaico que ya pertenece al imaginario común de los
alicantinos. Ya, ya, sé que cuentan los arquitectos (pagados para hacer la
obra) que el dibujo inspirado en Gaudí apenas tiene veinte años y que ese
periodo es corto para incluirlo dentro de la historia viva de la ciudad. Pues
nada. Echemos abajo una de las postales más personales de la ciudad, que sería
aún más lucida si el Ayuntamiento invirtiese ese dinero (que parece ahora que le sobra)
en cuidar cada rincón de Alicante, y levantemos un espacio «diáfano», que eso
vende mucho.
El proyecto, echando un ojo al resto de la ciudad, no parece muy necesario, no. Pero intereses habrá... ¡Qué lástima!
1 comentario:
Fantástico apunte y excelente reflexión.
Oportuna, pertinente y clara, muy clara!
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