23 de agosto de 2008

Un periodista, una esquela

«La inevitable renovación de los periódicos». Bajo este título, El País ofrece hoy un reportaje tan interesante como poco optimista. «Internet y la crisis publicitaria obligan a la prensa a adaptarse a un nuevo modelo de negocio. Los diarios 'online' amenazan los formatos tradicionales y la manera de contar las noticias», asegura el diario nacional.

El texto es largo e interesante. Os recomiendo su reposada lectura. Aquí rescato algunos de los párrafos que más dicen. El artículo entero, en El País.

Leer estos días las noticias sobre la marcha de los periódicos en Estados Unidos se ha convertido en un ejercicio casi morboso; en lo más parecido a hojear las páginas de esquelas: cierres de diarios, despidos en masa de periodistas y desplomes de las acciones de las empresas en la Bolsa. Las últimas semanas han sido especialmente sangrientas con el anuncio de la supresión de 80 puestos de trabajo en el Chicago Tribune, 250 en Los Angeles Times y 130 en el Milwakee Journal Sentinel, al que de poco le ha servido el Pulitzer que ha ganado este mismo año.

Ese reguero de cadáveres periodísticos empieza a sentirse también en Europa, donde a la fuga de la publicidad a Internet se le suma una crisis económica que espanta a los anunciantes.
Este panorama ha llevado a no pocos expertos a predecir la muerte o la desaparición de gran parte de los periódicos tal y como hoy los conocemos. Los pésimos resultados, más allá de la crisis, tienen que ver con la necesidad de un cambio de modelo de negocio en las empresas periodísticas, dicen. Y algunos, como el reputado analista Philip Meyer, se han aventurado a pronosticar una fecha de defunción: 2043. Otros hablan tenebrosamente de "los próximos años".

Pero, ¿es tan mala la situación? ¿Quiere decir que los periódicos pasarán a mejor vida? ¿Cuáles están mejor preparados para soportar las embestidas del mercado? ¿Cómo afectarán los cambios en la prensa escrita a la salud democrática de las sociedades?


Si en algo coinciden los expertos es en que no todos los periódicos morirán. Pero también en que todos deberán transformarse para sobrevivir en una era en la que la gente, más que nunca, quiere leer historias, aunque no en los formatos que han dominado la prensa 300 años. Hay que ponerse manos a la obra ante un cambio que, dicen, no tiene por qué ser a peor. Alertan de que saldrán ilesos los periódicos que se adapten antes y mejor a los ritmos y demandas de la Red, los que acometan la mediamorfosis y logren cautivar a los internautas (y, así, a los anunciantes).


La gran cuestión es si los periódicos en papel aguantarán la caída de su publicidad. Y habrá que ver qué publicaciones serán capaces de atraer el número suficiente de lectores para mantener una edición impresa, una vez descartada la política de suscripciones, inviable en el mundo de la abundancia informativa.


Otro punto en el que coinciden los expertos es en que se va a producir un trasvase de recursos y de periodistas de las ediciones impresas a las digitales, y muchos recomiendan la llamada "integración": plantillas únicas que proporcionen contenidos al margen del soporte. Jarvis, como otros, sostiene que la crisis golpeará con mucha más fuerza a las cabeceras regionales. Que los grandes diarios nacionales, junto con las publicaciones hiperlocales, se salvarán.

Aún así, para unos y otros recomienda la especialización. Los periódicos ya no pueden pretender cubrir todo.
Pero las vacas flacas ya están aquí. El descenso de la publicidad en la prensa escrita de pago es imparable.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Miedo da lo que se avecina desde el otro lado del Atlántico. Tan sólo nos queda intentar demostrar que tenemos cabida en las exprimidas plantillas.

... Y suerte dispar la que parece que están teniendo los asiáticos. Cuando unos suben, otros bajan.

Marisol dijo...

Internet ofrece mucha información a golpe de intro, pero no creo que pueda llegar a terminar con la prensa...ese placer de las mañanas con la mezcla de olores del café recién hecho y el periódico recién comprado no puede desaparecer. O no debe.

Anónimo dijo...

Pienso como tú Marisol. El placer del café y el periódico no debe desaparecer.