3 de noviembre de 2008

¿Jugamos a un juego?

Sí, por ejemplo, a hundir la flota (política). Un gremio peculir de por sí. Fácil de criticar. Un ejercicio para momentos aburridos. Si hablamos de corporaciones de municipios pequeños, donde la ideología queda en un segundo término y la ambición se resume sólo en el vil metal, especular (nunca mejor dicho) es un deporte entretenido. ¿Quién no ha aventurado en alguna ocasión cuánto le queda a «X» en la Alcaldía o a «Y» como concejal de Urbanismo de cualquier pueblo del tres al cuarto que maneja sin embargo millones y millones de euros como quien no quiere la cosa?

Ahora, Alicante está en boga por la detención de alcaldes, concejales y otro tipo de listillos. En apenas unos días, Bigastro y San Fulgencio se han quedado sin jefe del gobierno local. Desamparados. O liberados, según cómo se vea.

Eso sí, de sorpresa, nada de nada. Tanto Bigastro como San Fulgencio entraban en la mayoría de las apuestas de las que antes hablaba. Localidades sospechosas por antonomasia. Pero no son las únicas. De la Vega Baja pocas están excluidas de estas quinielas. Qué cruz.

Esta mañana, echando un vistazo al bitácora de Marisol, me ha venido a la cabeza una reflexión: ¿Qué pensará el vecino de San Fulgencio o Bigastro, el de toda la vida, el honrado, cuando vea a unos y a otros entrando y saliendo del juzgado?

Luego, echando otro vistazo, en este caso al periódico, me he enojado. Por no decir otra expresión menos procedente. El fiscal Briones siempre me ha transmitido una sensación, a priori, nada positiva. Me ha parecido un tipo que persigue estar delante de los focos, buscando sin cesar la atención mediática. Sí, podíamos decir, que al más estilo Garzón. Un «profesional» que huye del anonimato.

Si este tipo de gente es la encargada de librarnos de los especuladores, corruptos… apañados estamos. Si la Justicia es la primera en cojear, ¿qué podemos esperar?

Investigar tramas urbanísticas en Alicante es sencillo para cualquier representante del Ministerio Fiscal que baje al terreno, se enfangue y escarbe un poco. Tampoco mucho que entonces cualquiera podría salir perjudicado.

Cuando del fiscal anticorrupción se dicen cosas como las siguientes, mal vamos.
  • No se le conoce investigación que no haya partido de un recorte de prensa o una denuncia de parte (de parte siempre interesada), ni tampoco se sabe de caso alguno que haya prosperado.

  • Sus denuncias, o dormitan en los juzgados sin interés alguno porque avancen, ni siquiera interés de él, o son sistemáticamente archivadas, no por falta de pruebas, sino por falta de consistencia en la investigación.

  • Felipe Briones no ha demostrado hasta aquí ni sagacidad, ni capacidad de trabajo, ni de estudio, ni de sacrificio.

  • Los casos que plantea adolecen de tantas lagunas que difícilmente pueden llegar a ningún lado que no sea el archivo. Y su falta de criterio es también pasmosa.

  • Se mete en una cruzada, no porque lleve tiempo estudiando la situación de un pueblo que para cualquier fiscal sería un bombón, sino porque ve un vídeo en un periódico y, sin comprobar siquiera si es o no un montaje, se lanza a detener y registrar.

  • Lo malo de que te toque Briones es que sales en la foto; lo bueno es que todo se lo archivan y a ti te deja inmunizado.

  • Tras su paso, los malos dejan la condición de sospechosos para adquirir la de víctimas.

  • Si él mismo no lo hace, el fiscal general debería plantearse la conveniencia de liberar a Briones de la pesada carga que arrastra y destinarlo a un puesto donde la constancia, el sentido común, la discreción y el esfuerzo no sean requisitos indispensables.

Sin Justicia eficiente, sin políticos íntegros… ¿...? ¿Qué futuro nos depara? Hasta la fecha alcaldes o miembros de las corporaciones de municipios como Bigastro, San Fulgencio, Torrevieja, Alicante, Redován, Dolores, Benitatxell, Pego, Orihuela, Catral, Albatera… han tenido la maza de la Justicia sobre sus cabezas. Unos han salido indemnes. Otros están en la cárcel. Y más de uno… esperando que ningún juez se acuerde de su localidad. Por si acaso.

No hay comentarios: