Llega desde Valencia, aún con las cenizas de los vastos monumentos echando humo, un debate que huele a cerrado, viejo, inacabado… y, sobre todo, a cercano. Los falleros tienen sobre la mesa la propuesta de trasladar la principal fiesta del Cap i Casal para que, año tras año, los días grandes coincidan con un fin de semana. La idea, por supuesto, parte de los sectores turísticos de la ciudad, que buscan hacer caja con las jornadas que más visitantes se concentran en Valencia. De seguir adelante, la tradición dejaría su lugar en el calendario al negocio.
En Alicante, este debate, que surgió años ha, recobró fuerzas el pasado, con el inestimable apoyo de un grupo de festeros, en presunta minoría, que contó con el ruido mediático de hosteleros, hoteleros y demás sectores relacionados con el turismo.
No obstante, al final, todo quedó en nada. Como de costumbre. El Ayuntamiento dejó la decisión en manos de la Federació de Fogueres, que optó por dar carpetazo al debate… De momento.
Ahora, con los ecos que llegan desde la ciudad del Túria, me vuelven a rondar por la cabeza esos mismos argumentos que esgrimían los tradicionalistas, los inmovilistas, aquellos que defienden la Fiesta en su concepción más pura... Los mismos que no quieren claudicar ante las nuevas corrientes, a cuyos responsables acusan de un exacerbado egoísmo. Dicen que piden cambiar el calendario de la Cremà de Sant Joan a cambio de (casi) nada. Aducen que los patronos del ocio alicantino (en cualquiera de sus manifestaciones) apenas contribuyen económicamente con el sostenimiento de la Fiesta. Y razón, parece, no les falta. En Alicante, por ADN, se conjuga con mayor soltura el verbo disfrutar que el de colaborar. Los ciudadanos, los primeros; y, como tal, los empresarios, a continuación.
Con todo, en unas fechas, con el avance de la primavera, el debate volverá a la palestra. De nuevo, los mismos argumentos. Y, da la impresión, con el mismo corolario. Habrá que esperar a que los del norte den un paso hacia adelante para que Comunidad abajo se tome en serio la discusión. Hasta entonces, disparos de fogueo.
En Alicante, este debate, que surgió años ha, recobró fuerzas el pasado, con el inestimable apoyo de un grupo de festeros, en presunta minoría, que contó con el ruido mediático de hosteleros, hoteleros y demás sectores relacionados con el turismo.
No obstante, al final, todo quedó en nada. Como de costumbre. El Ayuntamiento dejó la decisión en manos de la Federació de Fogueres, que optó por dar carpetazo al debate… De momento.
Ahora, con los ecos que llegan desde la ciudad del Túria, me vuelven a rondar por la cabeza esos mismos argumentos que esgrimían los tradicionalistas, los inmovilistas, aquellos que defienden la Fiesta en su concepción más pura... Los mismos que no quieren claudicar ante las nuevas corrientes, a cuyos responsables acusan de un exacerbado egoísmo. Dicen que piden cambiar el calendario de la Cremà de Sant Joan a cambio de (casi) nada. Aducen que los patronos del ocio alicantino (en cualquiera de sus manifestaciones) apenas contribuyen económicamente con el sostenimiento de la Fiesta. Y razón, parece, no les falta. En Alicante, por ADN, se conjuga con mayor soltura el verbo disfrutar que el de colaborar. Los ciudadanos, los primeros; y, como tal, los empresarios, a continuación.
Con todo, en unas fechas, con el avance de la primavera, el debate volverá a la palestra. De nuevo, los mismos argumentos. Y, da la impresión, con el mismo corolario. Habrá que esperar a que los del norte den un paso hacia adelante para que Comunidad abajo se tome en serio la discusión. Hasta entonces, disparos de fogueo.
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