5 de noviembre de 2013

Asociaciones sin rumbo



 
Aunque lo que lean a continuación les pueda parecer producto de su imaginación, no se equivoquen. Todo es más que real. Prometido.

Y es que ocho, OCHO, asociaciones de vecinos de Alicante han presentado una queja al Síndic de Greuges ante el continuo incumplimiento de las ordenanzas municipales de "consumo de alcohol masivo". Vamos, que se posicionan contra el exitoso "tardeo", que ha conseguido devolver la vida a la zona centro de Alicante, que languidecía en los últimos años hacia no sé muy bien dónde. Pues en estas, viendo que el ambiente renace en el centro tradicional, varios colectivos vecinales han salido de su habitual letargo denunciando la "actitud disciplente" de las concejalías de Seguridad y Ocupación de la Vía Pública. Traduciendo, critican la dejadez municipal.

No discuto que exista un exceso de veladores en la calle Castaños y adyacentes, que cada día dificulta más el tránsito de los peatones por la zona, ni que algunos de los habituales se excedan con el tono a la hora de pasárselo bien... De acuerdo, que se controle y se haga cumplir la "ley". Pero me parece surrealista que ocho asociaciones de vecinos se sientan agraviadas por el "tardeo" y más que califiquen como "consumo incontrolado de alcohol en las calles y plazas" lo que principalmente ocurre cada sábado, durante poco más de dos horas, en la Plaza del las Flores. ¿Pero ocho colectivos? Además del implicado -Centro Tradicional-, otros siete se suben al carro no sé muy bien con qué propósito. ¿De cuáles hablamos? Veamos. Las asociaciones vecinales (que no los vecinos) de Ciudad de Asís, Ciudad Elegida, San Gabriel, La Florida, San Blas, Gran Vía Sur y Virgen del Remedio parece que se sienten más que perjudicadas por el "tardeo", cuando el barrio más cercado se encuentra a varios kilómetros de distancia del Mercado Central y de la calle Castaños.

No me creo que estos colectivos no tengan otras cuestiones más importantes en las que ocupar su tiempo, basta con echar un rato por cada una de las citadas zonas para certificar que arrastran problemas mucho más graves que el "tardeo" de la zona centro. De locos, tú. Y estaría bien que esta generosidad entre asociaciones también se dejara ver en otros momentos, como cuando se discuten los cambios de trazado de las líneas de autobuses, por ejemplo.

Pero esta firma colectiva, con siete agrupaciones que nada se les ha perdido en el centro, no hace más que radiografiar la degeneración del tejido asociativo de la ciudad. Otra muestra más, aunque habrá otras en breve. Seguro.

4 de noviembre de 2013

Con amigos como Almudena, Alicante no necesita enemigos

Decir una cosa y justo la contraria en una misma frase tiene su dificultad, no crean que resulta nada sencillo. De hecho, esta capacidad apenas está al alcance de algunas personas, de un puñado de «elegidos». Pero nosotros, los alicantinos, tenemos el privilegio de contar en nuestra ciudad con algunos de ellos. Ahora vamos a centrar el foco en, tal vez, uno de los mayores exponentes de la contradicción hecha mujer. Y hay más, porque esta persona no sólo se caracteriza por su relato incoherente, sino por mostrar una actitud más que negligente, al no medir el impacto que alcanza sobre la sociedad y sus sectores económicos su ya conocida concepción de Alicante. Unas palabras que dejan a las claras la incompetencia de su emisora, que además resulta ser la máxima responsable de un organismo diplomático, que en lugar de ocuparse en abrir vías de diálogo, se ha visto envuelto en una polémica por la incapacidad de su principal cabeza visible. Me refiero, como habrán adivinado, a Almudena Muñoz Guajardo, extremeña de nacimiento y abogada de profesión. Exacto, la directora general de Casa Mediterráneo, una entidad que ha sido protagonista de parte de la actualidad informativa de los últimos días. Y todo gracias a la facilidad de su máxima responsable por descalificar reiteradamente a la ciudad que acoge la sede principal de Casa Mediterráneo, un engendro que pocos saben para qué diablos sirve. Y en este punto podríamos recordar la figura de Leire Pajín, ideóloga de repartir sedes por la provincia como si fueran setas por la calle San Francisco. Pero no. Mejor centrarse en Almudena Muñoz y su irresponsabilidad exhibida a la hora de (des)calificar a Alicante.

Almudena Muñoz miente, y ella es consciente. La titular de Casa Mediterráneo sabe a la perfección lo que dijo de Alicante, porque no fue un comentario aislado sino que lo repitió en varias ocasiones, y sabe también que sus palabras se ajustaron fielmente a lo publicado. No sé si explicó lo que realmente piensa, pero a estas alturas debería saber que un responsable público debe mantener un discurso respetuoso, acorde con su cargo. No más. Tampoco menos. Y si para conseguirlo tiene que burlar su torpeza, que lo haga. Pero que no ofenda.



Y para no perdernos, que todos no somos «elegidos», propongo seguir un orden cronológico. Veamos. El viernes 25 de octubre, la llamada de un buen amigo a primera hora de la mañana me ponía sobre la pista. Me alertaba de un comunicado de la entidad que dirige Almudena Muñoz, en el que ese mismo día se anunciaba que una cumbre de expertos del agua se celebraría el próximo febrero en Valencia. ¿Agua? ¿Casa Mediterráneo? ¿Valencia? Había algo que no me cuadraba, y más cuando esa misma semana se había desarrollado un foro económico, también organizado por Casa Mediterráneo, en Barcelona. Enseguida intenté contactar con la directora, para encontrar una explicación al hecho de que un evento tras otro se organizaran lejos de la ciudad de Alicante, sede principal del organismo. Al poco, Almudena Muñoz me devolvió la llamada. Imagino que pensaba que nuestra conversación giraría en torno a la citada cumbre, pero supongo que esperaba un enfoque distinto. «No entiendo dónde está la polémica, no lo entiendo. La cumbre se celebrará en Valencia, sí, pero estos días se ha celebrado un foro económico en Barcelona y nadie ha dicho nada», aseguraba con un tono de cierta contrariedad Almudena Muñoz. Servidora, al otro lado del teléfono, no acababa de dar crédito a los argumentos que repetía la máxima responsable de Casa Mediterráneo, ya que parecían sacados de una conversación de colegas en un bar: «Nosotros buscamos organizar los eventos en los mejores lugares y consideramos que Valencia tiene mejores conexiones que Alicante» o «en el foro de Barcelona llegaron ministros de varios países, y a los ministros debemos darles las mayores comodidades». Yo, sinceramente, alucinaba. Lo admito. Y es que los periodistas no estamos acostumbrados a que un responsable público nos ofrezca este tipo de argumentos, tan faltones con la ciudad que alberga la «casa» del organismo. Y mientras tanto, Almudena seguía con su tesis. Ella no entendía nada. Y yo tampoco: ¿Alicante tiene malas conexiones? ¿Son francamente mejores las de Valencia? ¿Y qué me dicen de las comodidades que Barcelona puede dispensar a los ministros, nada que ver con los alojamientos y restaurantes que ofrece Alicante a sus visitantes? Y Almudena, a lo suyo: «Somos un organismo público, por lo que no podemos tener un punto de vista localista a la hora de elegir la ubicación de una cumbre o de un foro». Ya, para elegir la ubicación, no, pero para reclamar el pago a los ayuntamientos, ahí sí somos bastante más localistas. «Sabemos que las instituciones alicantinas se han mostrado siempre interesadas en facilitar instalaciones para que la ciudad albergue actos de Casa Mediterráneo», continuaba con su argumentario. Ya, claro, a Alicante traemos grafiteros y los asuntos de calado internacional nos los llevamos a kilómetros y kilómetros de distancia. Percibía cierto desequilibrio entre unas actividades y otras, y se lo hice saber. ¿Su respuesta? En su línea: «Tiempo habrá para que Alicante celebre actos de todo tipo». Y aquí seguimos, esperando, sentados.

Y terminado el día, al bajar de la velocidad de crucero que se vive en la redacción, supe que las declaraciones de Almudena Muñoz iban a traer cola, incluso más allá de que la cumbre del agua se celebrase en Valencia o en las Islas Caimán. Y no me equivoqué. Sus ofensivas explicaciones, directas a la línea de flotación de una ciudad turística como Alicante, no podían pasar de largo, sin ninguna réplica. Incluso, pensé que la propia directora de Casa Mediterráneo se retractaría, al reparar en el fondo y forma de sus desafortunadas explicaciones. Y por qué no, sospeché también que saldría al paso de las críticas sosteniendo que ella nunca, bajo ningún concepto, había pronunciado dichas palabras. Acerté a medias. Pero es que por entonces, hace apenas una semana, servidora no conocía la habilidad de Almudena Muñoz para afirmar un extremo y desmentirlo en la misma frase. Ni tampoco me había percatado de su osadía para descalificar sin pudor a Alicante, a sus hoteles y sus restaurantes, a los cimientos de una ciudad turística.

Publicada la noticia, los primeros en hacerse oír fueron los partidos de la oposición en el Ayuntamiento, todos en bloque. PSOE, EU y UPyD, cada uno siguiendo su libro de estilo, reprobaron las palabras de Almudena Muñoz, e incluso Echávarri y Pavón pidieron la dimisión (o destitución) de la titular de Casa Mediterráneo.

A continuación, le llegó el turno a la alcaldesa de la ciudad. Sonia Castedo aseguró que iba a exigir explicaciones a Almudena Muñoz por «menospreciar» a Alicante, mientras que la portavoz municipal del PP, Marta García-Romeu, aseguraba que el equipo de gobierno se había enterado de que la cumbre del agua se celebraría en Valencia por las páginas del periódico. No parecen, dicho sea de paso, muy interesados en las actividades que programa el organismo estatal. Y eso que son más bien escasas.

Un día después, ya estamos a martes, los hoteleros de la ciudad, como parteperjudicada, tomaron el relevo y aumentaron si cabe el nivel de crítica. «Estamos estupefactos con las declaraciones de la directora de Casa Mediterráneo ya que son una barbaridad y hacen un daño tremendo a la ciudad», apuntó Vicente Marhuenda, quien enfatizó, como se podía esperar, en el «alto nivel de los restaurantes y hoteles, que cumplen las expectativas de cualquier político». Y añadió: «Los propietarios de los restaurantes de Alicante están que trinan». Lógico. Y hasta la Universidad de Alicante, que suele andar de puntillas en los asuntos que afectan a su entorno, entró en el debate, a través del director del Instituto Interuniversitario de Geografía, Antonio Rico, quien afirmó que las declaraciones de Almudena Muñoz «suponen un completo desacierto, en las que pierde de nuevo Alicante… Y de sabios es rectificar».

Y en esas, Almudena Muñoz y Sonia Castedo se sentaron alrededor de la misma mesa. Y de inmediato empezaron a llegar las contradicciones, las mentiras y las excusas absurdas. «Que si me expliqué mal…». Falso, en todo caso se explicó demasiado bien. «Que si los eventos no los organizamos nosotros…». ¿Seguro? No presumía de lo mismo hace una semana, cuando sacaba pecho de que Casa Mediterráneo organizara el foro económico en Barcelona y la cumbre del agua en Valencia. «Que si trabajo para promocionar la ciudad…». Pues visto lo visto, va a ser mejor para Alicante que se coja unas vacaciones indefinidas. En resumen, unos argumentos vacíos, carentes de toda lógica, con los que la máxima responsable de Casa Mediterráneo intentaba defender ante Sonia Castedo sus polémicas palabras. Todo eso, en privado.

Y casi una semana después de sus declaraciones, Almudena Muñoz volvía a tomar la palabra. Esta vez ya en público. No pudo hacerlo antes -se justificó- porque estaba de trabajo en Mónaco. Buen sitio, sin duda. Y se ve que el largo viaje que tuvo que hacer desde la capital del Principado (nada más y nada menos que siete horas «y pico» de larga travesía, se lamentó la aludida), le debió impedir estar mínimamente lúcida en sus explicaciones. Dijo y se desdijo, argumentó y se pisó sus propios argumentos, defendió lo indefendible y hasta el punto de que negó lo innegable.

Almudena Muñoz, ya de vuelta a Alicante (imagino que muy a su pesar), convocó a la prensa para negar la mayor, reiterando los mismos argumentos que expuso una semana atrás. Surrealista, sin duda. Aunque ya tarde, pudo ser humilde, reconociendo su error, pero desaprovechó la oportunidad. Y en cambio, hizo una nueva ostentación de su manifiesta incompetencia: «Alicante está donde está», «desde el punto de vista logístico son más rentables otros sitios», «hay que ser realistas de lo que cuesta venir a Alicante en algunas conexiones ¡Imaginen venir desde Mauritania o Malta!...». Y así intentó refutar lo publicado, manifestando lo mismo que una semana atrás. Lo dicho, un auténtico sinsentido. Una continua contradicción en su argumentario, una manifiesta incapacidad para ejercer como directora de un organismo diplomático como Casa Mediterráneo y una insolencia de quilates para despreciar sin rubor la capacidad organizativa de Alicante…  Ofende que una responsable, que cobra no poco de las arcas públicas, pisotee la ciudad en la que reside y que poca culpa tiene de acoger la sede de Casa Mediterráneo. Si tan a disgusto se encuentra, que baje las persianas (si es que las hay), que eche la llave y que invite al Gobierno, a través de su jefe Margallo, a dedicar los miles de euros que gestiona de presupuesto a actividades más necesarias, que las hay a patadas. Nadie en Alicante ni más allende los mares, a buen seguro, echaría de menos Casa Mediterráneo. Y de esta manera, al menos, nos evitaríamos recibir guantazos de un supuesto aliado. Porque con amigos así, querida Almudena, Alicante no necesita enemigos.

22 de octubre de 2013

Del silencio institucional a la solidaridad individual


Emocionada me hallo. Admito que me ha costado reprimir esa lágrima más precoz mientras leía las palabras del magnífico (es tratamiento, no adjetivo) rector de la Universidad de Alicante sobre el episodio que vivió recientemente la feminista Mar Esquembre en el Congreso de los Diputados. Preguntado por el hecho, Palomar aseguró: «Es denigrante y humillante para todos (bla, bla y bla)». Y yo, me sumo a esas palabras. Me parece denigrante y humillante que la Policía te exija quedarte casi como tu madre te trajo al mundo para poder entrar al Hemiciclo. Pero también digo que yo no hubiera pasado por ese trance. ¿Desnudarme para acceder a las tribunas del Congreso con tal de hacer tiempo para esperar a unos amigos? Mi dignidad me lo impide, creo. Servidora se hubiera dado media vuelta y hubiera esperado a los colegas en alguna cafetería cercana, donde a buen seguro habría encontrado más diputados que en el mismo Congreso. Puedes denunciar -incluso no siendo la primera persona en pasar por tal vejación- sin participar de la «fiesta». No es necesario, no... Otra cosa, claro está, es que el control policial no se hubiera podido evitar. Si te llevan para adelante en una manifestación, te metes en un lío accidental o te confunden con un chorizo, ahí tu poder de decisión queda reducido a cero. Y no es el caso.

Pero a lo que íbamos, que me distraigo con el vuelo de una mosca. Una, que es débil, se emociona con poco, con las palabras del rector, por ejemplo. Él, siempre tan dispuesto a participar en los actos de propaganda de la universidad que dirige, cuenta con alguna reticencia más a la hora de atender a los alumnos que dan sentido a dicho centro, pese a que en sus últimos discursos ha intentado vender más humo del habitual, acercándose –desde el coche oficial, eso sí– a las dificultades que atraviesan los jóvenes que se forman en su universidad.

Recientemente he publicado una entrevista a una joven alicantina que se ha visto obligada a aparcar los estudios por el alto coste de la matrícula. Sólo le queda presentar el proyecto final del máster que ha cursado durante los dos últimos años, pero ese trámite (lectura y se acabó) asciende a casi 700 euros. No es la única estudiante obligada a dejar la universidad, así que la entrevista se planteó como un ejemplo de los muchos testimonios que se podrían publicar. A buen seguro, darían para una serie de reportajes, en la que se recogerían argumentos de sobra para avergonzar a algunos personajes siniestros que habitan en el universo político.

Ayer, mientras remoloneaba por casa, me sonó el móvil. Al otro lado, una mujer me contaba que había leído el periódico mientras almorzaba y que se ofrecía a ayudar a la alumna, pagándole la matrícula. La protagonista de la llamada, que había conseguido mi número poniéndose en contacto con la redacción, me hablaba desde su trabajo, en una pausa. No parecía rica (y ahora sé que no lo es: vida humilde, sueldo muy modesto y familia amplia), pero desprendía humanidad en cada una de sus palabras.

En apenas unos minutos, la mujer había dado respuesta a un problema que a priori no le atañía en lo personal, recurriendo a sus ahorros. Sin embargo, nada se sabía por entonces (ni se sabe, por ahora) del escrito que la alumna remitió días atrás al rector Palomar. Ella me contaba que no buscaba una solución, porque es consciente de que existen muchas personas en una situación similar a la suya, sino que sólo pretendía explicarle al rector, de tú a tú, los motivos que llevan a un estudiante a renunciar a la universidad, a su formación, a su proyecto de vida. Es decir, quería humanizar las cifras de la caída de las matrículas. Pero, hasta la fecha, ni el rector ni su equipo de trabajo han tenido a bien darle una respuesta. Sí que lo hizo, y con cierta premura, la decana de la facultad a la que pertenece el máster. No le contaba mucho (que lo sentía mucho y se solidarizaba con ella, y que la solución al problema no estaba en sus manos), pero al menos tuvo el detalle de contestar. Que no es poco.... No como otros. 

24 de septiembre de 2013

Con Luceros, al infinito y más allá

Hace días que las Hogueras se han hecho un hueco, pese a las fechas, en las conversaciones de los alicantinos. Más en concreto, las charlas giran en torno al cambio en la ubicación del tradicional concurso de mascletàs, que desde hace veinte años se venía celebrando en la plaza de Luceros. Ahora, dicen, que el monumento de Bañuls está malito y que ya no aguanta ni una juerga más. En cambio, no precisan con la claridad exigible si la enfermedad de la fuente es de nacimiento, de la mala vida que le han dado o de su querencia a estar presente en todas las fiestas. No sabemos, por tanto, si las grietas y demás desperfectos de Luceros aparecen por los malos materiales empleados en su construcción y en las futuras (ya pretéritas) rehabilitaciones, por el escaso mantenimiento a la que ha sido sometida en sus más de ochenta años de vida o por las vibraciones del TRAM, las sacudidas y los compuestos químicos que sobrevuelan la zona durante las mascletàs o la polución de un entorno intenso en la circulación vial. Tal vez, nadie es el culpable, pero todos son en parte responsables. Aunque el silencio municipal resulta intrigante, rozando la duda.

Desperfectos en Luceros. ¿Culpa de las mascletàs?
Y de repente, todos los dedos señalan a las mascletàs. Todos los dedos del Ayuntamiento, preciso. Parece ser que ahora, seis disparos al año son los únicos (o al menos, máximos) culpables del deterioro de la fuente de Luceros. Y esa sensación me lleva a hacerme algunas preguntas. Que espero, aunque sea poquet a poquet, vayan encontrando su consiguiente respuesta. Aunque lo dudo...

¿Por qué tanta prisa en llevarse las mascletàs de Luceros? ¿Por qué la alcaldesa Castedo, en apenas 24 horas, tenía ya decidida cuál iba a ser la nueva ubicación para el concurso de pólvora? ¿Por qué salta a la palestra la glorieta de la Estrella, frente a El Corte Inglés, si hasta la fecha nunca se había valorado como alternativa? ¿Filtrar el nombre de la Estrella antes de contar con los informes técnicos puede ayudar para que, en caso de existir una corriente popular en contra, el Ayuntamiento tenga una coartada (profesional) a la hora de proponer otra ubicación? ¿No sería más profesional un intercambio en los tiempos: pedir los informes técnicos y, con ellos sobre la mesa, decidir cuál es el lugar idóneo para disparar las mascletàs? Y si Luceros está tan perjudicada como dicen que está, ¿qué ha pasado con las últimas rehabilitaciones? ¿Qué se ha hecho? ¿Qué hay de los responsables? ¿Y nadie pide cuentas por los miles de euros gastados en los trabajos de rehabilitación, incluido el polémico traslado de la fuente durante las obras del TRAM? ¿Por qué han tenido tan pocos años de vida las últimas restauraciones de Luceros? Si eran simples parches, ¿por qué no se acometieron trabajos más profundos? ¿Pretende al Ayuntamiento seguir metiendo dinero en un pozo sin fondo, en un monumento que ha llegado ya «al final de su vida útil», según Florentino Regalado? ¿Recuerdan que hace casi una década, Arcadi Blasco ya sentenció: Luceros tiene fecha de caducidad? Si tanto aprecio se tiene a Luceros, ¿por qué no se han realizado trabajos continuos de mantenimiento de la fuente en los últimos años? [No, la manida la crisis no vale, que es muy reciente]. Si los expertos apuntan a la falta de mantenimiento como clave en el deterioro de Luceros, ¿por qué nadie pide responsabilidades a los presuntos responsables de tal negligencia? Si en la rehabilitación de 2006 se destruyó parte del monumento [la base y el vaso], ¿no se puede seguir ahora, con esos mismos argumentos, la reconstrucción completa de la obra de Bañuls? ¿Y los moldes? ¿Qué es de los moldes de Luceros? En serio, ¿existen? Y los festeros, ¿por qué aprovechan la mínima oportunidad para disparar contra los comerciantes (con o sin razón, cuestión al margen) en lugar de aglutinar todas las voces contrarias al traslado para así hacer más fuerza ante el Ayuntamiento? ¿Por qué la Federación muestra un apoyo tan rotundo al cambio de la plaza de Luceros? ¿Y la oposición, a todo esto, qué dice? ¿Mascletàs en Luceros o dónde carajo? ¿Y si seguimos con las preguntas? Llegaríamos hasta el infinito... 




17 de septiembre de 2013

El Lucentum, culpables y damnificados

Podemos pintar la página de azul, ponerle un marco negro o echarle unas gotas del perfume más exquisito. Podemos conformarnos con un debate estéril sobre la forma o quedarnos con el ingrato fondo, el verdadero drama del asunto. Podemos discutir la anécdota o criticar con firmeza la nefasta gestión realizada por el Ayuntamiento en el Lucentum. Sí, una gestión, vamos al meollo, que anualmente costará en torno al medio millón de euros a todos los alicantinos. Ahí es nada. Una partida presupuestaria que suena a bochorno cuando las arcas municipales se desangran día a día, sin ningún atisbo de mejora en un corto-medio (incluso largo) plazo. Que suena a broma de mal gusto cuando instalaciones (incluso deportivas) permanecen cerradas en la ciudad por falta de fondos…

Última recepción oficial en el Ayuntamiento. Este junio, tras el frustrado ascenso a ACB.

En estos tiempos, con un gobierno local obligado a pedir créditos mes sí y mes también para hacer frente a los pagos más corrientes, 500.000 euros de todos los alicantinos irán casi íntegramente a rebajar la millonaria deuda que arrastra el club con todo ser viviente, con Hacienda y la Seguridad Social al frente. Una deuda que no ha llegado de la mano de extraterrestres, sino que la han generado unos individuos temporada tras temporada... Y todo por la ya conocida (aunque poco denunciada) incapacidad del Ayuntamiento para llevar por la senda correcta a un club que le pertenece, por aquello de ser el máximo accionista de la entidad. Porque el Lucentum es suyo. Para lo bueno, las fotos, y lo malo, las deudas. Con una salvedad: las fotos se las hacen algunos y las deudas las pagamos todos.

Hoy, desde primera hora de la mañana, las redes sociales han hecho un hueco al Lucentum. Y de nuevo, el asunto a tratar nada ha tenido que ver con la competición sobre el parqué. Este año, por desgracia para la ciudad, el equipo milita en una categoría menor, amateur, aficionada o como queramos llamarla. Y con este escenario, algunos discuten el envoltorio de la noticia (más amable con los de ahora o menos condescendiente con los políticos de siempre). Legítimas ambas miradas, en serio. Pero servidora prefiere quedarse con la realidad, que es una y difícilmente rebatible.

El Ayuntamiento, un año más, destinará medio millón de su convulso presupuesto al Lucentum, a su club, al club más importante de baloncesto de la provincia, pero que disputa una categoría perdida entre tantos calendarios. Pero esta vez, en contra de lo hecho durante los últimos años, el Lucentum no viajará por España... Ni de lejos. Este curso, los jugadores –que de profesionales en lo económico no tienen nada, aunque sí pueden presumir de alicantinos– visitarán canchas muy cercanas, como Guardamar, Novelda, La Vila o San Vicente. Otras temporadas, la inversión municipal se escudaba en la cacareada promoción turística de la ciudad, en la importancia de que Alicante recorriera parte de la geografía nacional de la mano del deporte más nuestro. Este año, en cambio, el montante económico irá prácticamente a manos de Hacienda y la Seguridad Social. Sin promoción. Sin ningún rédito. Como si tiramos medio millón de euros a la basura, vamos.

De nuevo, y ya van tropecientas ocasiones, la mala gestión municipal supone otro golpe bajo a los alicantinos, que tendrán que cargar con un gasto ocasionado por un grupo de personas, con sus nombres y apellidos. Algunos, varios, cargos políticos. Y todos, sin excepción, parte del Lucentum con el beneplácito del Ayuntamiento. Parece que ya no basta con la correspondiente subida de los impuestos de turno o la reducción continua de los servicios públicos en la ciudad, sino que los alicantinos también tienen que apechugar (again) con los desmanes de unos pocos. Y todo para que ellos, negligentes en su cometido, no paguen con su patrimonio personal. De juzgado de guardia, créanme. Aunque la Justicia, tampoco en este caso, defienda en mucho a los ciudadanos. A las pruebas... 


Ya lo decía. Podemos pintarlo de azul, ponerle un marco negro o echarle unas gotas del mejor perfume. Pero sólo existe una realidad: unos culpables, que saldrán de rositas, y unos damnificados, que pagarán (económicamente) por ellos. Como siempre. Visto así, no sé dónde está la novedad.

4 de septiembre de 2013

Una inauguración prescindible, la del TRAM

Luceros tomada por la Policía, durante la inauguración de la Línea 2. 
A mí que me lo expliquen porque no lo entiendo. De verdad. ¿Les gustan los pitos? ¿Les pone esconderse como si fueran fugitivos? ¿Les interesa protagonizar la indignación ciudadana? ¿Les sirve una foto clandestina con cero interés informativo? De verdad, a mí que me lo expliquen porque no lo comprendo.

Con lo fácil que habría sido poner en marcha la línea 2 del TRAM sin ningún acto público, nuestros políticos se empeñan en escuchar pitos, esconderse como fugitivos, ser protagonistas del hartazgo de la gente y todo por una foto que carece de todo interés. De hecho, basta con echar un ojo mañana a los periódicos, a ver la relevancia que se da a la imagen de Fabra ‘conduciendo’ uno de los convoys que ya une Alicante con San Vicente. Si fueran más inteligentes, se habrían evitado los pitos, el bochorno de tener que suspender el recorrido inicial y, además, un importante ahorro económico, porque desplazar a decenas de policías y guardias civiles no resulta gratis para las cuentas públicas. Porque pocas imágenes provocan más sonrojo que ver la plaza de Luceros tomada por las fuerzas de seguridad. Más de medio centenar de policías en superficie, controlando a todo ciudadano que se adentraba en la estación del TRAM por cualquiera de sus múltiples entradas para coger el transporte público. Malas caras, muchos nervios… que iban de la mano de frases de ciudadanos que transitaban sin buscarlo por la zona. “¿Qué pasará?”, se preguntaba una mujer. “Pues que hoy inauguran el TRAM. Y los políticos se estarán escondiendo de la gente. Fíjate. Tenía que ser al revés”, le respondía su acompañante. Y como estos comentarios, multitud. Tan sólo hacía falta detenerse en una esquina y curiosear las conversaciones ajenas. Otros, sorprendidos por la toma policial de la plaza, simplemente sacaban sus móviles para inmortalizar la imagen. Los menos afortunados tuvieron que lidiar con los agentes para poder seguir sus pasos tras hacer el 'clic' de rigor. La inquietud se palpaba en el ambiente. Y eso que no hubo ni rastro de manifestantes, salvo un mínimo reducto que se dejó caer cuando la inauguración ya era pasado.

Yo me cuestiono además otras cosas. No sé qué papel desempeñan los asesores, ni tampoco el peso específico que pueden tener, por ejemplo, sobre el presidente Fabra. Pero un buen profesional, que los hay aunque dudo que en el entorno del molt honorable, tendría que haber aconsejado la puesta en marcha del nuevo trayecto del TRAM sin inauguración mediante. Tampoco habría pasado nada, ya que la controvertida línea, antes de contar con financiación para echar a andar, ya había sido testigo de dos actos oficiales, de dos simbólicos cortes de cinta. El primero, con Sonia Castedo y el por entonces conseller de Infraestructuras, Mario Flores, y el segundo, poco después, ya con el expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, a los mandos del tranvía. Ambos en 2011. Ambos antes de las últimas elecciones municipales y autonómicas. Aunque sea sólo por su beneficio personal, pero créanme: la inauguración de hoy no era necesaria. Ni por honestidad política, ni por la situación económica ni por ustedes, por la vergüenza de ir de escondite en escondite. Eso sí, fresquitos, en coche oficial. 


Camps, durante una de las inauguraciones del TRAM.

Convendrán conmigo que no hay nada que haya gustado más a un político, con independencia de su carné, que cortar una cinta. Pero si no viviesen al margen de la realidad, llegarían a una conclusión: no todo vale por una foto. Porque a veces, queridos políticos, esa foto que con tanto ahínco buscan cede toda la (supuesta) relevancia informativa a la indignación y al hartazgo de la sociedad, que es infinita. Pueden ser muchos o pocos, pero deténganse a pensar un segundo. Sólo un segundo. Esos pocos que ustedes dicen, apenas unos años atrás, no les perseguían de acto en acto. Tal vez, porque esos interinos disfrutaban de trabajo, o esos desahuciados tenían un techo bajo el que dormir o porque esos médicos hace relativamente poco tiempo presumían de pertenecer a unos de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Ahora ya no. Unos no tienen trabajo, otros casa y a los últimos sólo les queda dignidad por defender parte del patrimonio del país. Pero ustedes sigan cortando cintas. Mientras puedan, que ya quedan pocas, y les dejen. 


2 de septiembre de 2013

Cuenta atrás para el encanto de Balmis

No entiendo la pasividad de esta ciudad, me preocupa y me duele como alicantina.


Se acerca irremediablemente el día del inicio de las obras de demolición de la plaza Balmis y aquí nadie dice nada. Cuenta el Ayuntamiento que el objetivo de tal tropelía es alejar  la prostitución de la zona. Curioso argumento. ¿Recuerdan que el retén de la Policía Local también iba a acabar con este ‘negocio ilegal’? Pues a los hechos nos podemos remitir. Y qué decir de aquella afortunada frase del concejal Adrián Santos: «El diseño actual de la plaza de Balmis genera problemas de inseguridad». Sí, en serio. Me cuesta imaginar cómo una plaza de apenas unos metros cuadrados puede cargar con la responsabilidad de la situación de abandono que atraviesa la zona. La culpa para la plaza, que no se puede defender. Y los que mandan, de rositas. Como (casi) siempre.


El Ayuntamiento ha decidido malgastar casi cien mil euros para acabar con una de las plazas con más encanto de la ciudad y a eso le llaman “terminar con la prostitución”. Tal vez, para revitalizar la zona, valdría con mantener cuidado el entorno, sin tener que echar abajo un mosaico que ya pertenece al imaginario común de los alicantinos. Ya, ya, sé que cuentan los arquitectos (pagados para hacer la obra) que el dibujo inspirado en Gaudí apenas tiene veinte años y que ese periodo es corto para incluirlo dentro de la historia viva de la ciudad. Pues nada. Echemos abajo una de las postales más personales de la ciudad, que sería aún más lucida si el Ayuntamiento invirtiese ese dinero (que parece ahora que le sobra) en cuidar cada rincón de Alicante, y levantemos un espacio «diáfano», que eso vende mucho. 

El proyecto, echando un ojo al resto de la ciudad, no  parece muy necesario, no. Pero intereses habrá... ¡Qué lástima!




28 de agosto de 2013

¿Casualidad u oposición?

Detalle de la noticia publicada el pasado 11 de agosto en Información.

Que no se lo tomen a mal los aludidos (tampoco los simpatizantes y militantes de la formación política que da vida a este post). Habría para todos, no lo duden. Pero recientemente hubo un comunicado de Esquerra Unida que me sorprendió… Bueno, que me sorprendió más de lo habitual, que el listón está muy alto en Alicante.

Apenas unos días antes de recibir el citado comunicado, publiqué una noticia en el periódico en la que se denunciaba pintadas en los ficus de la plaza Gabriel Miró. Árboles centenarios, protegidos y bla bla bla… Árboles que, realmente, están expuestos a los actos vandálicos como el resto. Árboles que son singulares porque se aprecia a simple vista, pero de los que resulta imposible conocer algún detalle más. Vamos, que son singulares porque sí, aunque el Ayuntamiento tampoco haga mucho, o nada, por destacar esa cacareada singularidad.

Pues un vecino de esta ciudad, al preguntarle por los grafitis en los árboles, me subrayó esta deficiencia. Muy acertado, me indicó: «Podían poner una placa explicativa en cada ejemplar con su biografía, que indicara la especie del árbol, la edad estimada, altura, diámetro... Estos datos facilitarían que muchas personas dieran la importancia necesaria a unos ejemplares imponentes. Y además, el Ayuntamiento podía dejar claro en carteles que son árboles protegidos, indicando la sanción que corresponde por atentar contra ellos». Esto me vino a decir Samuel, un alicantino más. Estas palabras aparecieron en el reportaje, y además tuvieron un lugar destacado en la página. La verdad, me parecieron más que interesantes.

Curiosamente, o no, unos días después, una nota de prensa llegó a la redacción. El título ya reclamó mi atención de inicio: «EU propone la instalación de placas informativas en los árboles singulares de la ciudad». ¿Placas? ¿Informativas? ¿En los árboles? ¡Che! “Esto me suena”, me dije irremediablemente.

Admito que el texto, firmado por Esquerra Unida, me arrancó una sonrisa. Y en estas seguí leyéndolo: “Para el concejal, Rogelio González, es importante ofrecer tanto a los ciudadanos de Alicante, como a los turistas que disfrutan de nuestra ciudad, información “a pie de calle” relativa a la historia y características de cada ejemplar arbóreo. El edil de izquierdas [esta forma de autocalificarse daría para otro post. Tiempo al tiempo] considera que Alicante puede presumir de estos ejemplares que conforman parte del catálogo de árboles monumentales de interés local como hacen otras ciudades. El edil de Esquerra Unida, Rogelio González, […] solicita además de su protección, que se adecenten sus alberos, se limpien su entorno y se instalen paneles informativos con las características de estos ejemplares y la fecha en la que se plantaron en el espacio de su actual ubicación”.

¿Casualidad? No lo creo. Y eso que si algún partido, sin poder en la actualidad, se lo curra en Alicante, ése es sin duda EU. ¿Casualidad?, decía, no, no lo creo. Sabemos que en esta ciudad está muy asentado hacer una oposición cómoda, fundamentada en el periódico del día anterior, por lo que tampoco sorprende que la declaración de un vecino sirva para darle contenido a la nota de prensa de turno. Eh! Y del día anterior, digo, en el mejor de los casos. ¿Qué no? Echen cuentas y miren cuántos días ha tardado el PSOE en mostrar su postura (porque de proyecto, no hablamos) en torno a la frustrada comisaria de la Policía Local en San Juan. De locos, tú. Y de hacer política mejor lo dejamos para otro día. Que da para un monográfico. 

22 de julio de 2013

Y hasta aquí llegamos...


Pues ya está. Alicantinos ya es historia. Para mí, una entrañable historia, que durante un año ha recogido relatos de vida no tan entrañables, reflejos de una sociedad que maltrata a su futuro. Testimonios que no han hecho más que intentar reflejar el día a día de jóvenes alicantinos, bien formados en su mayoría, que se han visto (y se siguen viendo) obligados a emigrar para encontrar una oportunidad laboral. Para muchos, su primera oportunidad en el mercado laboral, tras intensos años de formación. Después de 75 testimonios (si no fallan las cuentas), me resulta sencillo saber cómo se lleva el día a día fuera de casa. O eso creo. Muchos de estos jóvenes, sin embargo, intentaban decorar esa realidad con la que lidian en el extranjero; aunque, tras conversaciones que rondaban la hora larga e innumerables intercambios de correos, pocos conseguían mantener puesta esa careta a sus respectivas vidas. Imagino que esa pose no la exhibían por vergüenza, sino para evitar mayores preocupaciones a los que les esperan en casa: familiares y amigos, los grandes olvidados de este terrible proceso social. Repasaba ayer las decenas de relatos para dar forma al artículo de despedida y me venían a la cabeza recuerdos de todos ellos… Y es lógico, porque durante un año he estado entrando varias veces por semana en casas ajenas para acabar contando lo que allí se respiraba. No siempre lo habré conseguido, pero la voluntad ha estado presente.

Hablaba de recuerdos, porque este año está plagado de ellos. Los que pasáis por aquí y habéis tenido la fortuna (sí, fortuna) de conocer el ritmo de una redacción convendréis conmigo que en la mayoría de los casos resulta difícil (por no ser más contundente, con un imposible) hacer propias todas las historias que contamos, ya sea una redacción de radio, televisión o prensa. La vorágine atrapa y te hace saltar, sin querer, de un tema a otro, sin pausa, casi sin pensar. En mi caso, la serie “Los nuevos emigrantes alicantinos” me ha permitido darle continuidad al trabajo, contando semanalmente historias diferentes, pero con muchos puntos en común. Con una dedicación temporal y personal que pocos conocen, he disfrutado de la calma suficiente para reposar las historias, ir conociendo poco a poco a sus actores, en pequeñas píldoras, hasta que un domingo acababan plasmadas en papel. Y claro que ha habido malos días, con estrés, esperando que llegaran unas fotos desde el otro lado del charco o que cualquier chaval me cogiera la conferencia de turno en horas intempestivas… Pero todo eso no dejan de ser anécdotas de un año difícilmente inolvidable.

Todo empezó hace justo un año, o un poquito más. Sería principios de julio cuando recibí un encargo del jefe: queremos reflejar las historias humanas de esos jóvenes alicantinos que están emigrando. Dicho y hecho. En apenas unos días, se publicó el primer testimonio. Fue de los mejores, o con ese cariño conservo el recuerdo. Se llamaba Luis, no era un crío y vivía en Suiza. Este contacto me lo pasaron, pero luego hubo que estrujarse a diario la cabeza para conseguir más y más historias. Más de un centenar habré manejado... Porque las hay (cientos y cientos), sí, pero no siempre resulta sencillo acceder a sus protagonistas. Lo que se ha vivido en el backstage daría para escribir un libro. Seguro.  

Así que llegados a este punto no puedo más que agradecer a todas aquellas personas (ni me planteo enumerarlas, sería una temeridad imposible de llevar a buen puerto) que han colaborado desinteresadamente en la serie de reportajes. Algunos compañeros, muchos amigos y un puñado de desconocidos que, en persona o a través de las redes sociales, me han facilitado el contacto con esos jóvenes nuevos emigrantes alicantinos.

Pero hay dos «gracias» especiales. A una amiga, Marisol, que no dudó desde el primer instante en mostrarme su apoyo, con sugerencias, recomendaciones, interesándose por las historias y con palabras de aliento en aquellos momentos más grises. Y a un amigo, Carlos, por todo. Durante un año, ha sido parte activa del reto. Aguantando a diario los “lloros” cuando las cosas se complicaban, desbordándome a consejos desde el primer día y hasta ayer mismo, escuchando las historias antes de publicarse y leyéndolas con puño de hierro ya en papel, compartiendo las inquietudes de los chavales, debatiendo sobre una sociedad, la nuestra, capaz de expulsar sin rubor a sus jóvenes…

A todos ellos, desde el más primordial hasta aquel que me facilitó un contacto que nunca llegó a publicarse… ¡¡GRACIAS!! Gracias por soplar para que haya podido nadar a favor de corriente.

Y ahora, a pensar en el siguiente reto. Que seguro que, al igual que éste, es fascinante. 

26 de junio de 2013

Las Hogueras 2013: frías, carentes de crítica y con una sorpresa

Empezando un nuevo ciclo festero, con las Hogueras 2014 todavía como lejano objetivo, resulta casi obligado sentarse frente a una hoja en blanco y dejarse llevar. Echar la vista atrás, repasando lo vivido estos días a partir de pinceladas, y extraer conclusiones, siempre cargadas de subjetividad, en un sano ejercicio que cada año está en la agenda. 


Con los monumentos convertidos en cenizas, recuerdo unas fiestas poco calurosas. Más bien lo contrario... De hecho, cuando el sol se marchaba a descansar, tapar los hombros nunca estaba de más. Y no sólo han sido frías por las temperaturas, pese a que empezaban con la coletilla del AVE impresa a fuego.


Recuerdo también unas fiestas marcadas por la crisis. Podemos engañarnos, pero las hogueras de corcho blanco (¿dónde quedará el cartón-piedra y los materiales nobles?) este año eran más un querer y no poder. Monumentos con escasos volúmenes, muy vacíos… De hecho, basta con mirar el primer premio de Especial. Cualquier otro año, una hoguera levantada en madera no se habría llevado el máximo galardón. Algunos todavía recordamos la obra maestra que plantó Hernán Cortés tiempo atrás, un caballo de madera que fascinó a todos… excepto a un jurado marcado siempre por el clasismo de las obras. Este año, cuando más había donde elegir –trece monumentos, por primera vez en la historia–, los expertos se han decantado por algo diferente. Era la hoguera que más presencia tenía, en la que menos se apreciaban los espacios vacíos. Sin duda. Aunque poco tenía que ver con su hermana mayor, la Oficial que los mismos hermanos Fonseca construyeron en 2011 para el Ayuntamiento. Ésa sorprendió. Se llevó la admiración de todos. Bueno, de casi todos, que en Alicante nunca existe la unanimidad. Este año, en Foguerer, se levantó una copia; decente, sí, que aprovechó al máximo el espacio para convivir con el riesgo en la cremà, también. Pero una copia, al fin y al cabo. Una copia merecedora del primer premio. Y ahí queda todo dicho. Aunque hubo protestas de otras comisiones, como siempre. Pero este año, por las circunstancias, menos sonoras. No se recuerdan desplantes ni palabras demasiado altisonantes… Sí se reconocen llamadas. Aunque tampoco había mucho material con el que argumentar esas protestas. Había lo que había. Y era, realmente, poco. Muchas hogueras, siendo francos, no hace mucho se las habrían visto para conseguir algún premio en Primera categoría. Y este año, en cambio, se han llevado banderín de Especial. Los tiempos… Y estas son  consecuencias de la crisis. Sin más. Pero no las neguemos, no miremos hacia otro lado. De poco sirve. Tan sólo para hacer creer que los demás son tontos. Y no, no lo son. 


Y para qué hablar de la crítica. Si las hogueras siempre se habían caracterizado por un sagaz juicio del estado de la situación, este año ha habido que patear muchos monumentos para encontrar reproches a todo aquello censurable. Que es mucho. Escasas escenas sobre corrupción, ¡y no sería por material!, se han visto por las calles. Y casi menos ninots inspirados en esos recortes que han llevado a miles y miles de personas a manifestarse contra los gobiernos. Pues aquí, extrañamente, cerramos los ojos. Es una tendencia de los últimos años: mejor criticar poco, a ver si se van a enfadar los que mandan. Inadmisible por donde se mire. Y si ha habido una hoguera aplaudida por su crítica, como Hernán Cortés, ahora parece que al menos uno de esos ninots no era genuino, sino una burda copia sacada de internet. De verdad, ¡cómo está el patio…! Mucho más sencillo ha resultado encontrar crítica hacia el 21 por ciento de IVA para la Fiesta, que se añade a la ostentación de pegatinas de censura al impuesto que se mostraron durante la Exposición del Ninot [Modo ironía ON: un espacio muy al acceso de quienes deben cambiar la ley]. Pero esta ácida crítica al IVA es algo más que lógica. Ya sabemos: las Hogueras siempre tan endogámicas…


En cuestiones más internas, se ha aplaudido el cambio del recorrido en la Ofrenda a la Patrona. Será así. No lo vi. Aunque poco he escuchado del frío desfile que realizaron las Belleas del Foc y sus Damas durante la Entrada de Bandas. Decenas y decenas de sillas vacías para encontrar una ocupada a lo largo de las avenidas Alfonso El Sabio y la Rambla. Daba lástima y transmitía una imagen deplorable. Pero shhhhh, que se enfadan.


Y las mascletàs, otro capítulo para debatir, más que para recordar. Cada vez suenan menos y peor, escasos ritmos, la originalidad brilla por su ausencia y, como postre, los problemas con el disparo digital nunca fallan a su cita en Alicante. Después de seis disparos, sólo dos alcanzaron los mínimos exigibles para un concurso como las Hogueras. Entre ellas, las favoritas desde que salieron los carteles. Entre ellas, sin duda, andará el triunfo. El tercer puesto del podio bien podría quedar desierto. Nadie lo merece.


Pero si ha habido un acierto estas Hogueras, ése ha sido el bautizado ‘Mercadito’ de Federico Soto. Un nombre más que desacertado, todo sea dicho. Pero una barraca amable, abierta al público, con precios populares, que fue atrayendo poco a poco a la gente hasta convertirse en una cita obligada en los últimos días de Hogueras. Su carácter popular, sus buenos precios, la destacable calidad y cantidad de las tapas, la excelente atención de los camareros, la aplaudida limpieza del entorno… Todo un acierto de la Federació, patrocinada por Vectalia. Que haya nacido para quedarse. 


Y para terminar, una pregunta para la que aún no he encontrado respuesta. ¿Por qué varias hogueras infantiles –me dicen que Calvo Sotelo, Alfonso El Sabio, Hernán Cortés, Dámaso Alonso…– se quemaron antes de que la palmera diera el inicio oficial a la cremà? Cuidadito con estos detalles... La tradición debe ser ley en las fiestas. Y nada debe prender antes de la palmera. Nada. Y hasta ahí puedo leer. Porque si nadie habla, no seré yo quien rompa el silencio. Y sí, me refiero al terrible accidente que acabó con la vida de un menor en Hogueras. Un accidente que tenía que llegar, ya que todos hemos sido testigos, si no protagonistas, del mal uso que se hace de la pólvora en esta ciudad. Los años fueron limando poco a poco el respeto que la pólvora se merece, hasta llegar a la situación actual. Sin ir más lejos, recuerdo este mismo año, la noche del 20, en la zona de Carolinas y el Pla. Daba miedo pasar por según qué zonas, donde niños bien niños jugaban con los petardos como si fueran inofensivos globos de agua: introduciéndolos en botellas de cristal, en latas, arrojándolos bajo los coches, lanzándoselos entre ellos, tirándolos hacia el cielo sin saber muy bien dónde acabarían… Lo extraño es que hayan pasado tantos años para que un niño muera en Alicante por un petardo. Pero son accidentes. Y así hay que tratarlos. Sin más concesiones. Ya saben…




PD: Lamentable, una vez más, Canal 9. Durante la retransmisión de la cremà del Ayuntamiento, según se pudo ver desde el balcón azul, pocos fueron los que no pasaron por los micrófonos del ente autonómico. Quedó por hablar la responsable de protocolo, el bedel del turno y el local que esa noche hacía guardia en el acceso de la plaza Santísima Faz… En cambio, se escucharon las voces de las Belleas del Foc, Beatriz y Martha; el presidente de la Federació de Fogueres, Manolo Jiménez; responsables de los Bomberos y de los cuerpos de seguridad, curiosos que esperaban ver cómo se quemaba la Hoguera Oficial… ¡Ah! Y el molt honorable, don Alberto Fabra, faltaría... En cambio, no se supo nada de la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, anfitriona de la noche. Lo dicho: si no la quieren, que la destituyan. Pero mientras siga ostentando el cargo de máxima representante de los alicantinos (ganado en las urnas, no como otros), le deben permitir que ejerza como tal. Igual que en la llegada del AVE. ¡Igualito!


PD 2: Y un consejo, ya para 2014. Recomiendo recuperar la esencia de la Nit de la Plantà, pasear por las calles en la noche del 20 de junio. Poco a poco se ha ido perdiendo la magia de esa cita. Pero con todo, resulta muy gratificante recorrer las comisiones y ser testigo de cómo se levantan los monumentos o se ultiman los detalles a la espera de la visita del jurado. Los nervios, la tensión, las ganas de fiesta, las bacores sobre las mesas, los esqueletos de las hogueras a la vista… Con cámara en mano, piernas para completar varios kilómetros y curiosidad en la mirada se puede disfrutar de una agradable noche. Este año, cumplí. Y bien que me alegro.




29 de mayo de 2013

Bofetada de realidad



¿Quieres ir a ver el musical de La Bella y la Bestia en Alicante? Tranquilo. No corras. Tienes casi medio millar de entradas disponibles para la función de esta tarde en el Teatro Principal. Me da que no habrá problemas para conseguir una butaca. Lógico, por otra parte, si se echa un ojo a los precios. Veamos. 

Arriba, en el anfiteatro, donde no distingues apenas si habla la bella, la bestia, Gastón o la taza, la entrada cuesta 40 euros. Eso si vas solo, no se te ocurra invitar a un acompañante… y mejor ni hablamos de críos (y eso que es un musical de Disney). Si ya que vas, te decides por un asiento más próximo al espectáculo, empieza a sacar 70 euros por butaca. Sólo un dato más: en Madrid, para ver el musical del año, El Rey León, en el mítico teatro López de Vega en plena Gran Vía, el precio de las entradas está entre los 35 y los 80 euros. Ahí dejo eso. 


Con esas, el espectáculo de La Bella y la Bestia llegó a Alicante el pasado 17 de mayo, para estar en la ciudad hasta el próximo 9  de junio. Y si para hoy falta aproximadamente medio millar de entradas por venderse, poco mejor se presentan el resto de días. Para mañana jueves, similar son los tickets que esperan en taquillas, mientras que la situación mejora algo de cara al fin de semana. El viernes, entre las dos sesiones, unas 400 entradas aún están sin dueño y el sábado todavía quedan 100 disponibles. Y así, en esas cifras medias, para el resto de funciones que todavía restan para que el musical abandone Alicante. No se hablará de fracaso, pero las cifras hablan por sí solas. 

Ahora sí, no sólo el teatro es víctima de unos precios difícilmente asumibles por una sociedad atenazada por la crisis. Basta con girar el foco hacia el auditorio de IFA, que este verano visitarán los dos artistas españoles más internacionales. El primero en subirse al escenario será Alejandro Sanz, que el sábado 8 de junio dará su único concierto en la provincia. Pues de igual manera que en el teatro, este año no hace falta formar colas ni estar presto para comprar por internet nada más abrirse el plazo de venta. Eso ya pasó a la historia. A día de hoy, a apenas diez días para el concierto, aún quedan disponibles unas 3.000 entradas a la venta, con precios que oscilan entre los 38 y los 153 euros. Y si hablamos de Julio Iglesias, todo se dispara más si cabe. El veterano cantante sólo quiere a seguidores que puedan pagar un mínimo de 64 euros por concierto (en un recinto al aire libre, no lo olvidemos) y, para quien se lo pueda permitir, un máximo de 228 euros. Que no lo sé, pero imagino que por una entrada a ese precio te darán a elegir en qué lado de la cama duermes con el bueno de Iglesias… ¡Surrealista! En este caso, y con un recinto con otra distribución del espacio para esa noche del 6 de julio, aún quedan unas 2.000 entradas disponibles. 

El aforo del concierto de Alejandro Sanz, a día de hoy
Y no será porque los organizadores no han intentado rebajar de alguna manera los precios de los tiquets. En estas semanas hemos pasado de descuentos por el Día de la Madre a ofertas para clientes del SabadellCAM… Veremos a quién ofrecen la próxima promoción. Ya todo vale para vender… ¿Nos encontraremos con entradas de superclases como Alejandro Sanz o Julio Iglesias entre cupones de tratamientos faciales, circuitos de spa y lavados de coche? No me extrañaría. 


Pero los precios desorbitados no son el único impedimento para acudir al teatro o al concierto de turno. La nueva web de compra de entradas Instant Ticket –que sustituye a la extinta Servicam– da más problemas que facilidades. Raro es el día que no falla. Y no crean que las alternativas mejoran el panorama. Al revés. De hecho, cuando da error, la propia web te remite a un número (de prefijo 902, claro) para que compres tus entradas vía telefónica. Y aquí llega otra sorpresa. El mensaje de bienvenida (muy cordial en el tono) te avisa de que la adquisición de entradas por teléfono lleva asociada una comisión. Otra más. Resumiendo: la web funciona día no y día tampoco y te remiten a un teléfono de pago, que además lleva añadido una comisión extra a unos precios ya casi inaccesibles. De juzgado de guardia, vamos. 

Y luego se quejan de que la gente no consume cultura. Lo raro es que, con el patio así, alguien se atreva a gastarse un dineral en un espectáculo que dura apenas dos horas. Si llega... Así que, por mucho que los grandes artistas quieran mantener el ritmo de una conversación ya pasada, la crisis pone a cada uno en su sitio, respondiendo con una bofetada de realidad.