Decía el otro día el escritor Andrés Neuman que «a veces ser joven no tiene gracia», que «no hay más que ver España». Y no le falta razón. Más si te pasas por una nueva iniciativa que está cogiendo fuerza en internet: Juventud Sin Futuro (JSF), una web donde miles de jóvenes cuentan su vida como emigrantes. Mucho se ha hablado ya de una generación, por no decir varias, obligada a buscar fuera las oportunidades laborales y de futuro que les niega su país. Aunque esas palabras, no por reiterativas, pierden un ápice de dolor.
En esta web, como decía, se configura día a día un mapa a través de vivencias de jóvenes españoles. Algunos ya se han ido, otros están en el proceso de hacer las maletas. Aún en la provincia de Alicante, se puede leer el apunte de Edén, un ingeniero de Teleco ilicitano de 24 años, quien subraya: «#nonosvamosnosechan». O el de Isabel, una licenciada en Económicas y doblemente masterizada de 25 años, que «presume» de trabajar en un almacén cargando cajas por 420 euros mensuales y añade: «Trabajo y subsisto con honradez. Siento frustración e indignación». Pero no es la única. José Manuel, de Benidorm, dice ser periodista y criminólogo y admite que ahora sólo tiene un objetivo en España: «Me quedé en paro y consumí mi prestación por desempleo. Ahora busco un trabajo de verano para tener dinero para poder irme de aquí». Desde Torrevieja, por aquello de tocar varios puntos de la provincia, Adrián, un enfermero de 26 años, relata su experiencia laboral en su sector: «Tras acabar de estudiar en 2011, he tenido trabajos de una duración máxima de mes y medio. Uno, incluso, fue de dos días. En total, tres meses y medio trabajados, en prácticas y echándome el mismo día, sin avisar y con un sueldo que era de risa». Y así, una infinidad de casos que no hacen más que poner cara a un país que rueda cuesta abajo y sin frenos.
Otros, tal vez con más espíritu emprendedor o con mayores posibilidades de financiación, han optado por el autoempleo. Es decir, por crear su propia empresa. Pero claro, vista la crisis del mercado tradicional, los jóvenes apuestan por internet. Dicen que montar un negocio en la red es más barato, más seguro y, sobre todo, con mayor probabilidad de éxito. En la provincia, hay de todo. Desde vendedores de calculadoras, de miel, de turrón, de productos para el huerto o de cortinas. Una infinidad de sectores que sólo tienen un punto en común: las ganas de ver con otro color el actual futuro negro.
Resulta ser negro el futuro cuando lees que un tipo en Ibi se llevaba el dinero de la caja fuerte oculto en la zona de las partes nobles del pantalón. O cuando oyes al político de turno reafirmarse en su idea de no dimitir aunque le procesen por el enésimo caso de corrupción. O cuando miras a la oposición, por ejemplo en Alicante, que se hacen hueco en los medios de comunicación por comprar, supuestamente, seguidores en Twitter o por lucir ingeniosas camisetas con los números de Bárcenas. Está bien que se quieran mostrar estrellas tuiteras o que recurran a la política de camiseta, abanderada por la coalición de Compromís, pero también resultaría reconfortante, entre otros para esos jóvenes que buscan rayos de esperanza, que alguno de estos políticos, aunque sea algún día, tenga la genial idea de conseguir su particular minuto de gloria en los medios por haber presentado algún proyecto, alguna idea realizable que sirva para cambiar el actual ritmo… Sería reconfortante, sí, a la par que cuasi imposible. Pero claro, si los consellers van acercando los actos a sus respectivas provincias de origen según se acerca el fin de semana; de la misma manera, los ediles de la oposición podrían estrujarse el cerebro, y ya que no tienen responsabilidades de gobierno, podrían hacer política no declarativa. Que existe, aunque lo hayan olvidado.
Decía Andrés Neuman que «a veces ser joven no tiene gracia». Lo que no tiene ni puta gracia es aguantar lo que aguantamos. Paciencia nos sobra. Tal vez nos falten arrestos.
1 comentario:
Creo que recoge el ánimo y el sentir de buena parte de los jóvenes que conozco.
Buen post!
Carlos
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