Escuchar a los políticos, por norma, me aburre. Me aburre mucho, pero aún así no queda otro remedio que dedicarles una atención mínima. Guste o no, son los que dibujan nuestro futuro más inmediato, por mucho que nos creamos dueños de nuestra vida. A veces, lo hacen con trazos finos. Y, en la mayoría de ocasiones, con simples brochazos al «tún-tún».
Pero lo peor no es analizar la sarta de mediocridades que sueltan una y otra vez, sino escuchar las mismas mentiras. Repetidas hasta la saciedad. Un ejemplo: el último. El presidente de España, nuestro máximo mandatario, se enfrenta en estos momentos a las temibles preguntas de cien ciudadanos. Sin entrar en la manipulación que cualquier incrédulo presupone, ha sido salir por su boca las dos primeras contestaciones… y apagar la televisión. Para perder el tiempo frente a la caja tonta (nunca mejor dicho), cualquier otra actividad es gratificante. Ha dicho Zapatero, nada más comenzar el programa: «Yo no engañé sobre la desaceleración económica». Y tan a gusto que se ha quedado. Para qué añadir nada más, ¿no? Juraría que fue él –en connivencia con Solbes-, quien negó (y lo hizo más veces que San Pedro) la «crisis económica». Para ello utilizó todo tipo de eufemismos, con mayor o menor acierto: «Situación ciertamente difícil y complicada», «Brusca desaceleración», «Deterioro del contexto económico», «Ajuste», «Periodo de serias dificultades»… Y así hasta aburrirnos.
Pero lo peor no es analizar la sarta de mediocridades que sueltan una y otra vez, sino escuchar las mismas mentiras. Repetidas hasta la saciedad. Un ejemplo: el último. El presidente de España, nuestro máximo mandatario, se enfrenta en estos momentos a las temibles preguntas de cien ciudadanos. Sin entrar en la manipulación que cualquier incrédulo presupone, ha sido salir por su boca las dos primeras contestaciones… y apagar la televisión. Para perder el tiempo frente a la caja tonta (nunca mejor dicho), cualquier otra actividad es gratificante. Ha dicho Zapatero, nada más comenzar el programa: «Yo no engañé sobre la desaceleración económica». Y tan a gusto que se ha quedado. Para qué añadir nada más, ¿no? Juraría que fue él –en connivencia con Solbes-, quien negó (y lo hizo más veces que San Pedro) la «crisis económica». Para ello utilizó todo tipo de eufemismos, con mayor o menor acierto: «Situación ciertamente difícil y complicada», «Brusca desaceleración», «Deterioro del contexto económico», «Ajuste», «Periodo de serias dificultades»… Y así hasta aburrirnos.
Pero no contento con negar la mayor, Zapatero en su segunda intervención (o tercera si no me falla la memoria) a la pregunta de ¿hasta cuándo van a durar los recortes de empleo en el sector de la construcción?... Ha respondido, y sin que le haya temblado la voz: «Hay que tener confianza en nosotros, mantener una actitud de compromiso. No pierdan la esperanza». Vamos, que la solución a la terrible crisis que nos asola es la confianza y esperanza. Di que sí. Eso es una estrategia bien definida y el resto, tonterías.
Lo dicho. ¡Menos mal que son políticos...! De ser payasos, juraría que se ríen de nosotros.
2 comentarios:
'Hay que tener confianza en nosotros, mantener una actitud de compromiso. No pierdan la esperanza'
Qué gran respuesta para alguien que está en el paro. Dice mucho del Presidente.
Por si alguien no me ha pescao...estoy siendo irónica.
Si es que no sé para qué lo visteis si ya sabías lo que había. Yo sólo lo vi porque había una chica de Agost, que al final se quedó sin poder intervenir.
...Y quien piense que los políticos van a arreglar esto, que dé paso a los salvadores, si les da tiempo entre espía y espía. Así que fuera, no me importaría ni votarles.
El mando lo sigue teniendo el que ganaba 10X, ahora gana 8X y quiere seguir ganando lo mismo.
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