La actual Sonia (antes «La Castedo» y más atrás «Sonia Castedo») se encerró ayer con unos cuantos victorinos, reses bravas pero peligrosas, en el chat de Información. Más de cinco horas, café, montaditos y simpatía y sequedad en dosis parejas (tanto por los que preguntaban, como por la que respondía).
Al final, tras el maratón, unas 170 preguntas encontraron respuesta, mientras casi 2.000 se quedaron a la espera. Dado el tiempo dedicado, poco hay que reprochar. Es casi admirable. Ahora… el número de contestaciones, nada exagerado. Un examen de mecanografía al uso no lo superaba. Seguro.
Al final, tras el maratón, unas 170 preguntas encontraron respuesta, mientras casi 2.000 se quedaron a la espera. Dado el tiempo dedicado, poco hay que reprochar. Es casi admirable. Ahora… el número de contestaciones, nada exagerado. Un examen de mecanografía al uso no lo superaba. Seguro.
En la colección de respuestas, mucha variedad. Demasiado monolosílabo, pocas iniciativas, bastante desconocimiento y algunas contestaciones... dignas de enmarcar (por simpáticas o irreverentes).
Hoy, en la jornada de resaca, este encuentro digital formaba parte de muchas conversaciones. Opiniones, como en botica, de todo tipo. Que si Castedo es demasiado natural; que si demuestra su mala hostia en cada respuesta; que si es el mejor ejemplo de mujer, trabajadora y alicantina; que si manipuló las preguntas a su antojo; que si ha demostrado su soltura y desparpajo; que si realizó un ejercicio de democracia –no como otros– al someterse a las preguntas de los lectores de un diario «poco amigo»; que si es chabacana y maleducada…
No sé. Supongo que detrás de cada valoración hay unas siglas políticas y, sobre todo, una percepción respetable. Por tanto, como en Política la neutralidad ni se presupone, ya que los amores y fobias están presentes en cada análisis… dejemos estar los comentarios. Todos los respetuosos, que son la mayoría.
¿Con qué me quedo? Es evidente que Sonia –«La Castedo» ya quedó atrás– necesita legitimar su cargo. Y en esa tarea está embarcada. Y qué mejor para ello que ganarse el respeto y el cariño de los alicantinos. Es un camino directo, nada sencillo, pero que le asegura una legislatura en la que poder trabajar, desarrollar un proyecto político, y no unos años de transición hasta las próximas elecciones. Sobre todo, porque Alicante no se puede permitir la licencia de perder más tiempo.
La alcaldesa, con esta actitud cercana, está logrando quitarse una losa de encima. Hemos pasado de un alcalde que salía del despacho para ir a casa a una alcaldesa que acude a la cena de despedida de un conserje que ha resultado agraciado en la Lotería –es un caso hipotético, pero nada alejado de la realidad–. Sin embargo, apuesto que su enemigo está en casa. Y no hablo de luchas entre ripollistas y campistas, que también. Sino en su equipo de gobierno, en el que pocos destacan por sus acciones políticas. Demasiadas concejalías gobernadas por un simple «nombre electoral» y apenas un puñado (sobran dedos en una mano) dirigidas por personas válidas y predispuestas.
Por tanto, Castedo lo hará mejor o peor. Aún es pronto para juzgarla como alcaldesa (como responsable de Urbanismo puede y debe recibir con toda justicia). Pero al menos ha cambiado una dinámica peligrosa: la vida de un alcalde entre cuatro paredes (nombre para cualquier reality show). Ya sea por populismo, intereses propios o pretender conocer los problemas de primera mano –no seremos tan mezquinos de no llegar ni a valorar esta opción–, todos los días acude a varios actos en los que se mezcla con los ciudadanos, escucha los problemas y… (esto ya veremos) esperemos les ponga solución. Aún es amable. Ya veremos cómo le afecta el paso de los meses.
Enfrente, Roque Moreno. Un político que no conoce el carisma ni de oídas y al que le faltan muchas horas de contacto con la ciudadanía. Una persona que acude a los actos y, si le observas, parece que va a regañadientes, con ganas de volverse a casa –vamos, como reconoció Rajoy hace algunas fechas–. Así, Castedo está cada día más cerca de ser alcaldesa por méritos propios (y gracias, eso sí, a los deméritos del resto). Una oposición más ocupada por mantener sus cuotas de poder endogámico que en luchar por el gobierno municipal, y eso que ya no debe ni recordar a qué sabe el poder.
Hoy, en la jornada de resaca, este encuentro digital formaba parte de muchas conversaciones. Opiniones, como en botica, de todo tipo. Que si Castedo es demasiado natural; que si demuestra su mala hostia en cada respuesta; que si es el mejor ejemplo de mujer, trabajadora y alicantina; que si manipuló las preguntas a su antojo; que si ha demostrado su soltura y desparpajo; que si realizó un ejercicio de democracia –no como otros– al someterse a las preguntas de los lectores de un diario «poco amigo»; que si es chabacana y maleducada…
No sé. Supongo que detrás de cada valoración hay unas siglas políticas y, sobre todo, una percepción respetable. Por tanto, como en Política la neutralidad ni se presupone, ya que los amores y fobias están presentes en cada análisis… dejemos estar los comentarios. Todos los respetuosos, que son la mayoría.
¿Con qué me quedo? Es evidente que Sonia –«La Castedo» ya quedó atrás– necesita legitimar su cargo. Y en esa tarea está embarcada. Y qué mejor para ello que ganarse el respeto y el cariño de los alicantinos. Es un camino directo, nada sencillo, pero que le asegura una legislatura en la que poder trabajar, desarrollar un proyecto político, y no unos años de transición hasta las próximas elecciones. Sobre todo, porque Alicante no se puede permitir la licencia de perder más tiempo.
La alcaldesa, con esta actitud cercana, está logrando quitarse una losa de encima. Hemos pasado de un alcalde que salía del despacho para ir a casa a una alcaldesa que acude a la cena de despedida de un conserje que ha resultado agraciado en la Lotería –es un caso hipotético, pero nada alejado de la realidad–. Sin embargo, apuesto que su enemigo está en casa. Y no hablo de luchas entre ripollistas y campistas, que también. Sino en su equipo de gobierno, en el que pocos destacan por sus acciones políticas. Demasiadas concejalías gobernadas por un simple «nombre electoral» y apenas un puñado (sobran dedos en una mano) dirigidas por personas válidas y predispuestas.
Por tanto, Castedo lo hará mejor o peor. Aún es pronto para juzgarla como alcaldesa (como responsable de Urbanismo puede y debe recibir con toda justicia). Pero al menos ha cambiado una dinámica peligrosa: la vida de un alcalde entre cuatro paredes (nombre para cualquier reality show). Ya sea por populismo, intereses propios o pretender conocer los problemas de primera mano –no seremos tan mezquinos de no llegar ni a valorar esta opción–, todos los días acude a varios actos en los que se mezcla con los ciudadanos, escucha los problemas y… (esto ya veremos) esperemos les ponga solución. Aún es amable. Ya veremos cómo le afecta el paso de los meses.
Enfrente, Roque Moreno. Un político que no conoce el carisma ni de oídas y al que le faltan muchas horas de contacto con la ciudadanía. Una persona que acude a los actos y, si le observas, parece que va a regañadientes, con ganas de volverse a casa –vamos, como reconoció Rajoy hace algunas fechas–. Así, Castedo está cada día más cerca de ser alcaldesa por méritos propios (y gracias, eso sí, a los deméritos del resto). Una oposición más ocupada por mantener sus cuotas de poder endogámico que en luchar por el gobierno municipal, y eso que ya no debe ni recordar a qué sabe el poder.
Ojalá en los comicios de 2011 (que ya mismo llegan), la disyuntiva de los ciudadanos se debata entre dos personas trabajadoras, emprendedoras y alicantinas. Con ambición, pero sensatos. Luchadores y honestos. Ganadores, pero nada cobardes. Así todos saldriamos beneficiados.
2 comentarios:
Que Sonia se haya dedicado a hacer un tour por todo Alicante, estilo campaña electoral, no sé como tomarmelo. A mí me ha parecido más una estrategia que un propósito de "acercamiento a la ciudad".
Eso si coincido contigo. Hay Sonia para rato ya que simplemente no tiene rival (porque aferrarse a la poltrono es muy cómodo)
No creo que se haya dedicado a hacer campaña. De momento, no se le peude acusar de nada. Hasta la fecha ha sido cercana, ha salido, ha hablado, ha respondido... Que vaya a seguir con esta dinámica, es otro cantar. Esperemos que sí, pero quién sabe. Lo que está claro es que hasta hoy se ha comportado como una gran alcaldesa. Le pese a quien le pese.
Y decías, Carol, "demasiadas concejalías gobernadas por un simple «nombre electoral»..." ¡Cuánta razón! "...y apenas un puñado (sobran dedos en una mano) dirigidas por personas válidas y predispuestas". Esa persona tiene nombre y apellido. Su nombre es Andrés y, de apellido, Llorens. Nino, para los amigos :-P
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