15 de febrero de 2009

«Save a journalist, buy a newspaper!»

Los norteamericanos, en esto de crear eslóganes, son unos auténticos maestros. Para cada causa tienen una frase que la identifica. En este asunto, que tanto nos atañe, la petición es directa: «Compre un periódico, salve a un periodista». Aquí, en España, sin embargo, pese a la crítica situación del sector, pocas iniciativas trascienden. Ayer, por ejemplo, la Asociación de la Prensa de Madrid organizó una concentración en Madrid bajo el lema «En defensa de la dignidad del trabajo de los periodistas». A la cita, apenas acudieron 200 periodistas, una cifra irrisoria para la precariedad e incertidumbre que sufren la mayoría de los profesionales de la comunicación. Rara es la empresa que no ha «ajustado» el número de periodistas para ponerlo acorde a los ingresos publicitarios, que todo sea dicho sufren un descenso vertiginoso.

Durante la concentración, González Urbaneja aseguró que 1.000 periodistas perdieron su puesto de trabajo en el último trimestre de 2008. Ahí se queda la cifra. Que se suma, además, a los 3.000 profesionales que ya se encontraban en situación de desempleo. A la vista de estos resultados, Urbaneja ­–por norma, comedido– añadió: «Las cosas pintan muy sombrías» y concluyó su intervención haciendo un llamamiento a sindicatos y empresarios. A los primeros, les dijo que «tomen un protagonismo mayor», mientras a los segundos les pidió que «se tomen en serio que no se pueden hacer periódicos sin periodistas». En fin, nada más de lo que ya sabemos.

Los asistentes, pocos pero ruidosos, enarbolaron pancartas con sus reivindicaciones y propuestas, algunas descabelladas como «una huelga general de periodistas ¡ya!». Parece mentira que los mismos periodistas no conozcan el funcionamiento de una profesión tan individualista como poco solidaria.

Eso sí, esperamos que el viento se lleve las palabras de la presidenta de la FAPE, Magis Iglesias, («cuando acabe la crisis, los constructores volverán a poner ladrillos; pero, de seguir así, para los periodistas ya no habrá nada») y esta profesión «tan idealizada como denostada» (como ella mismo indicó) pueda disfrutar de un futuro, cuanto menos, digno.

Por si acaso, y previendo una época complicada, marcho unos días a Barcelona para celebrar el final de los exámenes de febrero. Este primer cuatrimestre ha sido, ciertamente, agotador. El más exigente de toda la carrera, hasta la fecha. Así que nos merecemos un descanso activo, y para ello qué mejor que pasear por las Ramblas, visitar el Parc Güell, tomar un refresco en el Puerto o acudir a BF. Lo dicho, ¡hasta la vuelta!

1 comentario:

Marisol dijo...

Para el Parc Güell y BF recordad que debéis esperar a que llegue, oka?