22 de julio de 2009

Hoy toca leer

En esta ocasión, más que decir, me toca echarme a un lado y dejar pasar a un maestro. ¡Qué lujo de columna nos regala hoy! Y no sólo por lo que dice, ni por quién es el protagonista sino por cómo lo cuenta. Una lectura (emocionada) y más que recomentable. Aquí la dejo.


El padre de Mario
(by Toni Cabot)

Tengo un amigo que al detenerse a observar el cartel de la campaña publicitaria creada por Nacho Pérez Román y sus chicos de Contrapunto comenzó a soñar despierto. Con la mirada fija en la foto del herculano alado a las puertas del cielo, le dio por dar rienda suelta a la imaginación, añadiendo, casi sin querer, más azúcar a la celestial escena que ya de por sí se presenta sugerente. Metido en harina de entusiasmo, mi amigo decidió cambiar con la vista el dorsal del "ángel" vestido de blanquiazul y eligió el "5". Acto seguido retocó el cogote del personaje hasta dotarlo de una media melena negra que caía un poco más allá de la base del cuello. Los figurados trazos le fueron saliendo del alma, casi sin querer, hasta reparar que ante las puertas de ese prometido paraíso y bajo el lema "El cielo no puede esperar", su subconsciente había colocado la estampa de Sergio Fernández. Han pasado semanas, ha corrido tinta, han llegado caras nuevas, parece, en suma, que brota de nuevo la ilusión, pero muchos de los que ayer decidieron ver la primera sesión de trabajo del nuevo proyecto que comanda Esteban Vigo continuaban sin hacerse a la idea de que el central leonés entrena 90 kilómetros más abajo. Les pasó a ellos y le sucedió al pequeño Mario, que al recibir días atrás como regalo la camiseta del Murcia, en el desesperado intento de hacerlo todo más fácil, reaccionó con inocente sinceridad: "No la quiero, papá. Ya tengo una y es del Hércules". Lo que no podía intuir Mario, a sus ocho años, es que la respuesta iba a acabar por hundir un poco más a su padre, un tipo grande con media melena negra que le cae hasta un poco más allá de la base del cuello, que no engaña porque no sabe mentir y que sufre y añora como nunca pensó que podía sufrir y añorar. En lo que a mi respecta, me apunto al procedimiento ideado por mi amigo. Recuerden: Soñar despierto e imaginar que el ángel de alas blancas apostado a las puertas del cielo y vestido de blanco y azul acabará luciendo a la espalda el dorsal número "5".

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