Hola, ¿qué tal? Buenas tardes. No sé por qué a estas hora, hoy precisamente, día de San Isidro, 15 de mayo, me acuerdo de unos versos de mi libro de poemas ‘Debajo de la parra’, unos versos que le gustan mucho a Paco González. Dicen algo así como “No llores conmigo porque a los hombres nos gusta llorar solos”. Y es que estos días, yo por lo menos, he llorado solo, bueno, físicamente solo, porque creo que anímicamente no estoy solo. He llorado. He llorado porque me da mucha pena lo que está pasando. Que 18 años de Carrusel terminen de esta manera. Yo, creedme, de verdad, queridísimos, no lo entiendo. Hoy Paco González no va a estar en Carrusel. Y todos sabéis lo motivos. Cuando diga “Hola, hola” y “el de los goles, el de la emoción, el del espectáculo, el de siempre… el del sonido inconfundible…” y todas esas cosas que digo en la careta, cuando diga los jefes de todo “Jorge Hevia y Rebeca Revilla y en la central de los anuncios Paco Barrero y en la animación Jorge Armenteros y en la técnica Juan Antonio Hernández y Jorge Martínez”… Cuando diga “en la coordinación, Pedro Martín, Fernando Evangelio”… Cuando llegue a dirige… me va a faltar algo. Me va a faltar la persona que estuvo conmigo 18 años en Carrusel Deportivo. Y lo voy a sentir. Y mi cuerpo, mi alma y mi ética profesional me impulsan a decirle en mi nombre y en el de este equipo, que es el suyo mientras no se demuestre lo contrario, que le damos las gracias por 18 años de amistad, de cariño y de RADIO. Te queremos Paco y este primer sonido del primer Carrusel sin ti es… para ti.
Estas palabras salieron ayer del corazón de Pepe Domingo Castaño. Fueron el arranque, como bien dice él, del primer Carrusel sin Paco González. El inicio del fin. Y me agarro a ellas porque sintetizan lo que he pensado, escrito, borrado, sentido y vuelto a escribir durante los últimos días en demasiadas ocasiones. Porque yo no llevo 18 años compartiendo micrófono con Paco González. No. En mi caso, llevo toda una vida unida a él. Al principio, sólo por las ondas, que no es poco. Luego, con el paso de los años, por una relación cercana mantenida en la distancia.
Al director de Carrusel Deportivo lo descubrí cuando aún era una enana que empezaba a amar el deporte y a descubrir la magia de la radio. De esto hace ya muchos años, demasiados si echas la vista atrás y te paras a pensar. Por aquel entonces, me resulta indiferente el marcador final de un, por ejemplo, Athletic-Valencia. Pero con ellos, me divertía. Entonces, aún me costaba entender algunos conceptos futbolísticos, pero con unos diez años poco importaba. Tan sólo gastaba fuerzas en decirle a mi madre que me sintonizara la Ser en la radio. Yo no entendía cómo funcionaban los diales ni la ‘ruedecita’…
Con el paso del tiempo, todo siguió igual. Carrusel se mantenía como un reducto al que siempre acudir para despertar una sonrisa sincera en días malos. Y casi sin saberlo, me acabó despertando la pasión por la radio y por el periodismo. En mi casa, tenían manía a esa ‘panda de locos’. Y era normal. Los domingos, por ejemplo, tocaba comer pronto, porque a las 15.30 ‘la niña tenía que escuchar la radio’… Y ya, hasta la hora de dormir.
Así pasaron los años, hasta que un día, en febrero de 2001 conocí a Paco González. A la persona (me ahorro los calificativos) que se esconde tras los micrófonos. Un sueño cumplido. Recuerdo esa visita a Gran Vía 32 con todo detalle. Recuerdo, por ejemplo, que la noche anterior no pegué ojo y que me levanté afónica, como nunca hasta la fecha. También recuerdo que cuando a la una de la madrugada pisé de nuevo la, ahora, centenaria vía madrileña me vine abajo. Aunque intenté disimularlo. Porque, recurriendo a los versos de Castaño, no quería compañía, prefería la intimidad.
Recuerdo, también, cómo se fraguó esa visita. Echando un pulso a mi otro yo –el que me retiene–, envié el libro “Diario 2000 de El Larguero” a la sede central de la SER. En ese texto, Paco tan sólo intervino con la firma en el prólogo. Pero bastaba como excusa. Recuerdo cuando dejé el paquete en Correos, sin ánimo de que volviera a mis manos. Y recuerdo, por supuesto, el día que recibí un sobre marrón, acolchado, que aún conservo, en el buzón de mi casa. Venía con la firma de los autores (De la Morena, Lama, Alcalá y Bustillo). Y también, las que había ‘solicitado’: Paco y Pepe. Reconozco que su mensaje fue escueto, muy suyo, aunque en realidad poco me importó: “Hola Carolina, mil besos, Paco González”.
Ésa fue su primera firma. La última llegó hace unos meses. En esta ocasión, el libro hablaba del milagro del Alba(cete) en Primera División y el prólogo, también, tenía la impronta de Paco. El ejemplar me llegó de manos de uno de sus autores, José Luis González, profesor de la UMH, entre otras cosas. Que, casualidad o no, fue el encargado de trasladarme la mala noticia de la suspensión de Paco el pasado miércoles. Visto así, la historia parece un círculo con un mismo inicio y fin…
Ahora, acudo al libro para recordar la cita del autor del prólogo. Reconozco que las seis primeras palabras que me llegaron de él, allá por 2001, se me quedaron grabadas. El resto, permanecen en la memoría, pero sin la precisión necesaria para recogerlas. Dice: “Para Carolina, fiel compañera de Carrusel desde ‘el otro lado’. Con todo mi agradecimiento, Paco González”.
Nueve años después de los “mil besos” todo se ve con otra perspectiva. Por medio, decenas de conversaciones, que me animaron –sin cesar– a dar el paso al frente y dedicarme a esto de mediar en la realidad… O como queramos llamarlo.
Hoy es domingo, y ya han pasado cuatro días desde que se conoció la decisión de la Cadena Ser, la emisora española que más promulga su batalla a favor de la libertad de información, de opinión y el respeto a sus oyentes. No me apetece, la verdad, malgastar mi energía para hablar del infausto Daniel Anido, aquél que reclama el derecho a la libertad tras ser condenado a un año y nueve meses de cárcel. Ése que insta a sus trabajadores, bajo amenaza, a permanecer en silencio y reprimir el apoyo a un compañero… Vemos que él solo se retrata. También, De la Morena se ha dibujado a la perfección con sus prolongados silencios y sus tibias palabras. Era de esperar.
Hoy, decía, hace cuatro días que saltó la noticia. Y no han sido días nada fáciles. Aunque, a veces, estos golpes tienen su lectura positiva. Imagino la emoción que ha debido y debe sentir Paco cuando recibe tantas y tantas muestras de apoyo de compañeros de profesión y de miles de oyentes. Debo reconocer, que me han sorprendido. Porque Paco es un tipo sencillo, sin actitudes de estrella, de divo mediático. Sin el carisma de muchos, pero con la profesionalidad de muy pocos.
Paco conquista por su sonrisa, que ahora debe estar apagada. Pero ojalá la recupere pronto, rodeado de los suyos, con Pepe Domingo de fiel escudero. Me da igual en qué dial haya que sintonizar la radio para volver a formar parte, desde ‘el otro lado’, de ese maravilloso equipo. Ya sé hacerlo sola…
Hasta entonces, prefiero la intimidad del silencio. Y vivir de los recuerdos...
Estas palabras salieron ayer del corazón de Pepe Domingo Castaño. Fueron el arranque, como bien dice él, del primer Carrusel sin Paco González. El inicio del fin. Y me agarro a ellas porque sintetizan lo que he pensado, escrito, borrado, sentido y vuelto a escribir durante los últimos días en demasiadas ocasiones. Porque yo no llevo 18 años compartiendo micrófono con Paco González. No. En mi caso, llevo toda una vida unida a él. Al principio, sólo por las ondas, que no es poco. Luego, con el paso de los años, por una relación cercana mantenida en la distancia.
Al director de Carrusel Deportivo lo descubrí cuando aún era una enana que empezaba a amar el deporte y a descubrir la magia de la radio. De esto hace ya muchos años, demasiados si echas la vista atrás y te paras a pensar. Por aquel entonces, me resulta indiferente el marcador final de un, por ejemplo, Athletic-Valencia. Pero con ellos, me divertía. Entonces, aún me costaba entender algunos conceptos futbolísticos, pero con unos diez años poco importaba. Tan sólo gastaba fuerzas en decirle a mi madre que me sintonizara la Ser en la radio. Yo no entendía cómo funcionaban los diales ni la ‘ruedecita’…
Con el paso del tiempo, todo siguió igual. Carrusel se mantenía como un reducto al que siempre acudir para despertar una sonrisa sincera en días malos. Y casi sin saberlo, me acabó despertando la pasión por la radio y por el periodismo. En mi casa, tenían manía a esa ‘panda de locos’. Y era normal. Los domingos, por ejemplo, tocaba comer pronto, porque a las 15.30 ‘la niña tenía que escuchar la radio’… Y ya, hasta la hora de dormir.
Así pasaron los años, hasta que un día, en febrero de 2001 conocí a Paco González. A la persona (me ahorro los calificativos) que se esconde tras los micrófonos. Un sueño cumplido. Recuerdo esa visita a Gran Vía 32 con todo detalle. Recuerdo, por ejemplo, que la noche anterior no pegué ojo y que me levanté afónica, como nunca hasta la fecha. También recuerdo que cuando a la una de la madrugada pisé de nuevo la, ahora, centenaria vía madrileña me vine abajo. Aunque intenté disimularlo. Porque, recurriendo a los versos de Castaño, no quería compañía, prefería la intimidad.
Recuerdo, también, cómo se fraguó esa visita. Echando un pulso a mi otro yo –el que me retiene–, envié el libro “Diario 2000 de El Larguero” a la sede central de la SER. En ese texto, Paco tan sólo intervino con la firma en el prólogo. Pero bastaba como excusa. Recuerdo cuando dejé el paquete en Correos, sin ánimo de que volviera a mis manos. Y recuerdo, por supuesto, el día que recibí un sobre marrón, acolchado, que aún conservo, en el buzón de mi casa. Venía con la firma de los autores (De la Morena, Lama, Alcalá y Bustillo). Y también, las que había ‘solicitado’: Paco y Pepe. Reconozco que su mensaje fue escueto, muy suyo, aunque en realidad poco me importó: “Hola Carolina, mil besos, Paco González”.
Ésa fue su primera firma. La última llegó hace unos meses. En esta ocasión, el libro hablaba del milagro del Alba(cete) en Primera División y el prólogo, también, tenía la impronta de Paco. El ejemplar me llegó de manos de uno de sus autores, José Luis González, profesor de la UMH, entre otras cosas. Que, casualidad o no, fue el encargado de trasladarme la mala noticia de la suspensión de Paco el pasado miércoles. Visto así, la historia parece un círculo con un mismo inicio y fin…
Ahora, acudo al libro para recordar la cita del autor del prólogo. Reconozco que las seis primeras palabras que me llegaron de él, allá por 2001, se me quedaron grabadas. El resto, permanecen en la memoría, pero sin la precisión necesaria para recogerlas. Dice: “Para Carolina, fiel compañera de Carrusel desde ‘el otro lado’. Con todo mi agradecimiento, Paco González”.
Nueve años después de los “mil besos” todo se ve con otra perspectiva. Por medio, decenas de conversaciones, que me animaron –sin cesar– a dar el paso al frente y dedicarme a esto de mediar en la realidad… O como queramos llamarlo.
Hoy es domingo, y ya han pasado cuatro días desde que se conoció la decisión de la Cadena Ser, la emisora española que más promulga su batalla a favor de la libertad de información, de opinión y el respeto a sus oyentes. No me apetece, la verdad, malgastar mi energía para hablar del infausto Daniel Anido, aquél que reclama el derecho a la libertad tras ser condenado a un año y nueve meses de cárcel. Ése que insta a sus trabajadores, bajo amenaza, a permanecer en silencio y reprimir el apoyo a un compañero… Vemos que él solo se retrata. También, De la Morena se ha dibujado a la perfección con sus prolongados silencios y sus tibias palabras. Era de esperar.
Hoy, decía, hace cuatro días que saltó la noticia. Y no han sido días nada fáciles. Aunque, a veces, estos golpes tienen su lectura positiva. Imagino la emoción que ha debido y debe sentir Paco cuando recibe tantas y tantas muestras de apoyo de compañeros de profesión y de miles de oyentes. Debo reconocer, que me han sorprendido. Porque Paco es un tipo sencillo, sin actitudes de estrella, de divo mediático. Sin el carisma de muchos, pero con la profesionalidad de muy pocos.
Paco conquista por su sonrisa, que ahora debe estar apagada. Pero ojalá la recupere pronto, rodeado de los suyos, con Pepe Domingo de fiel escudero. Me da igual en qué dial haya que sintonizar la radio para volver a formar parte, desde ‘el otro lado’, de ese maravilloso equipo. Ya sé hacerlo sola…
Hasta entonces, prefiero la intimidad del silencio. Y vivir de los recuerdos...
2 comentarios:
no podía irme a dormir sin leer el artículo. lo leo...y como si te escuchara. Mil gracias. muas!
Muy emotivo Carol!!
Sé que esto te ha jodido como a muy pocos oyentes porque la pasión y la fidelidad que tienes por Paco es indescriptible, aunque lo has sabido describir.
Supongo y espero que su voz no se apague y ojalá fuera de nuevo en Carrusel, con los de siempre. De no ser así, ya se arrepentirán de haber matado el Carrusel.
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