29 de septiembre de 2010

Ojos abiertos

¿Piquetes informativos? ¿Derecho constitucional al ejercicio de la huelga? ¿A quién pretenden engañar los sindicatos? En la era de la información, cuando los datos nos abruman, se dan cita los desocupados (y no hablo precisamente de los cinco millones de parados que el jueves tampoco irán a trabajar) para repartir octavillas, pitar a los que optan por acudir a su puesto de trabajo (ejerciendo su derecho, no lo olvidemos) y, ya puestos, intentar coaccionarlos. Escuché en rueda de prensa que 'los piquetes son del s. XVIII', y no puedo estar más de acuerdo.

Por primera vez, ayer, viví una huelga general como trabajadora. En la anterior, la del ‘decretazo’ de Aznar, aún daba mis últimos pasos en el instituto. Ese 20 de junio de 2000, para nosotros, no hizo más que adelantar la llegada de las Hogueras.

Como dije en la última entrada, tenía cierta curiosidad por conocer el efecto del paro en la prensa. Y… me ha sorprendido. Pensaba, sinceramente, que iba a tener una menor repercusión. Motivos para secundarlo no faltan, aunque los más relevantes ya han perdido la fuerza con el paso de los meses. La reforma laboral ahí está (y ahí seguirá), al igual que los despidos, que ahí estuvieron y ahí seguirán. Y los que estarán por venir... La situación de nuestro sector, por desgracia para todos, necesita una huelga específica. Un paro colectivo (o por medios) que tenga mayor trascendencia entre la sociedad.

Vivido el día, sólo extraigo conclusiones positivas. He tenido la fortuna de recibir ‘información’ de primera mano de mis compañeros sindicalistas, que no han dudado en explicarme con todo detalle los motivos de la huelga y me han invitado, con máxima amabilidad, a unirme al paro… Mis superiores, todo lo contrario. Presiones directas e indirectas, múltiples coacciones y malas miradas… Pues no, nada de eso. No nos engañemos.

Esta atípica jornada, donde el vuelo de las moscas se escuchaba en la redacción, me ha dado la oportunidad de colaborar en una sección desconocida entre semana. El trabajo ha sido intenso, cargado de buenos momentos, complicidades entre ‘esquiroles’ y conversaciones ya archivadas (en lugar fresco y seguro) para poder dibujar una sonrisa cuando la realidad obligue a fruncir el ceño.

Este 29-S no trabajo, me toca librar. Es decir, el jornal que mis compañeros huelguistas perdieron ayer (bien invertido por el futuro de sus hijos ¿?), a mí me toca perderlo hoy. No es una concesión, tan sólo una consecuencia de trabajar por jornadas. Trabajo, cobro; descanso, trago aire. Tengo la osadía de coger vacaciones, y me aburro de respirar… Y suerte la mía, porque para mis compañeros becarios, además de cobrar menos que nada, el ‘chollo’ tiene pronta fecha de caducidad. Y de esto no se ocupa la nueva reforma laboral. Tampoco, los sindicatos.

Lo dicho. La jornada de descanso (aunque debe ser excitante trabajar días como hoy) me permite seguir al detalle todo lo que suceda en la jornada de huelga. Si presión ni obligaciones laborales. Ese seguimiento no los ponen al alcance de un clic los diarios digitales, con ElPais y ElMundo a la cabeza. Resulta apasionante conocer al minuto todo lo que surge alrededor del paro, y eso que no ha hecho más que comenzar. Lo reconozco: ya estoy enganchada.

Hasta que mañana (y en días sucesivos) se publiquen los artículos de análisis y reflexión en torno a la sexta/séptima huelga general de la democracia española, ahora es el turno para la información inmediata… Cuando amanezca, la curiosidad a buen seguro me empujará a patear la calle y conocer, in situ, el efecto de la huelga. Así que desaprovechado el paro, en cuestión profesional, me siguen quedando los mismos retos por cubrir antes de dejar el oficio: huelga general, fin de ETA, elecciones municipales y un título del Hércules. Ante la actual situación (económica, política y deportiva) me cuesta dilucidar cuál será mi última tarea periodística...

Vamos al lío, empieza lo bueno. Voy a abrir los ojos. El primer paro global de la era digital (con cobertura real) ya está en marcha. Primordial, tener siempre los ojos bien abiertos, porque las cifras son interesadas. Para ejemplo, el seguimiento informativo de la Agencia EFE a la huelga general en los medios impresos de Alicante. Decía el teletipo en cuestión: “Según han indicado a Efe fuentes del comité de huelga, unos setenta trabajadores de "todas las delegaciones de la provincia" se han manifestado frente a la sede central en la capital alicantina”. No eran ni veinte. Y eran periodistas. La credibilidad ya empieza a cojear.

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