Un mediocre con anhelos de grandeza suele ser, por definición, un tipo inquietante. Y si el personaje, además, tiene acceso a las corrientes informativas, entonces, se convierte en un prototipo de charlatán peligroso.
Una vez más, la sospecha, se ha confirmado. No falla. Los bocazas siempre encuentran la excusa perfecta para conseguir que los focos le apunten, aunque sea un minuto y con una luz que poco les favorece.
En esta ocasión, la reacción ha tardado tres días. Demasiado para ciertos oportunistas. Desde que el pasado jueves Mario Vargas Llosa se convirtiera en Premio Nobel de Literatura esperaba la feroz crítica (admito mi culpa) de uno de esos artistas más conocidos por saltar al primer plano mediático por sus palabras altisonantes que por sus interpretaciones. Normal, visto el calado de unas y otras.
Un “derechista muy peligroso” por el que se siente “desprecio” es, groso modo, el retrato que realiza del escritor hispano el indómito Guillermo Toledo, al que los colegas de la farándula le llaman “Willy”.
“No entiendo que un intelectual de la izquierda que ha palpado miseria e injusticia se transforme en un derechista muy peligroso, siento desprecio por la gente que sabiendo cómo está el mundo, se sitúa al lado de criminales por sus propios intereses”, ahí queda el perfil cultivado por el célebre actor.
En su denotada labor por defender los derechos de los desprotegidos, sólo le queda confirmar su rotundo apoyo al Gobierno chino y a uno de sus aliados, el presidente Hugo Chávez, en las contundentes críticas por el Nobel a Liu Xiaobo. Los demócratas, por norma, siempre aúnan fuerzas en favor de las buenas causas.
Una vez más, la sospecha, se ha confirmado. No falla. Los bocazas siempre encuentran la excusa perfecta para conseguir que los focos le apunten, aunque sea un minuto y con una luz que poco les favorece.
En esta ocasión, la reacción ha tardado tres días. Demasiado para ciertos oportunistas. Desde que el pasado jueves Mario Vargas Llosa se convirtiera en Premio Nobel de Literatura esperaba la feroz crítica (admito mi culpa) de uno de esos artistas más conocidos por saltar al primer plano mediático por sus palabras altisonantes que por sus interpretaciones. Normal, visto el calado de unas y otras.
Un “derechista muy peligroso” por el que se siente “desprecio” es, groso modo, el retrato que realiza del escritor hispano el indómito Guillermo Toledo, al que los colegas de la farándula le llaman “Willy”.
“No entiendo que un intelectual de la izquierda que ha palpado miseria e injusticia se transforme en un derechista muy peligroso, siento desprecio por la gente que sabiendo cómo está el mundo, se sitúa al lado de criminales por sus propios intereses”, ahí queda el perfil cultivado por el célebre actor.
En su denotada labor por defender los derechos de los desprotegidos, sólo le queda confirmar su rotundo apoyo al Gobierno chino y a uno de sus aliados, el presidente Hugo Chávez, en las contundentes críticas por el Nobel a Liu Xiaobo. Los demócratas, por norma, siempre aúnan fuerzas en favor de las buenas causas.
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