Casi sin darnos cuenta, como sucede todos los años, las Hogueras están ya cerca de tocar a su punto final, y eso que acaban de empezar. El calendario dice que hoy es 23 de junio, jornada previa a la Nit de la Cremà. La gran noche de Alicante.
A estas alturas ya poco queda por dilucidarse. Más aún si hablamos de galardones. Los más esperados se conocieron la tarde del pasado domingo. En el Nou Manolín, como marca la tradición, se procedió a la lectura del fallo del jurado del Concurso de Hogueras, Hogueras Infantiles, Barracas y Calles Adornadas. Decenas de premios que, como siempre, no dejaron contentos a todos. Como se presupone ante cualquier deliberación subjetiva.
Sin embargo, este año la polémica ha ido más allá. Casi ha rebasado ese límite que se marca el buen gusto. Y, según parece, razones hay. En la modalidad de Hogueras de Categoría Especial, el máximo reconocimiento fue para Florida Portazgo, seguida de Carolinas Altas y Hernán Cortés. Son tres grandes monumentos -nadie lo duda-, que además este año comparten presupuesto. Pero con todo, pocas eran las apuestas que señalaban como favorita a la hoguera más meridional del trío. Es un monumento más, con un remate poco original y sin excesivo cuerpo.
Resulta curioso cómo, un año más, la opinión de los «especialistas» dista del veredicto del pueblo. En la ciudad se habla con admiración de la hoguera «del caballo», la que planta Hernán Cortés. Es la que más ojos han visto (vale, es la más céntrica), pero también la que más alabanzas provoca entre los visitantes. No entiendo cómo el jurado no demuestra esa ambición y premia la innovación. Al final, abocamos a la Fiesta a más de lo mismo. Si encadenamos las últimas vencedoras, comprobaremos la mínima evolución que han sufrido los monumentos, algo que debería estar reñido con el progreso inherente al arte. Pero, qué le vamos a hacer. Aquí, como en otros tantos aspectos, manda el Ayuntamiento.
Este año, los responsables del veredicto son Marta García-Romeu, concejal de Fiestas; Laura Chorro, concejal de Juventud; Javier Maestro, jefe del Servicio de Fiestas del Ayuntamiento; Pascual Domínguez, presidente del Gremio de Artistas; Eduardo Lastres, escultor; Joaquín Santo, historiador; Ángel Martín, constructor; Agustín Grau, director general de Turismo de la Generalitat; Loli Pallarés, diseñadora y María Dolores Balsalobre, pintora.
En esta edición, hasta seis han sido las comisiones que han mostrado su fuerte oposición al fallo oficial. Algunas, como Hernán Cortés (a mi juicio, la más perjudicada), creen que el jurado está «obsoleto» y añaden que «son necesarias personas con ideas más avanzadas e innovadoras». Aunque, seguramente, las críticas más incisivas han llegado desde el barrio de San Blas. El acto reivindicativo más evidente ha estado a cargo de San Blas Alto, que ayer, durante la entrega de premios, gritaron (con los brazos subidos): «¡Manos arriba, esto es un atraco!», a la par que exhibían camisetas en las que se leía «¡Basta ya de injusticias». Los miembros de la comisión reprochan al jurado el escaso interés mostrado en el monumento: «Ni miraban la hoguera, y uno de los jurados dijo: ¿Es que no les ha dado tiempo a pintarla?». Algo similar alegaron también desde Polígono de San Blas: «El jurado no miraba la hoguera, ni siquiera me prestaban atención cuando trataba de explicársela. Venían con prisas», dijo Juan Francisco Galvañ, presidente de la comisión.
Desconozco si son ciertos estos comentarios (como aquél que habla de la pintura de San Blas Alto), pero sí tengo la capacidad de confirmar la rapidez con la que el jurado miró algunas hogueras, entre ellas, las dos que más enérgicamente han protestado. Por motivos laborales, acompañé al jurado de Especial en el recorrido por los monumentos en concurso, exceptuando el último tramo. Entre otras, estuve presente en el juicio a Carolinas Altas, Gran Vía-La Cerámica, San Blas Alto y Polígono de San Blas. Y, para qué vamos a engañarnos, no todas las valoraciones requirieron el mismo tiempo ni todos los miembros del jurado observaban con la misma atención los monumentos (puede ser que cada uno tuviese su forma de quedarse con los detalles, puede ser, insisto).
En La Cerámica, por ejemplo, la visita duró un mínimo de diez minutos, incluso hubo tiempo para admirar la hoguera infantil (sencillamente excelente), que al final se alzó con el primer premio en Especial. El recorrido fue exhaustivo, se formularon cuestiones (tampoco muy profundas, para no faltar a la verdad) y se habló de todo: temática, constructores, crisis, ninots… Eso sí, las explicaciones a cargo del presidente fueron atendidas, como en la mayoría de visitas, por la concejala de Fiestas, Marta García-Romeu, y la edil de Juventud, Laura Chorro. El resto, salvo alguna excepción, iba a su ritmo.
En San Blas Alto, por citar un caso opuesto, la visita no excedió los tres minutos. Fue un visto y no visto (como la de Camps ayer a Alicante, vergonzosa, por cierto). Desconozco si preguntaron por qué no estaba pintado el monumento, quiero pensar que si lo hicieron fue en tono distendido… Pero me parece que todas las hogueras, opten o no al máximo galardón, se merecen el mismo respeto y, por tanto, la misma dedicación. Las prisas, parece ser, provocaron que las visitas no fueran comparables en cuestión temporal. Tal vez, aventuro, si no hubieran hecho una «paraeta» en Carolinas Altas a tomar, según los gustos, horchata, granizado o helado… Tal vez, digo, el jurado habría tenido tiempo para admirar todas con un tiempo prudencial. Incluso, hubo dos (Hernán Cortés y Calvo Sotelo) que se visitaron después de la mascletà. El reloj, al final, se les volvió en su contra.
Y para terminar, Carolinas Altas. Este año, por enésimo consecutivo, ha hecho la misma hoguera con algunos cambios para que no le acusen de autoplagio. Llevan una época en la que no saben qué significa innovar. Siempre el mismo monumento, sobre todo desde que está Pere Baena con ellos… Y, encima, su presidente, José María Lorente, el más mediático por mérito propio, tiene la «valentía» de presentar su dimisión por discrepancias con el jurado, aunque una mayoría sospechamos que no será irrevocable. Visto desde la distancia, comparto su disconformidad. Este año, su hoguera no se merecía, ni de lejos, estar por delante de Hernán Cortés… Por esta razón, a lo mejor, vamos a ser bien pensados, quiere dejar la Fiesta porque le han situado más arriba de lo meritorio. Aunque no lo creamos, tal vez, Jose tiene dignidad y sabe reconocer que no merecía el segundo puesto del cajón… A ver si es verdad que deja su puesto a gente joven, que venga con fuerzas, nuevas ideas y sin tantos amigos (como él presume), pero sin tampoco tantas enemistades, de ésas de las que no habla. La hoguera de Jose, como se dice en el distrito, no es suya, sino de todo Carolinas Altas. Que conste en acta.
A estas alturas ya poco queda por dilucidarse. Más aún si hablamos de galardones. Los más esperados se conocieron la tarde del pasado domingo. En el Nou Manolín, como marca la tradición, se procedió a la lectura del fallo del jurado del Concurso de Hogueras, Hogueras Infantiles, Barracas y Calles Adornadas. Decenas de premios que, como siempre, no dejaron contentos a todos. Como se presupone ante cualquier deliberación subjetiva.
Sin embargo, este año la polémica ha ido más allá. Casi ha rebasado ese límite que se marca el buen gusto. Y, según parece, razones hay. En la modalidad de Hogueras de Categoría Especial, el máximo reconocimiento fue para Florida Portazgo, seguida de Carolinas Altas y Hernán Cortés. Son tres grandes monumentos -nadie lo duda-, que además este año comparten presupuesto. Pero con todo, pocas eran las apuestas que señalaban como favorita a la hoguera más meridional del trío. Es un monumento más, con un remate poco original y sin excesivo cuerpo.
Resulta curioso cómo, un año más, la opinión de los «especialistas» dista del veredicto del pueblo. En la ciudad se habla con admiración de la hoguera «del caballo», la que planta Hernán Cortés. Es la que más ojos han visto (vale, es la más céntrica), pero también la que más alabanzas provoca entre los visitantes. No entiendo cómo el jurado no demuestra esa ambición y premia la innovación. Al final, abocamos a la Fiesta a más de lo mismo. Si encadenamos las últimas vencedoras, comprobaremos la mínima evolución que han sufrido los monumentos, algo que debería estar reñido con el progreso inherente al arte. Pero, qué le vamos a hacer. Aquí, como en otros tantos aspectos, manda el Ayuntamiento.
Este año, los responsables del veredicto son Marta García-Romeu, concejal de Fiestas; Laura Chorro, concejal de Juventud; Javier Maestro, jefe del Servicio de Fiestas del Ayuntamiento; Pascual Domínguez, presidente del Gremio de Artistas; Eduardo Lastres, escultor; Joaquín Santo, historiador; Ángel Martín, constructor; Agustín Grau, director general de Turismo de la Generalitat; Loli Pallarés, diseñadora y María Dolores Balsalobre, pintora.
En esta edición, hasta seis han sido las comisiones que han mostrado su fuerte oposición al fallo oficial. Algunas, como Hernán Cortés (a mi juicio, la más perjudicada), creen que el jurado está «obsoleto» y añaden que «son necesarias personas con ideas más avanzadas e innovadoras». Aunque, seguramente, las críticas más incisivas han llegado desde el barrio de San Blas. El acto reivindicativo más evidente ha estado a cargo de San Blas Alto, que ayer, durante la entrega de premios, gritaron (con los brazos subidos): «¡Manos arriba, esto es un atraco!», a la par que exhibían camisetas en las que se leía «¡Basta ya de injusticias». Los miembros de la comisión reprochan al jurado el escaso interés mostrado en el monumento: «Ni miraban la hoguera, y uno de los jurados dijo: ¿Es que no les ha dado tiempo a pintarla?». Algo similar alegaron también desde Polígono de San Blas: «El jurado no miraba la hoguera, ni siquiera me prestaban atención cuando trataba de explicársela. Venían con prisas», dijo Juan Francisco Galvañ, presidente de la comisión.
Desconozco si son ciertos estos comentarios (como aquél que habla de la pintura de San Blas Alto), pero sí tengo la capacidad de confirmar la rapidez con la que el jurado miró algunas hogueras, entre ellas, las dos que más enérgicamente han protestado. Por motivos laborales, acompañé al jurado de Especial en el recorrido por los monumentos en concurso, exceptuando el último tramo. Entre otras, estuve presente en el juicio a Carolinas Altas, Gran Vía-La Cerámica, San Blas Alto y Polígono de San Blas. Y, para qué vamos a engañarnos, no todas las valoraciones requirieron el mismo tiempo ni todos los miembros del jurado observaban con la misma atención los monumentos (puede ser que cada uno tuviese su forma de quedarse con los detalles, puede ser, insisto).
En La Cerámica, por ejemplo, la visita duró un mínimo de diez minutos, incluso hubo tiempo para admirar la hoguera infantil (sencillamente excelente), que al final se alzó con el primer premio en Especial. El recorrido fue exhaustivo, se formularon cuestiones (tampoco muy profundas, para no faltar a la verdad) y se habló de todo: temática, constructores, crisis, ninots… Eso sí, las explicaciones a cargo del presidente fueron atendidas, como en la mayoría de visitas, por la concejala de Fiestas, Marta García-Romeu, y la edil de Juventud, Laura Chorro. El resto, salvo alguna excepción, iba a su ritmo.
En San Blas Alto, por citar un caso opuesto, la visita no excedió los tres minutos. Fue un visto y no visto (como la de Camps ayer a Alicante, vergonzosa, por cierto). Desconozco si preguntaron por qué no estaba pintado el monumento, quiero pensar que si lo hicieron fue en tono distendido… Pero me parece que todas las hogueras, opten o no al máximo galardón, se merecen el mismo respeto y, por tanto, la misma dedicación. Las prisas, parece ser, provocaron que las visitas no fueran comparables en cuestión temporal. Tal vez, aventuro, si no hubieran hecho una «paraeta» en Carolinas Altas a tomar, según los gustos, horchata, granizado o helado… Tal vez, digo, el jurado habría tenido tiempo para admirar todas con un tiempo prudencial. Incluso, hubo dos (Hernán Cortés y Calvo Sotelo) que se visitaron después de la mascletà. El reloj, al final, se les volvió en su contra.
Y para terminar, Carolinas Altas. Este año, por enésimo consecutivo, ha hecho la misma hoguera con algunos cambios para que no le acusen de autoplagio. Llevan una época en la que no saben qué significa innovar. Siempre el mismo monumento, sobre todo desde que está Pere Baena con ellos… Y, encima, su presidente, José María Lorente, el más mediático por mérito propio, tiene la «valentía» de presentar su dimisión por discrepancias con el jurado, aunque una mayoría sospechamos que no será irrevocable. Visto desde la distancia, comparto su disconformidad. Este año, su hoguera no se merecía, ni de lejos, estar por delante de Hernán Cortés… Por esta razón, a lo mejor, vamos a ser bien pensados, quiere dejar la Fiesta porque le han situado más arriba de lo meritorio. Aunque no lo creamos, tal vez, Jose tiene dignidad y sabe reconocer que no merecía el segundo puesto del cajón… A ver si es verdad que deja su puesto a gente joven, que venga con fuerzas, nuevas ideas y sin tantos amigos (como él presume), pero sin tampoco tantas enemistades, de ésas de las que no habla. La hoguera de Jose, como se dice en el distrito, no es suya, sino de todo Carolinas Altas. Que conste en acta.
1 comentario:
sin lugar a dudas lo mejor que he leido sobre el tema
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