Vuelvo a creer en La Dos de INFORMACIÓN. Después de una travesía por el desierto, la ironía ha impregnado, de nuevo, al principal texto de opinión dominical de la cabecera alicantina. Ha recuperado la esencia que la vio nacer. Debe ser que “los factores ambientales” (sic) han perdido influencia o que el PSPV da el juego necesario para dejar a un lado los “tiempos difíciles” (sic). Con el artículo, este domingo seguro que el lector se valió de las dosis de ironía y sarcasmo para dibujar más de una sonrisa en su rostro, aunque no por ello remitiría el enojo propio del relato de las glorias, pocas, y penas, demasiadas, del principal partido de la oposición en la Comunidad y en la ciudad de Alicante. Escasa alternativa a día de hoy.
Recogía el texto las últimas aventuras de los líderes más destacados del socialismo de la zona. Los de siempre. Hablaba de Ángel Luna y su arrojo en Las Cortes, del prisma político y moral del que se vale Ana Barceló, de los movimientos en el tablero de ajedrez para derribar a la reina (?) Leire Pajín y de la lechera a la que recurre Jorge Alarte, el paradigma del nuevo socialismo… Una travesía de lunes a viernes para concluir, en la víspera del domingo, como hace tiempo que no recuerdo. Un punto final precedido de mordacidad. Una frase lapidaria, como merecía.
El texto, eso sí, se vio obligado a poner el freno el pasado sábado, con las declaraciones del nuevo adalid de la honestidad política. Que, de por sí, ya merece un prolijo e independiente análisis. Al artículo, por cuestión temporal, le faltó la guinda de las primarias que se celebraron ayer a lo largo y ancho (¡toma clásico!) de la geografía española. Aquí, dos reclamaron nuestra atención. Las que decidían el nombre de dos osados: los próximos rivales de Sonia Castedo en las elecciones a la Alcaldía de Alicante y de Esperanza Aguirre, a Madrid (Comunidad).
Si en la batalla más cercana el ganador se conocía antes de abrir las urnas (aquí sí funcionó el cierre de filas de los ‘barones’ (!) en torno a un candidato oficial), el adversario por ocupar el edificio más majestuoso de la Puerta del Sol concitó todas las miradas de la tarde/noche. ¿Ganaría o no Zapatero? ¿Sería su penúltima derrota electoral? ¿Los afiliados socialistas darían también la espalda al presidente del Gobierno? El morbo estaba servido. Y al final, tuvo su razón de ser. No fue la victoria más amplia de la jornada en Madrid (Trinidad era más rival que el Depor). La contienda socialista se resolvió por un estrecho margen, pero suficiente para que Tomás Gómez diera un golpe definitivo sobre la mesa y clavara al zapaterismo (movimiento que se inició hace una década, también en unas primarias) un rejón de muerte. Dicen que es un triunfador nato, que no conoce la derrota (el ex alcalde de Parla, maticemos). Y en unos meses pondrá su impoluto currículum, otra vez, en juego. De resultar vencedor, se postulará sin duda como el futuro inquilino socialista de La Moncloa. Arrojo no le falta, aunque la empresa que tiene por delante (la señora Aguirre) no parece asequible a cualquiera. Tampoco lo era, todo sea dicho, tender un pulso a Ferraz y salir fortalecido.
Lo curioso (aunque no sorprendente) de este ejemplo de democracia interna que divide partidos -en Alicante, parece que se ha quedado a medio camino en ambos aspectos- llega ahora, cuando ya se conoce el nombre del candidato del PSM a la Comunidad de Madrid. Es el momento de liquidar el último Día de Oro de una ‘Semana Fantástica’ donde, de esperanzador para el partido, sólo están los extremos. Dejando atrás el domingo, irrumpe con brío la jornada de la resaca electoral, donde, en apenas unas horas, los protagonistas secundarios de la historia olvidan sus lapidarias frases vertidas en las últimas fechas, se cambian de chaqueta, modifican el discurso… y esperan que los ciudadanos, con las neuronas ocupadas en problemas más inmediatos, pasen por alto el amago de regreso a la normalidad. Entre estos actores, destacan los socialistas perdedores (aquéllos que refrendaron la apuesta personal de Zapatero por Trinidad Jiménez) y los medios de comunicación vencedores (los de ideología ‘liberal’, que apostaron por la derrota de la candidata del presidente del Gobierno). Deben pensar, y en parte están en lo cierto, que la sociedad, narcotizada, descuidará las consignas de la reciente ‘campaña electoral’ y sólo atenderá a las nuevas doctrinas. Desde hoy, parece ser que en el PSOE, de cara al exterior, ya nadie recuerda que los estadistas, al amparo del 'núcleo duro', situaban a Trini como la candidata idónea para enfrentarse a Esperanza Aguirre en la carrera por la Comunidad. Otro cantar serán las disputas en clave interna que se vivirán hasta febrero, cuando toque elaborar las listas electorales. Dicen que no siempre te acuerdas de los fieles, pero nunca te olvidas de los que traicionaron. Y el parleño (holandés de nacimiento), a buen seguro, ya tendrá una considerable sucesión de cruces en el ramillete al que, en algún momento, llegó a confiar su proyecto (y futuro) político.
Desde la perspectiva de los otros actores secundarios, esos medios críticos con Zapatero (ya quedan pocos afines), parece ser que Tomás Gómez ha perdido en un parpadeo esos valores que le hacían merecedor de optar a la presidencia madrileña. Ahora ya es un socialista más. Peligroso por instinto y maleante por inercia. Y eso que sólo estamos en el octavo día de Gloria… Expectante me hallo ante las inminentes rebajas de invierno.
Recogía el texto las últimas aventuras de los líderes más destacados del socialismo de la zona. Los de siempre. Hablaba de Ángel Luna y su arrojo en Las Cortes, del prisma político y moral del que se vale Ana Barceló, de los movimientos en el tablero de ajedrez para derribar a la reina (?) Leire Pajín y de la lechera a la que recurre Jorge Alarte, el paradigma del nuevo socialismo… Una travesía de lunes a viernes para concluir, en la víspera del domingo, como hace tiempo que no recuerdo. Un punto final precedido de mordacidad. Una frase lapidaria, como merecía.
El texto, eso sí, se vio obligado a poner el freno el pasado sábado, con las declaraciones del nuevo adalid de la honestidad política. Que, de por sí, ya merece un prolijo e independiente análisis. Al artículo, por cuestión temporal, le faltó la guinda de las primarias que se celebraron ayer a lo largo y ancho (¡toma clásico!) de la geografía española. Aquí, dos reclamaron nuestra atención. Las que decidían el nombre de dos osados: los próximos rivales de Sonia Castedo en las elecciones a la Alcaldía de Alicante y de Esperanza Aguirre, a Madrid (Comunidad).
Si en la batalla más cercana el ganador se conocía antes de abrir las urnas (aquí sí funcionó el cierre de filas de los ‘barones’ (!) en torno a un candidato oficial), el adversario por ocupar el edificio más majestuoso de la Puerta del Sol concitó todas las miradas de la tarde/noche. ¿Ganaría o no Zapatero? ¿Sería su penúltima derrota electoral? ¿Los afiliados socialistas darían también la espalda al presidente del Gobierno? El morbo estaba servido. Y al final, tuvo su razón de ser. No fue la victoria más amplia de la jornada en Madrid (Trinidad era más rival que el Depor). La contienda socialista se resolvió por un estrecho margen, pero suficiente para que Tomás Gómez diera un golpe definitivo sobre la mesa y clavara al zapaterismo (movimiento que se inició hace una década, también en unas primarias) un rejón de muerte. Dicen que es un triunfador nato, que no conoce la derrota (el ex alcalde de Parla, maticemos). Y en unos meses pondrá su impoluto currículum, otra vez, en juego. De resultar vencedor, se postulará sin duda como el futuro inquilino socialista de La Moncloa. Arrojo no le falta, aunque la empresa que tiene por delante (la señora Aguirre) no parece asequible a cualquiera. Tampoco lo era, todo sea dicho, tender un pulso a Ferraz y salir fortalecido.
Lo curioso (aunque no sorprendente) de este ejemplo de democracia interna que divide partidos -en Alicante, parece que se ha quedado a medio camino en ambos aspectos- llega ahora, cuando ya se conoce el nombre del candidato del PSM a la Comunidad de Madrid. Es el momento de liquidar el último Día de Oro de una ‘Semana Fantástica’ donde, de esperanzador para el partido, sólo están los extremos. Dejando atrás el domingo, irrumpe con brío la jornada de la resaca electoral, donde, en apenas unas horas, los protagonistas secundarios de la historia olvidan sus lapidarias frases vertidas en las últimas fechas, se cambian de chaqueta, modifican el discurso… y esperan que los ciudadanos, con las neuronas ocupadas en problemas más inmediatos, pasen por alto el amago de regreso a la normalidad. Entre estos actores, destacan los socialistas perdedores (aquéllos que refrendaron la apuesta personal de Zapatero por Trinidad Jiménez) y los medios de comunicación vencedores (los de ideología ‘liberal’, que apostaron por la derrota de la candidata del presidente del Gobierno). Deben pensar, y en parte están en lo cierto, que la sociedad, narcotizada, descuidará las consignas de la reciente ‘campaña electoral’ y sólo atenderá a las nuevas doctrinas. Desde hoy, parece ser que en el PSOE, de cara al exterior, ya nadie recuerda que los estadistas, al amparo del 'núcleo duro', situaban a Trini como la candidata idónea para enfrentarse a Esperanza Aguirre en la carrera por la Comunidad. Otro cantar serán las disputas en clave interna que se vivirán hasta febrero, cuando toque elaborar las listas electorales. Dicen que no siempre te acuerdas de los fieles, pero nunca te olvidas de los que traicionaron. Y el parleño (holandés de nacimiento), a buen seguro, ya tendrá una considerable sucesión de cruces en el ramillete al que, en algún momento, llegó a confiar su proyecto (y futuro) político.
Desde la perspectiva de los otros actores secundarios, esos medios críticos con Zapatero (ya quedan pocos afines), parece ser que Tomás Gómez ha perdido en un parpadeo esos valores que le hacían merecedor de optar a la presidencia madrileña. Ahora ya es un socialista más. Peligroso por instinto y maleante por inercia. Y eso que sólo estamos en el octavo día de Gloria… Expectante me hallo ante las inminentes rebajas de invierno.
1 comentario:
Lo curioso es que a pesar de la apuesta personal de ZP, nadie reconozca que le ha salido mal la jugada. Los zapateristas y pajinistas han perdido la oportunidad de reconocer ante los suyos que no han tenido los apoyos esperados (patética ayer Pajín). En política, como siempre, todos ganan.
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