Hay cosas que veo y no me gustan. En realidad, cada vez veo más cosas que no me gustan. Algunas, relacionadas con el periodismo. Dos de ellas dan forma a una reflexión que me ha ocupado buena parte de este viernes. Ambas, sin que quepa sorpresa de por medio, están íntimamente relacionadas con El Mundo. Sí, todo empieza a cuadrar. Pedro Jota no se pierde una.
La primera cruz la puse anoche, cuando en el último repaso antes de coger el sueño advertí que el diario publicaba hoy un extracto del acta del jurado que declaró “no culpables” a Camps y Costa. SIn cohecho impropio en el horizonte, la noticia (?) giraba en torno a las flagrantes faltas ortográficas que copan la redacción del texto. Si vamos un paso más allá, sin ánimo de ser muy aventureros, se adivina la intención del periódico de restar peso al dictamen popular por los errores ortográficos que lleva implícito. Es decir, algo así como: “Queridos lectores, el jurado era una panda de incultos, ¡qué quieren! ¡Nosotros ya sentenciamos a Camps, y no erramos!”. Visto lo escrito, el jurado, por desgracia, no es más que una fiel representación de la sociedad española. Cuidado a ver dónde vamos a situar la cota media… Cuidado, digo, porque tendemos a sobrevalorar al ciudadano tipo que puebla la calle. La sentencia será, o no, un despropósito, pero no vayamos a caer en el elitismo, procediendo de inmediato a condenar a las personas por ser ágrafas. Tal condición no es una ofensa al sistema judicial, sino a la educación de este país. Ningún artículo de la ley recoge la preparación necesaria para ser miembro de un jurado popular, sólo se exime a los analfabetos. Es decir, no te exigen carreras, másteres o certificados obtenidos en Cambridge. Al revés, si vas de listo (o das la impresión de serlo), te recusan de inmediato. Pero el artículo de El Mundo no sólo censura palabras que se dan la vuelta al paso de cualquier diccionario (‘faborable’, ‘tubiera’, ‘hallan pagado’), sino que, luciendo traje de académico, se jacta de la falta de tildes, de la mejorable puntuación y del arbitrario uso de las mayúsculas. Será que mis ojos han visto mucho, pero tampoco me subleva encontrarme, en un texto manuscrito, ‘conclusion’, ‘basandonos’ o ‘tenian’ sin sus correspondientes tildes. Tampoco me enerva que se escriba ‘fiscalía’ en minúscula (¡una duda que se escucha día sí y día también en las redacciones de los periódicos!), ‘generalitat’ o ‘forever young’. ¡Y qué decir de la escasa concordancia en varios pasajes del texto...! De verdad, no sé por qué escandaliza la capacidad (incapacidad, para ser exactos) ortográfica del jurado. Noticia, querido Pedro Jota, habría sido encontrarse con un texto niquelado, perfecto para su publicación. Entonces, sí que cabría extrañarse de esa muestra elegida (casi) al azar. Para pisar la tierra, sólo hay que pasearse por cualquier facultad (de ciencias, letras, mixta… y también de Periodismo) y echar un ojo a los textos que firman los alumnos. O preguntar a los profesores, que reconocen sin tapujos tener que levantar la mano para poder utilizar la columna de los aprobados. Eso no parece interesar al periódico, el trabajo ya está hecho: desprestigiar al jurado. “Como no dices lo que quiero oír, pues me río de tu ignorancia”. Di que sí, querido, en tu línea.
Decía que cada vez veo más cosas que no me gustan. La segunda del día, por concentrar los esfuerzos, apenas nada comparte con la anterior. Ambas sólo tienen un vínculo: el periodismo. Todo nace en unas palabras de Xavi Hernández. Leo en un digital: “El jugador azulgrana ha sido cazado hablando del Real Madrid antes de una entrevista en BarçaTV (‘Los del Madrid no saben perder, son la hostia’ o ‘La culpa es de Lass que hace entradas de animal’)”. ¿Cazado? ¿Antes de una entrevista? Paso de las letras y busco el vídeo. ¿Dónde acabo? En El Mundo, el digital que, al menos en primer término, ha emitido las imágenes filtradas desde el canal oficial del Barça. En la grabación se observa cómo Xavi departe con varios periodistas, en tono amigable, antes de entrar en directo en el programa posterior al último clásico en el Camp Nou. Vamos, un ‘off the record’ en toda regla. Ahora, como toca, el club azulgrana ha anunciado que ya investiga la filtración de las imágenes. Presupongo que, de dar con la tecla correcta (misión harto complicada), las listas del INEM acogerán a un nuevo miembro. Pero la historia va más allá. Una vez filtrado el vídeo, los medios tienen la potestad de publicarlo o de guardarlo en el cajón (como algunos han hecho), ejerciendo así con responsabilidad su profesión. No cuesta nada alojarlo en la web de turno, unos clics y, ¡hala!, miles de visitas. Enfrente, la ética y la deontología profesional se tiran de los pelos, si es que les queda alguno al que agarrarse… Responsable será el que ha filtrado las imágenes, pero creo que no menos responsable es el llamado periodista que las difunde. Si nosotros no respetamos nuestras reglas… ¿a quién vamos a llorar? Hay días, como hoy, que cavamos un poco más la fosa del desprestigio. Aún queda margen, sí. Pero cada vez, menos.
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