Y no. Visto que el calendario marca el 10 de marzo, no me ha quedado otra que avanzar en el periódico hasta la página 42, a Deportes. Allí, bajo la firma de Toni Cabot –de quién sino-, arrancaba la noticia: «Los directivos perfilan una operación para aglutinar además al Lucentum y al Mar Alicante en una SAD que congregaría al deporte alicantino de élite». O sea, una fusión de los principales equipos de la ciudad. ¿Para qué? ¿Con qué objetivo? ¿Quién saldría beneficiado en esta operación? ¿Y perjudicado? ¿Es viable?
Al margen de las dudas iniciales, parece ser que las negociaciones van por buen camino, con Ortiz e Iniesta a la cabeza, y ya se está elaborando un convenio marco y un documento de intenciones. Ya veremos cuánto permanece sobre la mesa. No podemos olvidar que esta idea es ciertamente controvertida, ya que en el deporte los números no siempre se pueden anteponer (a lo mejor sí imponer) a los sentimientos. El corazón tiene mucho que decir. Habrá que pulsar qué dice la afición, sobre todo la del Hércules, muy mayoritaria respecto al resto de clubes implicados.
En este embrión de idea, como todos, crece a partir de algunos fundamentos básicos, inviolables. En este caso, se podría destacar...
-Incluir en una sola entidad a Hércules Club de Fútbol SAD, Alicante Club de Fútbol, Club Baloncesto Lucentum SAD y Club Balonmano Mar Alicante.
-Una sociedad en la que estarían al frente Enrique Ortiz, Juan Antonio Iniesta, Valentín Botella, Juan José Huerga y José Manuel Viejo, además del Ayuntamiento y la Diputación Provincial.
-¿Bajo que denominación? Aquí podría residir uno de los mayores inconvenientes. ¿Quién cedería? ¿Se podrían aunar todas las voces bajo un mismo nombre? Parece ser que la palabra «Hércules» se mantendría. ¡Faltaría más!
Y todo por la situación actual del deporte, que malvive y se enfrenta a una coyuntura económica poco favorable y que no tiene indicios de mejorar en un corto periodo de plazo. Por tanto, este proyecto serviría para «sobrevivir dignamente en la élite», como indica Cabot. Tal vez, la única salida a la falta de inversión, que maniata a los gestores, una vez acabado el maná.
Pero, ¿qué pasaría si el Hércules sube (válgase la aventura) y el Alicante (si se me permite el atrevimiento) se mantiene en Segunda? Y si… ¿ambos continúan en la división de plata? Y si… ¿el Hércules no da el salto a Primera y el Alicante cumple con los pronósticos hechos a estas alturas de la temporada? Parece ser que, sea cual sea la clasificación final allá por junio, el Hércules sería el estandarte de esta nueva sociedad que se proyecta, con el Alicante como ¿filial?, y Lucentum y Mar Alicante, en el papel de representantes en la élite del baloncesto y balonmano.
¿Y las instalaciones? ¿Qué será de los proyectos faraónicos que se han anunciado en los últimos meses? Se dice que la reforma del Rico Pérez seguiría adelante, el Palamó se destinaría a las categorías inferiores de la nueva sociedad, y el majestuoso (qué fácil es construir una maqueta) estadio que proyecta Iniesta en Vistahermosa pasaría a ser un pabellón…
Por otro lado, leída la noticia, sorprende que los ideólogos se fijen en el FC Barcelona como modelo a seguir. ¡Ahí es nada! La vista es ambiciosa. Pero, la experiencia no puede hacernos perder la perspectiva. Esto es Alicante, un lugar donde los proyectos copan las conversaciones, mientras que las realidades centran, años después, los enfados de aquello que pudo ser y se quedó en una simple ilusión.
A priori, dejando a un lado las disputas, las polémicas –algunas ficticias fundadas por personajes indignos del deporte alicantino (como Patiño)– y olvidando el pasado más reciente, el proyecto puede ser altamente positivo para una ciudad que siempre ha mirado de reojo al deporte. A veces, incluso con soberbia. En Alicante, no sé muy bien por qué, el deporte no cala, no existe afición numerosa y fiel en ninguna disciplina. Los fieles son pocos, casi elegidos por la gracia del Supremo. Y las gradas sólo ofrecen una imagen admirable en ocasiones muy señaladas, que por anormales apenas se repiten. Y eso en los casos más excepcionales (Hércules y Lucentum). Otros ni en sus días de gloria…
Y, sí, tengo miedo. Lo reconozco. O... una sensación similiar. Seguramente por el temor a lo desconocido. Mirar al Barcelona es ideal, pero a la vez irreal. No se debería comparar este proyecto con una organización centenaria, con un poder económico, social y político acorde a la institución más representativa de Cataluña, que presume de millones de seguidores en todo el mundo. ¿Qué pasaría si en un futuro –próximo o no– la nueva sociedad deportiva alicantina desaparece por deficiencia económica? De golpe, toda la estructura deportiva de élite en Alicante pasaría a mejor vida… También es cierto, que en la actualidad las dificultades ya son una realidad: El Alicante, ahogado por las deudas; el Lucentum, que sobrevive gracias al sustento público; el Mar Alicante, siempre al borde de la inviabilidad; y Hércules, que se ampara en el hombro de Ortiz.
No sé, es una sensación, pero parece que el presidente del Alicante, Juan Antonio Iniesta, no sabe cómo salir de la espiral en la que se metió hace algún tiempo: con un equipo al borde del desahucio, tanto deportivo como económico. Así que intuyo que este proyecto –para él– no es más que una salida, una huida, para abandonar el Alicante y no tener que buscar comprador a unas acciones devaluadas al máximo.
Por tanto, me da la impresión que esta ambiciosa ¿fusión? no es más que una cortina de humo para enmascarar una absorción en toda regla. Del Alicante por parte del Hércules, claro. Y, como excusa, meten al Lucentum y Mar y así resulta más sencillo vender a la opinión pública que este proyecto no es más que la unión del deporte alicantino de élite.
Todo esto no es más que una reflexión en voz alta. Un pensamiento que, supongo, compartiré con muchos aficionados, y más aún con mis compañeros de sufrimiento. De todos es sabido que el deporte es sentimiento. Pero nadie descubre que ya todo se compra, hasta la pasión.
Ahora, con los datos existentes, poco hay que objetar. Un proyecto ambicioso, cuya intención –dicen– no es más que garantizar la viabilidad del deporte de élite y darle mayor relevancia a Alicante. En fin. Ja vorem (va dir un cec). Ese final es conocido. Para el otro... aún nos toca esperar.
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