«En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares». Así rezaba el último parte de guerra dictado por Franco, fechado el 1 de abril de 1939. Pero, antes de lanzar el triunfalista manifiesto, el bando franquista tuvo que ocupar la ciudad de Alicante. Último refugio de los republicanos que llegaron a los muelles del Puerto con la esperanza del exilio, y que –en su mayoría– sólo pudieron encontrar el irrevocable final a un sueño imposible.
Sin embargo, a día de hoy, poco o nada rememora esos angustiosos e históricos días en la ciudad. Más bien, todo lo contrario. Y eso que propuestas hay sobre la mesa. En 2009, setenta años después del final de la Guerra, muchos vestigios franquistas se mantienen, sin motivo ni razón. Aparcando, por un instante, la retirada de símbolos antidemocráticos, no encuentro ningún argumento para negar un monumento que recuerde el final de la contienda entre iguales. Sin abrir heridas, pero sin olvidar a los humillados.
Alicante, quiera o no, entró en la historia al ser testigo de los últimos días de la Guerra Civil. Pero aquí nadie quiere recordar esa fecha, histórica pese a quien pese. Más allá de monumentos a los caídos por un bando u otro –porque en la guerra no hay buenos o malos, sino vencedores y vencidos–, qué menos que recordar la agonía de la República, aquí, en Alicante. Y, sobre todo, honrar a un hombre que salvó del cautiverio seguro y de la posible muerte a más de 2.700 personas. Nuestro «muro» con el Mediterráneo permitió la gesta del «Stanbrook», ése barco de bandera británica capitaneado por Dickson que se convirtió en un «símbolo heroico y dramático de la evacuación final», en palabras del historiador Juan Martínez Leal. ¿Y qué? ¿Alguna institución se acuerda? Espero y confío en el talante de la «nueva» alcaldesa. El tiempo, supongo, me quitará la razón. O no. Ya, algunas firmas autorizadas muestran su escepticismo hacia Castedo… Veremos.
Pero, Alicante vio mucho más. Aquí murió fusilado José Antonio Primo de Rivera. Aquí fallecieron 313 personas, consecuencia del ataque al Mercado Central que algunos historiadores equiparan al Bombardeo de Guernica… La Guerra pasó, y buena huella dejó, en Alicante.
En fin. Toda la crónica de la contienda, y mucho más, se recoge en un suplemento meritorio y recomendable. Tal vez, una de las publicaciones más dignas de Información en los últimos años. «1939, la guerra acaba en Alicante. Crónica de los últimos días de la contienda civil en la provincia, último objetivo militar de Franco» recopila documentos e imágenes inéditas de un gran valor histórico. En total, casi medio centenar de páginas. La lectura no es rápida, pero sí obligada.
1 comentario:
Me parece una entrada muy bien argumentada, y apropiada. Muchas gracias por dejar el suplemento: lo guardo para una lectura atenta.
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