Estos días de fiestas, entre acto y acto, da tiempo para reflexionar acerca de las Hogueras. ¡Qué mejor época! Recapacitas sobre la situación actual, cómo han evolucionado con los años y sobre todo cómo pueden mejorar.
En los minutos previos a las mascletàs, este pensamiento se agudiza… más aún cuando ves escenas que enojan al más santo. Como amante de la pólvora que me considero, intento llegar pronto (lo justo para no morir abrasada por el sol) y coger una buena posición. Un sitio preferencial tras la doble valla que nos «protege» de posibles peligros (más adelante veremos cuáles son estos peligros).
Sin embargo, este año he tenido la suerte de poder acceder en una ocasión (por motivo de trabajo) a la zona «Vip». Y he comprobado (corroborado más bien) cómo decenas y decenas de personas se agolpan entre políticos, belleas e invitados (de toda índole). Cada año que pasa, más gente se junta en las zonas preferenciales. Lugares que impiden la visión a los alicantinos de «segunda clase». Acerca de esta situación habla muy bien una carta al director publicada hoy en información, obra de Antonio Molina Vilanova. Sí, un alicantino, también, de segunda clase. Aquí, un extracto.
Usted -sí, usted- seguramente no sepa qué es un alicantino de segunda. Aunque resida en Alicante desde que nació y pague religiosamente sus impuestos es muy probable que no pueda ver la mascletá de Hogueras tan cerca y tan cómodamente como -desde hace unos años y cada vez más- los alicantinos de primera. Ellos pueden ver las mascletás tranquilamente, a la sombra y sin que «uno de esos molestos alicantinos de segunda» le agobie y le tire su copita al suelo. Los demás -usted y yo- hemos de conformarnos con ver nuestra mascletá muertos de calor y bien aprisionados, pues el espacio que la clase alta requiere cada vez es mayor. Y la cosa empieza a ser preocupante, pues para evitar golpes de calor y colapsos de tráfico propongo desde aquí que se prohíba ver a todos esos alicantinos de baja estirpe la mascletá in situ. Eso evitaría a la elite alicantina poder salir sin tener que toparse con los alicantinos de a pie.
Entiendo que políticos de primera fila (eso sí, no el concejal de la oposición de cualquier municipio de Alicante) copen los lugares privilegiados. Incluso que las representantes de las principales fiestas tengan un lugar preferencial (no, mujeres entradas en años que representan a las mil y una casas regionales en la provincia). Y hasta ahí. Más no.
El resto sobra. Los amigos de los amigos… a ver las mascletà desde el enrejado. La Fiesta es de todos. Y todos tenemos el mismo derecho. Mi «batalla» por ver la cremà de la Hoguera Oficial, otro día. No es cuestión de saturar.
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