14 de junio de 2008

Consecuencias inolvidables


La huelga de los transportistas, se intuye, toca a su fin. O eso parece. Sin embargo, estos días de paro han dejado varias imágenes que representar (por desgracia) muy bien a la estirpe humana. Somos así, ¡qué vamos a hacerle!

Juanjo Millás, tal y como acostumbra, ha resumido brillantemente en apenas unas líneas su opinión. Una opinión, cada vez, más compartida. ¿Por qué? Fácil. Debido a la actitud deplorable de los piquetes «informativos». Vaya eufemismo, ¿no, Marisol?

Lo que no olvidaremos

Un ganadero decía en la radio que había tenido que tirar la leche de sus vacas por la alcantarilla debido a que los camiones de recogida no llegaron. Eran las ocho de la mañana y yo estaba desayunando. Afortunadamente, tomo té. Aun así, lo dejé y me fui a pasear. La imagen de la leche mezclada con las aguas fecales era demasiado fuerte para esas horas, para cualquier hora. Los humanos somos los únicos seres que continuamos tomando leche tras el destete, quizá como nostalgia de aquella época feliz. Exigimos, pues, que se la trate con el debido respeto, aunque sea de vaca. La de la leche en las alcantarillas es una de las imágenes que me quedará de esta huelga. Pero hay más. La de ese hombre cuyo camión fue quemado (no sabemos si por un piquete de huelga o por un piquete a secas) con él dentro. Salió a duras penas de la litera donde pasaba la noche y fue auxiliado por la policía. Tiene quemaduras de segundo grado. No me pregunten ustedes qué rayos reivindicaban los camioneros porque no he logrado retenerlo frente a tanta barbarie. De modo que hay gente capaz de prender fuego a un camión en el que duerme un compañero. ¿Qué importan lo que pidieran frente al modo en que lo pedían? Estas personas vociferantes y agresivas se han cargado la imagen del camionero amable que telefonea a los programas de radio nocturnos para dar cuenta del estado de la carretera y de su alma. Durante los próximos cinco o diez años cada vez que veamos a un camionero cambiaremos de acera, o de carril. Ese 12 ó 15% de activistas ha acabado con el honor del 85% restante. Y es que no hemos terminado. Los camioneros irresponsables convirtieron ciudades como Madrid o Barcelona en ratoneras. No era preciso ser claustrofóbico para abandonar el coche y salir corriendo. Yo vi llorar en la M-40 a una señora a la que habían llamado de la guardería porque su hijo estaba enfermo. La gente atrapada en el atasco te contaba situaciones desesperadas a las que los activistas eran totalmente insensibles. Pasarán los días y olvidaremos el porqué de esta huelga (cierre patronal, para llamar a las cosas por su nombre). Pero quedarán en nuestra memoria imágenes de situaciones que jamás debieron ocurrir.
Juan José Millás


4 comentarios:

Marisol dijo...

Si, uno más para añadir a la lista. Me hace especial ilusión ver la fecha de este post.

Raúl Cornejo (Vivir Rodando) dijo...

En una huelga es importante (clave, incluso) contar con el favor de la opinión pública. Los "piquetes" se comportaron con métodos cercanos a la mafia rusa. Violencia, extorsión... Así ha sido imposible solidarizarme con cualquier causa.

Lorena Calvo dijo...

Me ha llegado especialmente el caso de la madre llorando en la M-40 porque su hijo estaba enfermo en la guardería. Como dice "vivir rodando", por cosas como éstas me es imposible solidarizarme con los huelguistas...

Anónimo dijo...

Nos han utilizado a todos los españoles para reivindicarse ellos.

...Y ahora les toca a los madrileños. Hacia la capital van caravanas de camiones ¿para?...

Si se quieren reivindicar, lo mejor sería situarse frente al Ministerio o en La Moncloa, donde molestar menos, y hacer una huelga de hambre... pero no cortar todas las carreteras.

...Los demás también sufrimos los problemas de la crisis, el precio de la gasolina, lo mal pagados que están los trabajos...

Y repito, no me quejo de que hagan huelga. Están en su derecho y entiendo perfectamente sus reivindicaciones. Pero lo que no quiero es tener que sufrir yo las consecuencias de su parón. Simplemente.