8 de junio de 2008

¿Envidia?


Una mirada en muchas ocasiones es suficiente para descifrar el pensamiento de alguien. En esta ocasión, el protagonista es Roger Federer y su objeto de deseo, la Copa de los Mosqueteros, el trofeo que acredita como ganador de Roland Garros. Sí, el único torneo que le falta al suizo. Exacto, esa copa de la que Nadal ya posee cuatro copias.

Federer se presentaba hoy ante su gran objetivo: conseguir el torneo Gran Slam que se le resiste. Pero enfrente tenía a su gran pesadilla: el invencible Nadal. En tierra ha demostrado que es el mejor (¿de la Historia?), que no tiene rival posible.

Siempre lo es, aunque esta tarde ha sido mayor. ¡Qué placer! Ver jugar a Nadal sobre arcilla es una continua escuela. Un repertorio de golpes que ya quisiera cualquier jugador del circuito, pero por encima de todo: qué entrega. Nadal es un ejemplo, y ya no por técnica –que la tiene– sino por su capacidad de sacrificio.

Y encima, parece que es un tipo legal. Las palabras que ha dedicado a Federer tras vencer son un claro ejemplo de ello. Vamos, del más estilo Fernando Alonso... Bueno, quizá no.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una horita y cuarenta minutos le bastó. ¡Qué grande! Felicidades, campeón.