No me deja de sorprender la capacidad que tienen algunas personas para meterse en problemas. O, mejor dicho, para generarlos. Sin ninguna necesidad, su incontinencia verbal convierte en noticia una mera anécdota. Preguntas que no iban a ningún sitio pasan a ser el eje de una polémica innecesaria. Para los medios de comunicación, esta clase de personas son, casi, un regalo divino, porque de la nada arañan un tema que puede estar candente varios días.
Este pensamiento me ha venido al escuchar el resumen de la tertulia que Deportes COPE Alicante organizó el pasado martes. Como protagonista de excepción, la alcaldesa Sonia Castedo. Es una apuesta segura, ya que pocas veces rechaza una pregunta y en buena parte de las ocasiones, aunque va aprendiendo, dice lo que le pasa por la cabeza.
Este martes, decía, Castedo acudió al programa para conversar de fútbol. La visita del todopoderoso Barcelona era la excusa perfecta para mantener una charla con la alcaldesa. Y ella entró como un encastado Santa Coloma. Al trapo, humillando, como las reses bravas.
Y así llegó la cuestión. Parecía una más, pero ella, en su condición de aficionada, aprovechó la pregunta para dar un toque a los jugadores del Hércules. Lo habría hecho cualquier seguidor blanquiazul, aunque sólo ella ocupa, además, el despacho principal de Alcaldía.
Le preguntaron, decía, por el último encuentro liguero del Hércules, disputado en Bilbao y que acabó como se presumía (3-0 para el Athletic). Y Castedo allá fue.
“Vi poco el el partido, aunque tampoco me perdí nada. Creía que no se podía jugar peor a como se jugó en Palma de Mallorca, partido que además fui a ver. Pero ayer demostraron que sí era posible jugar peor. No creo que haya ni un solo culpable, es un problema de actitud y de apuntar un poco más alto. Ahí el club debe dirigirse y tomar algún tipo de determinación”.
No se despeinó, ni varió su tono de voz… Pero ahí dejó la perlita. Y me pregunto, ¿qué necesidad tiene Castedo de meterse en más jardines? Uy! ¿He dicho jardines?
Pero no es la única que aprovecha la mínima ocasión para dejar su sello. El último ha sido el presidente del Hércules, Valentín Botella. El mandatario, muy dado a verbalizar todo lo que pasa por su cabeza, se descolgó ayer con una crítica implacable dirigida al polémico Royston Drenthe.
Sí, es cierto que el holandés apenas ha disputado minutos desde que optó por tomarse como una guerra particular la batalla común de los jugadores por cobrar las nóminas que les adeudaba el club. Vale, eso es verdad. Pero no deja de ser menos cierto que tras la calma instaurada en el Hércules, con el reciente pago de las mensualidades, no debe ser el presidente de la institución el encargado de abrir una nueva herida. ¡Y menos a unos días de que el Rico Pérez vuelva a registrar un lleno seis años después! Ya habrá tiempo de recriminarle a Drenthe, en privado, su actitud. Y más tiempo si cabe para hacerlo en público...
Da la impresión, visto desde fuera, que el Hércules se ve incapaz de prolongar la vida armónica tan sólo una semana. Miguel Campoy, que viene de un mundo tosco como la política, seguro que cada mañana abre el periódico con temor. “¿Cuál será la de hoy?, se debe preguntar, mientras observa de reojo las páginas deportivas.
Pero hay más. Este club da para escribir ríos de tinta. ¡Qué expresión más caduca!, dicho sea de paso. En este caso, el blanco de la diana son los periodistas. El ejecutor, el técnico Esteba Vigo. ¿Cómplices? Los directivos de la institución.
Adecentadas las instalaciones de Fontcalent, los periodistas/cámaras/fotógrafos que acuden a diario a la ¿ciudad deportiva? se han convertido en los principales damnificados de las obras. Ahora, ya no podrán seguir las evoluciones de los entrenamientos desde el córner más cercano a los vestuarios. Así, parece ser, se evita el contacto entre la prensa y los futbolistas. Además, los vehículos de la prensa se deben estacionar fuera de la zona reservada… Poco, o nada, consigue Esteban con estas exigencias. Y menos, el club rindiendo pleitesía al entrenador. Lo hizo con la prohibición de que los periodistas viajaran en el mismo avión que los jugadores y directivos. Una convivencia que se da sin estridencias en los clubes de Primera.
Este pensamiento me ha venido al escuchar el resumen de la tertulia que Deportes COPE Alicante organizó el pasado martes. Como protagonista de excepción, la alcaldesa Sonia Castedo. Es una apuesta segura, ya que pocas veces rechaza una pregunta y en buena parte de las ocasiones, aunque va aprendiendo, dice lo que le pasa por la cabeza.
Este martes, decía, Castedo acudió al programa para conversar de fútbol. La visita del todopoderoso Barcelona era la excusa perfecta para mantener una charla con la alcaldesa. Y ella entró como un encastado Santa Coloma. Al trapo, humillando, como las reses bravas.
Y así llegó la cuestión. Parecía una más, pero ella, en su condición de aficionada, aprovechó la pregunta para dar un toque a los jugadores del Hércules. Lo habría hecho cualquier seguidor blanquiazul, aunque sólo ella ocupa, además, el despacho principal de Alcaldía.
Le preguntaron, decía, por el último encuentro liguero del Hércules, disputado en Bilbao y que acabó como se presumía (3-0 para el Athletic). Y Castedo allá fue.
“Vi poco el el partido, aunque tampoco me perdí nada. Creía que no se podía jugar peor a como se jugó en Palma de Mallorca, partido que además fui a ver. Pero ayer demostraron que sí era posible jugar peor. No creo que haya ni un solo culpable, es un problema de actitud y de apuntar un poco más alto. Ahí el club debe dirigirse y tomar algún tipo de determinación”.
No se despeinó, ni varió su tono de voz… Pero ahí dejó la perlita. Y me pregunto, ¿qué necesidad tiene Castedo de meterse en más jardines? Uy! ¿He dicho jardines?
Pero no es la única que aprovecha la mínima ocasión para dejar su sello. El último ha sido el presidente del Hércules, Valentín Botella. El mandatario, muy dado a verbalizar todo lo que pasa por su cabeza, se descolgó ayer con una crítica implacable dirigida al polémico Royston Drenthe.
Sí, es cierto que el holandés apenas ha disputado minutos desde que optó por tomarse como una guerra particular la batalla común de los jugadores por cobrar las nóminas que les adeudaba el club. Vale, eso es verdad. Pero no deja de ser menos cierto que tras la calma instaurada en el Hércules, con el reciente pago de las mensualidades, no debe ser el presidente de la institución el encargado de abrir una nueva herida. ¡Y menos a unos días de que el Rico Pérez vuelva a registrar un lleno seis años después! Ya habrá tiempo de recriminarle a Drenthe, en privado, su actitud. Y más tiempo si cabe para hacerlo en público...
Da la impresión, visto desde fuera, que el Hércules se ve incapaz de prolongar la vida armónica tan sólo una semana. Miguel Campoy, que viene de un mundo tosco como la política, seguro que cada mañana abre el periódico con temor. “¿Cuál será la de hoy?, se debe preguntar, mientras observa de reojo las páginas deportivas.
Pero hay más. Este club da para escribir ríos de tinta. ¡Qué expresión más caduca!, dicho sea de paso. En este caso, el blanco de la diana son los periodistas. El ejecutor, el técnico Esteba Vigo. ¿Cómplices? Los directivos de la institución.
Adecentadas las instalaciones de Fontcalent, los periodistas/cámaras/fotógrafos que acuden a diario a la ¿ciudad deportiva? se han convertido en los principales damnificados de las obras. Ahora, ya no podrán seguir las evoluciones de los entrenamientos desde el córner más cercano a los vestuarios. Así, parece ser, se evita el contacto entre la prensa y los futbolistas. Además, los vehículos de la prensa se deben estacionar fuera de la zona reservada… Poco, o nada, consigue Esteban con estas exigencias. Y menos, el club rindiendo pleitesía al entrenador. Lo hizo con la prohibición de que los periodistas viajaran en el mismo avión que los jugadores y directivos. Una convivencia que se da sin estridencias en los clubes de Primera.
Sin ánimo de aconsejar a un 'ganador', ya podría Esteban invertir el tiempo con sabiduría. El que emplea en diseñar tretas para alejar cada vez más a los medios de comunicación de la actualidad del club, lo podría dedicar a buscar una solución (con una, basta) a la paupérrima imagen que da el Hércules cada vez que se enfunda la camiseta de equipo foráneo. Ahí demuestra su categoría como entrenador… Y pese a todo, nadie exige unas condiciones mínimas para trabajar. No hay agallas a plantarse.
Pero no sólo en Alicante los guapos salen más favorecidos si permanecen con la boca cerrada. ¿Con qué necesidad reabre Javier Arenas, el sempiterno candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía, la polémica (y ya enterrada) relación entre ETA y los autores de los atentados del 11-M? ¿Por qué los dirigentes populares, o al menos una amplia mayoría, aún guardan pleitesía a Pedro J. Ramírez, otrora, capitán mediático de la derecha española? ¿No tiene el PP suficientes argumentos válidos para barrer en las próximas elecciones municipales y autonómicas? Lo dicho, Arenas, que está ante una oportunidad histórica, ya podía centralizar sus esfuerzos en arrebatar a los socialistas el poder de Andalucía. Bastante tiene por delante.
Otros que convierten en polémica cualquier movimiento son Penélope Cruz y Javier Bardem. ¿A los oscarizados actores españoles, recientes padres en California, qué les cuesta su condición de personajes mediáticos y emitir un comunicado oficial de manera inmediata, como hace el resto de estrellas “jolibudienses”, en el que informen del nacimiento de su hijo? Da la impresión, en ciertas ocasiones, que algunas personas esquivan la lógica y rebuscan hasta dar con la maniobra más enrevesada.
Algo así como hace el PSOE en Alicante. Parece que más de una década en la oposición ha sido insuficiente para redactar un programa que les permita recuperar el mando de la ciudad. O esa impresión ofrece el inicio de la precampaña electoral de Elena Martín y sus secuaces. La alcaldable socialista, además de no arrastrar a sus afiliados ni en la presentación oficial de su candidatura, se ha limitado a atacar la imagen de la actual regidora popular. Ni una sola propuesta. Esta estrategia ya ha dado sus frutos. Y si no se lo cree, que coja el móvil, busque por la letra efe y llame a Ferraz. Allí le podrán decir a cuánto se paga, en la propia sede socialista, la victoria de Elena Martín en las urnas. Ni la campanada del Hércules en el Camp Nou, con la que alguno se hizo millonario, estaba mejor remunerada. Todo un chollo, los kamikazes siempre cotizan alto.
Pero no sólo en Alicante los guapos salen más favorecidos si permanecen con la boca cerrada. ¿Con qué necesidad reabre Javier Arenas, el sempiterno candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía, la polémica (y ya enterrada) relación entre ETA y los autores de los atentados del 11-M? ¿Por qué los dirigentes populares, o al menos una amplia mayoría, aún guardan pleitesía a Pedro J. Ramírez, otrora, capitán mediático de la derecha española? ¿No tiene el PP suficientes argumentos válidos para barrer en las próximas elecciones municipales y autonómicas? Lo dicho, Arenas, que está ante una oportunidad histórica, ya podía centralizar sus esfuerzos en arrebatar a los socialistas el poder de Andalucía. Bastante tiene por delante.
Otros que convierten en polémica cualquier movimiento son Penélope Cruz y Javier Bardem. ¿A los oscarizados actores españoles, recientes padres en California, qué les cuesta su condición de personajes mediáticos y emitir un comunicado oficial de manera inmediata, como hace el resto de estrellas “jolibudienses”, en el que informen del nacimiento de su hijo? Da la impresión, en ciertas ocasiones, que algunas personas esquivan la lógica y rebuscan hasta dar con la maniobra más enrevesada.
Algo así como hace el PSOE en Alicante. Parece que más de una década en la oposición ha sido insuficiente para redactar un programa que les permita recuperar el mando de la ciudad. O esa impresión ofrece el inicio de la precampaña electoral de Elena Martín y sus secuaces. La alcaldable socialista, además de no arrastrar a sus afiliados ni en la presentación oficial de su candidatura, se ha limitado a atacar la imagen de la actual regidora popular. Ni una sola propuesta. Esta estrategia ya ha dado sus frutos. Y si no se lo cree, que coja el móvil, busque por la letra efe y llame a Ferraz. Allí le podrán decir a cuánto se paga, en la propia sede socialista, la victoria de Elena Martín en las urnas. Ni la campanada del Hércules en el Camp Nou, con la que alguno se hizo millonario, estaba mejor remunerada. Todo un chollo, los kamikazes siempre cotizan alto.
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