Si triste es la imagen, más triste es el Lucentum. Hoy ha demostrado lo que realmente representa: un «equipo» sin alma. Una suma de jugadores con falta de compromiso, sin compañerismo. Tanto ego y tan poco sacrificio.
Es inadmisible que jugadores de la experiencia de Lucio Angulo o Alain Digbeu (presumibles buques insignia de este proyecto –me río yo de su implicación-) hayan jugado con la ilusión de una afición… que tanto les ha aguantado este año.
Hablo de Lucio y de Alain por centrar el desastre en dos jugadores… pero todos (con sus respectivas cuotas de responsabilidad) son culpables. Ninguno puede decir: «me salvo de la quema». Y encima cobardes: al término del partido nadie ha hecho declaraciones. ¿Algo más?
Reconozco que para hoy era optimista. Hoy. ¿Por qué? Nos enfrentábamos a un equipo inferior… y nos jugábamos mucho. Pero me he equivocado. Y no he sido la única.
El futuro de la entidad nadie lo garantiza. La deuda es multimillonaria y en la LEB… los proyectos ambiciosos son deficitarios. Espero que con el tiempo, Alicante recupere la ilusión que tan necesaria es para devolver a la ciudad a la ACB. Ojalá pronto regresemos a la élite. Alicante se lo merece. Creo.
Próximamente, más en frío, un análisis en profundidad de la situación... ¿Algo positivo? Muy poco.
3 comentarios:
Todavía tengo pesadillas con el (inoportuno, desgraciado, absurdo, incoherente...poner los adjetivos que os apetezca) cambio de Digbeu por Carroll. Incomprensible y decisivo (para mal, claro)
Mucha impotencia ante esta situación. Y más aún si lees hoy la crónica de César Hernández en el Información, donde dice «No se puede decir lo mismo de varios de los jugadores, con una sonrisa en los labios e incluso bromeando minutos después de haber consumado el fracaso».
Leyendo eso... ¿qué puede esperar? Pienso mal, y no debo.
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