Nunca transmitiremos la gratitud merecida a nuestros políticos. Nunca. No
somos tan capaces ni tan generosos. Cada día nos dan motivos para inundarles de
afectos: halagos, besos, abrazos… Mañana, el presente viene en forma de radar urbano. Radar, no, radares. Cuatro, por aquello de la precisión.
Los aparatitos, que estarán situados la calle Goleta y las avenidas de Dénia,
de la Universidad y de Villajoyosa, buscan afianzar la «seguridad vial», ya que
van a estar situados en «zonas con pasos de peatones, cruces semafóricos y
zonas escolares y de ocio». [JA!]. Eso esgrime el Ayuntamiento, mientras se frota las
manos con el buen puñado de euros que va a recibir. Todo un negocio. Si la Sanidad ya es un negocio, ¿no va a serlo la seguridad...?
Si fuéramos gente con estudios, veríamos que lo hacen por el bien general, para
reducir el número de accidentes. ¿Quién no recuerda los pasos de peatones que
inundan la avenida de la Universidad, por citar un caso? Innumerables. Una zona
que, además, frecuentan muchos escolares. Miles cada día transitan por allí… Lo
hacen en coche, pero… ¡¡qué más da!!
Si fuéramos gente con estudios, seguiríamos el ejemplo de nuestros
políticos. La mayoría, residentes en las zonas de playas, atraviesan a diario la
Cantera. Lo hacen, matizo, a bordo de vehículos de cuatro ruedas. No se vaya a imaginar
algún malpensado que vuelven a casa en TRAM. Atraviesan la Cantera, una de esas
zonas elegidas para sembrar de radares: a partir de mañana disfrutaremos de chivatos
a la ida y a la venida. Ellos a buen seguro que no superan los cincuenta de
velocidad. Ellos o sus conductores, que viene a ser lo mismo. Y no superan dicha velocidad no porque sean seres ejemplares, que lo son, sino porque ir más
allá supondría todo un riesgo para la salud en un vial plagado de trampas… ¿A
cincuenta? Venga, ya está bien de bromas. Nos íbamos a reír si cada mañana, como protesta simbólica, a un grupete de ciudadanos le diera por circular a cuarenta y nueve (km/h) por viales como la avenida de Villajoyosa, de Dénia o de la Universidad. La curva de los accidentes tendería a cero, pero los atascos crecerían de manera exponencial.
Que sean decentes, por esta vez. Que pongan los radares y obvien las
explicaciones de parvulario. Si quieren recaudar, adelante. Están en su derecho.
Tienen mayoría absoluta. Pero que eviten las burlas envueltas en argumentos. No buscan nada de lo que dicen. Que se dejen de mentiras, que por repetidas no van a pasar a vestir de verdad.
Y para actitudes decentes, Benalúa. En este barrio, que aguanta con resignación
la zona azul y el tráfico excedente del centro, encontrar un aparcamiento suele ser motivo de fiesta mayor. En horas punta, la espera puede superar sin rubor la
media hora. En un pacto tácito entre las partes, los conductores podían aparcar
en los chaflanes que no tenían pasos de peatones, que no son más que una minoría.
Ya no. Un día, la grúa hizo su particular agosto. Las aceras amanecieron
teñidas de papelitos naranjas. Otro guiño al ciudadano. Y ya van...
Y ahora, más radares. Y mañana, qué… Pues mañana, el pago en las autovías. Habrá que
mirar al otro...
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