«Volvió Julio Aparicio al lugar del crimen y perpetró otro con un toro de
Las Ramblas de expresión bondadosa, la carita abierta, colorado y
bociblanco. Lo mató de una puñalada pescuecera y sumó otro petardo a su
paso por Madrid»... Así se despacha Zabala de la Serna, crítico taurino de El Mundo, en la tarde de la retirada de Julio Aparicio. Sin desperdicio. Por si el sevillano tenía alguna duda después de tomar la sorpresiva decisión...
Y luego los futbolistas se quejan por un simple adjetivo en la valoración de un partido; los políticos, por el enfoque que se le da a una rueda de prensa sin más o el presidente de una asociación vecinal, por el espacio dedicado a un tema que no hay por dónde coger... Que lean y recapaciten. Y esa gente (los toreros, digo), Aparicio incluido, se juega la vida cada tarde que pisa el albero de una plaza de toros. Lapidario. Mortal...
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