3 de noviembre de 2011

He aquí España



Compañero: “Hi, Carol. Dice XXXX (*) que mañana, jueves, debes retirar la acreditación de la Volvo de 11 a 12 horas, en su sede de XXXX. No dan otra opción”.

Servidora: “Vale. Me pasaré por allí. No te preocupes”.

Esta mañana, aparco las tareas personales y me encamino al punto de encuentro entre mi pase de acceso y yo. Es mi día libre, pero no hay alternativa: o recojo hoy la acreditación para la salida de la Volvo o me toca verla por televisión (opción descartable si te toca cubrir el acto). Llego a XXXX en torno a las 11.30, llamo a la puerta… y ¡adentro!

Encargada: ¿Qué quieres?
Servidora: Pues venía a recoger mi acreditación, me dijeron ayer que tenía que venir hoy a esta hora.

Encargada: [frunce el ceño]
Servidora: ¿Qué pasa?

Encargada: No, nada, que todavía no han dado los jefes la orden. Estamos a la espera.
Servidora: Ah, bien. Entonces, ¿para qué tantas prisas?

Encargada: Porque ayer, cuando te lo dijeron, las había...
Servidora: ¿Y hoy ya no?

Encargada: No, esto va así…
Servidora: Ah, pues nada, cuando ya decidan qué van a hacer, imagino que avisarán.

Encargada: [sonríe]
Servidora: O eso, o me dice cuándo me tengo que volver a pasar a ver si ya han tomado una decisión.

Encargada: No, no te preocupes, te avisaremos. En el formulario aparecerá tu teléfono, así que nos pondremos en contacto contigo.
Servidora: Y, digo yo… ¿No podrían haberme avisado de que hoy no me tenía que pasar porque no están todavía listas las acreditaciones?

Encargada: Pues sí, podíamos haberte avisado…
Servidora: [Piensa: “Y no lo habéis hecho porque sois una panda de ineptos”]

Encargada: [Sonríe]
Servidora: Espero su llamada.
Encargada: No lo dudes. La tendrás.


Me podrían haber avisado, sí. Pero entonces estaríamos hablando de un organismo diligente. Y, claro, eso es mucho pedir. ¿Para qué vamos a ayudar al prójimo si podemos j*derle, verdad? ¿Qué le puede llevar al responsable en cuestión levantar el teléfono en su horario de trabajo e informarme de que me ahorre el viaje porque todavía no está la firma del mandamás? A mí, en concreto, ese ‘silencio administrativo’ me ha costado más de una hora de mi tiempo, ese que nadie me compensa. Pero, ¿a quién le importa este detalle? A nadie, a mí y a mi sombra, como mucho. En España, todos debemos ser cómplices de la inutilidad de la burocracia. Así nos va...



*) He optado por no citar a la institución en cuestión. Díganme cobarde. Esta vez apuesto por la prudencia. Puedo alegar en mi defensa que (casi) cualquier organismo podría ser protagonista de esta actitud negligente. Pero no. Prefiero “pixelar” la cara de los inútiles. Ya saben, en este país, además de incompetentes, nos caracterizamos por carecer de capacidad crítica. Eso sí, nos sobra rencor. Y, a estas alturas de partido, no me apetece perjudicar ni a mi medio ni a mí. Me basta con este desahogo. Gracias por la comprensión.

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