16 de noviembre de 2011

Las ramas, el bosque y el suelo salarial

Acabo de dejar a Michael Corleone como el hombre más poderoso de la Cosa Nostra en Nueva York. Una licencia que me he permitido esta noche, después de tropecientos días con el ordenador como único compañero de viaje. Finiquitado el proyecto final del Máster en Gestión de la Comunicación Política y Electoral (suena tan bien el postgrado como poca utilidad tendrá...), he querido recordar ese viaje que, en apenas unos meses, me llevará por la costa este de Estados Unidos. Oigo Manhattan, Brooklyn, New Jersey... y separo rápidamente cuerpo y mente.


Quería dejarme caer por aquí, pese a las horas, para hacerle un hueco a ese movimiento ciudadano que ha promovido la fuga de publicidad de La Noria. No cabe otra que celebrar la campaña espontánea que se generó a partir de la entrevista (remunerada) a la madre de 'El Cuco', uno de los condenado en relación a la desaparición de Marta del Castillo. Debates morales a un lado, las marcas han decidido en un constante goteo dar un paso a un lado y desligarse del programa presentado por Jordi González. A primera vista, loable decisión.


La actitud de las empresas, una treintena, sería de alabar, apunto, si no estuviera envuelta en una más que sospechosa campaña de imagen. La primera marca puede, y tampoco, que fundamentase su decisión en razones morales... ¿El resto? Ahí sí que no se antoja defensa alguna. Vieron un filón perfecto desde una perspectiva de marketing comunicacional: no pago publicidad al uso y en consecuencia mejoro mi imagen. Sin duda, pulsaron la tecla correta. ¿Cuánto dinero se debe invertir para conseguir el incremento de popularidad de una marca (o de cualquier valor intangible)? Demasiado. A Puleva, Campofrío, Bayer, Nestlé, Panrico, L'Oreal, Vodafone... les ha salido gratis. Brillante estrategia.


Decía que me quería dejar caer por aquí para apartar la ramas y poder ver parte del bosque. Pero, por el camino, me he enganchado a otra noticia. Me encuentro por la Red con el anuncio de un principio de acuerdo entre El País y el comité de empresa para aprobar el nuevo convenio colectivo del diario. "Qué envidia", pienso de entrada. Luego procedo a zambullirme en la letra pequeña.



La dirección de El País ha llegado a un principio de acuerdo con el comité de empresa para aprobar el nuevo convenio colectivo del diario. El suelo salarial de las categorías más bajas se ha elevado hasta los 33.000 euros (en vez de los 22.000 propuestos por la empresa) a cambio de que los trabajadores renuncien a la subida del IPC durante 3 años. De ratificarse el acuerdo en asamblea, se anularía la huelga planteada para los días 17 y 18 de noviembre. (Leído en PRNoticias y confirmado por varios redactores del periódico vía Twitter)


Sin conocer las comas del convenio, fortalece comprobar que algunos comités (con el apoyo necesario de los trabajadores) aún miran por los más desfavorecidos (?). Es elogiable, y mucho, que una plantilla (al margen de sus retribuciones, que trabajadas estarán) renuncie a la subida del IPC durante tres años con tal de que las categorías más bajas aumenten su remuneración. No valen comparaciones, por suerte para muchos... y desgracia, huelga decirlo, de una minoría. En esta vida, cuando somos capaces de aparcar un instante los números, las actitudes nos delatan.

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