7 de diciembre de 2011

Érase una vez...

¡Qué alegría! Nuestra familia de acogida nos ha dicho esta tarde que ya tenemos nuevos papás. Todavía no saben cuánto tiempo deberá pasar para estar unidos, pero sí que será algo relativamente rápido. ¡Qué ganas! La verdad es que estamos ilusionados con nuestro futuro hogar. Dicen que va a ser un lugar acogedor, donde se respirará aire limpio y un buen ambiente. Todo lo contrario a lo que hemos tenido que soportar por aquí en los últimos meses. ¡Qué les voy a decir…! He creído escuchar, además, que vamos a ser una familia admirada por muchos. Imagino que el poder adquisitivo de nuestros papás y nuestro enorme corazón darán forma a un núcleo sólido. Ojalá sea así. O eso quiero pensar. Mientras nos contaban la noticia, han sido unos minutos muy emocionantes… Luego, poco después, perdimos la sonrisa al quedarnos solos en casa. Hemos aprovechado, como traviesos que todavía somos, para conocer un poco más de nuestro futuro hogar. Y no sólo si tienen dinero y mucha gente en el servicio, sino saber por qué han sido los candidatos que han logrado nuestra adopción. Y la curiosidad… Ya saben… Un gatito menos en el mundo.

Nos hemos enterado de que ha sido la única familia que apostó por nosotros. Y claro… Así cualquiera. Se ve que ahí afuera nos ven peor de lo que somos. Juramos ser buenos chicos, pero tal vez siempre rodeados de malas influencias. Los amigos, el barrio… Nuestro padre de acogida tampoco ayudó mucho al pasar el informe de turno, pero bueno… Y parece que apenas han pagado un euro por nosotros. Así, literal. No sé casi de números, pero imagino que sólo el papeleo en la administración para cambiar nuestra residencia legal debe superar esa mísera cantidad. En fin. ¡Qué le vamos a hacer! Nos da mucha pena dejar nuestra casa, el que ha sido nuestro hogar desde que nacimos. Por aquí han pasado muchos familiares, pero al final nos hemos tenido que ir con unos desconocidos. Los únicos, todo sea dicho, que han creído ver algo positivo en nosotros. Desde pequeñitos nos dijeron en casa que debíamos ser agradecidos… Pero, a estas alturas, algo de rencor tenemos. Nuestros padres hace mucho que nos dieron de lado, siempre les notamos muy ocupados por sacar rédito de nuestra habilidad y poco más. Muchos otros quisieron ejercer de tutores, pero pocos supieron hacerlo. Siempre fuimos conscientes de que sólo nos querían para lograr beneficios propios… Y así nos ha ido a (casi) todos. He leído por ahí que algunos de ellos pueden tener problemas con la Justicia. Sí que nos debieron cuidar mal, sí…

Ahora nos toca despedirnos de amigos y conocidos. Nos vamos lejos, pero parece que todavía nos permitirán mantener alguna vinculación con esta tierra. Veremos. Nos han dicho que seguiremos siendo nosotros (con nuestra ropa y estos pelos), que sólo quieren cambiarnos los malos hábitos. Ya veremos… Tantas promesas en tantos años… Hace tiempo que dejamos de creer, la verdad. Aunque, por educación, siempre recuperamos la sonrisa. A medias, a veces, pero intentamos que sincera.

Y, sí. El rumor ya es un hecho. Lo podemos contar como el final de una pesadilla o el inicio de un tierno cuento infantil. Podemos elegir el camino, ya otros determinaron el destino. El Banco de España ha anunciado esta tarde la adquisición por parte del Banco Sabadell de Caja Mediterráneo. Más allá de los números, los activos, las oficinas, los empleados y demás, la realidad es que Alicante se despide de su instrumento financiero. La quiebra de la CAM ha supuesto el penúltimo golpe a una provincia sin carácter, capaz de tragar con todo y no alzar la voz ante nadie. En los próximos días seguiremos leyendo sesudos análisis que intenten explicarnos este triste final. Todo lo escrito líneas atrás, pues, no deja de ser un relato para reflejar la situación desde los ojos de un niño. Una visión inocente, como la experimentada por miles de los ciudadanos que siguen 'ojipláticos' las evoluciones de la defunción. Un intento de no caer en el ataque visceral contra aquellos personajes (muchos, demasiados) que han contribuido en la amputación de otro brazo a una provincia cada vez más hundida. Un intento de no caer en el ataque personal, siempre sustentado en hechos, contra políticos, empresarios y palmeros. Tantos son los culpables que se podría firmar un serial con final trágico y toques de ciencia ficción. Tantos son los culpables que no hay ni habrá tribunales (morales y de los otros) suficientes para juzgarles. La provincia, acostumbrada a una historia plagada de heridas sin cicatrizar, sigue impertérrita. Los cortes se siguen produciendo. Continúa brotando sangre. Y cada vez quedan menos reservas. Lógico. Pero aquí, en Alicante, nadie abre la boca. No vaya a quedarse sin foto. Lo esperado.

1 comentario:

Raúl G. Sirvent dijo...

Muy buena idea y original cómo has empezado el post, como un cuento infantil con la información de fondo. ;-)