31 de diciembre de 2011

Valores que nunca fallan... ¡Feliz año!

El año ya se nos escapa entre los dedos. Sin remedio. Tampoco haremos muchos malabares para retenerlo. No vale la pena. Pese a ser impar, no se lo merece. Mejor será dejarlo ir, en paz y gloria, y trabajar, que no dejarlo en un vago deseo, para que 2012 mejore las perspectivas de futuro.
Recuerdo, como si lo hubiera visto hace un instante, la entrada que firmé casi un día como hoy un año atrás. Y admito que no me ha gustado lo que he leído. Con el poso del tiempo, no me reconozco. Mucho flujo negativo en las palabras. Demasiado. Así que hoy no será así. Lo prometo.
En realidad nunca me gustaron los balances. Tampoco las listas y menos los propósitos. Pueden ser sinceros, pero nunca objetivos. Tendemos a la subjetividad, tan humana, cuando nos ponemos a la tarea de seleccionar momentos bueno, malos e inolvidables. ¡Y qué decir al marcarnos objetivos!
Una servidora peca de realismo y exigencia. Admito que suelo imprimir demasiada verdad a la vida: no suelo confiar en las promesas, no me valen los juramentos y sólo creo en los hechos que ven mis ojos… y no siempre. Por otro lado, cada día que acumulo me convierto en una persona más autoexigente. Ambas cuestiones tienen su carga positiva, no nos engañemos, pero también te invitan a arrastran cierta frustración durante todo el camino. Más, tal vez, de la necesaria. Más de la real.
Pero este 2012 va a ser distinto. No son desafíos para el nuevo año. Es una sensación. Creo que este curso olímpico que empieza en apenas unas horas va a suponer un cambio en mi vida. Y espero que sea algo compartido. Lo presiento. Me veo recorriendo medio mundo, con parada obligada en Nueva York y deseada en el Lejano Oriente. Me veo cerrando el currículo con un segundo y definitivo máster. Me veo con nuevos horizontes profesionales. Y me veo, sobre todo, con nuevas ilusiones.
Nadie, ni la crisis ni sus gestores, merecen borrarnos la sonrisa. Así que démonos el placer de hacer lo que la gente nos dice que no podemos hacer; tengamos un sueño incumplido porque eso significará una meta por alcanzar; expongámonos a arrepentirnos de hechos, mejor eso que arrepentirse de no haber hecho nada; recordemos que mientras alguien nos descuida, siempre hay otra persona que hace lo imposible por tenernos en su vida; persistamos hasta alcanzar el éxito; sepamos que no siempre conseguiremos lo que queremos, pero estemos seguro de que vamos a conseguir lo que nos merecemos; no lloremos por lo perdido, luchemos por lo que aún nos queda en el camino; admitamos que quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación, y no dejemos nunca nuestra felicidad en manos de aquello que no dependa de nosotros.

Seamos auténticos, fieles, honestos, valientes y leales. Desde este refugio, tan personal como compartido, deseo que tengáis un desarrollo óptimo de vuestro proyecto personal y profesional para 2012. Os dejo, que se me enfrían las gambitas... Lo dicho: ¡Feliz año! Lo merecéis, seguro.

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