No me negarán que hay cuestiones que atentan contra la capacidad crítica de cualquier ser humano. Navegando por la red, me he dado de bruces con una encuesta en un diario digital que pregunta acerca de la inocencia o culpabilidad de Camps. Pero no lo hace a través de la formulación básica (¿Cree usted que el expresidente…?). No. Todavía se puede ir más allá. El periódico pretende que el internauta dé otro paso y le invita a ponerse en la piel de uno de los nueve miembros del jurado. Una invitación envenenada, ya que transmite la idea de que el lector, que puede pasar por ese digital antes de recalar en cualquier página de mala muerte, maneja la misma información que aquellos ciudadanos elegidos para participar activamente en la Administración de Justicia. Habrá casos y casos, con sus excepciones, pero proponerle a un internauta que tome asiento en el banco del jurado y determine la culpabilidad de un acusado... resulta, cuanto menos, ofensivo. Visto lo visto, lo siguiente será un juicio interactivo. Ya lo veo: desde el sofá de casa, durante el bloque publicitario de la serie de éxito, condenar (o absolver) a un acusado con un solo clic de ratón… ¡Ché, a qué velocidad progresamos!
Hoy, como estaba previsto, se ha producido la deseada imagen. Francisco Camps, en el banquillo de los acusados. Y no vale con esa instantánea. Cuan más expresivo sea el gesto del expresident, mejor. Más vende. La letra pequeña, las cuestiones procesales... son otro cantar. Esas líneas, mejor, se quedan en el fondo de la copa. Demasiado farragosas para el público objetivo. Los ciudadanos, algo indiferentes a los cargos de corrupción, no pasan del anecdotario. Sólo hay que echar un vistazo a los vídeos que ofrecen los digitales. Vemos el conato de enfrentamiento entre Camps y Sabadell (no el banco, sino la fiscal), las “cosas bonitas” que le dedica Camps a El Bigotes, sus caras durante la escucha de las conversaciones intervenidas y el paso de niña a mujer de su hija. También descubrimos que Camps tiene un chaqué de Emidio Tucci, que es "austero", "racanillo" y "entrañable", la mala cobertura en la A7 y el supuesto interés de sus conciudadanos en que vaya bien vestido. Y, cómo no, ponemos voz a hits como “amiguito del alma”, “te quiero un huevo” o “para muchos años no, hijoputa, para toda la vida". Esos chascarrillos tan nuestros...
La declaración de Camps en el TSJCV ha suscitado un destacado interés mediático. De hecho, la noticia ha figurado en los titulares (en segundo lugar, por norma) de todos los informativos de las cadenas nacionales; las radios, por su parte, también han simultaneado el juicio con las novedades surgidas en el Congreso, y los digitales, a estas horas, abren ediciones con declaraciones del expresidente. No obstante, el proceso judicial no ha atraído la atención de los internautas (y, por extensión, de los ciudadanos). O no el suficiente para aupar las novedades al 'top ten' de las noticias más leídas. Tampoco ha conseguido colarse como Trending Topic de Twitter, otro termómetro del interés de los lectores. Parece, de nuevo, que la corrupción interesa más a los periodistas y a la oposición (de turno) que a los ciudadanos, más preocupados por cuestiones domésticas. Ya se comprobó en las dos últimas consultas electorales. Y ahora se percibe en el primer día de juicio efectivo. Somos lo que se ve. Sin más.
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