12 de diciembre de 2011

Toma dos tazas



Todos contentos. Ya hemos perdido otro día más. Y ya van… En tiempos de crisis, cuando las propuestas demagógicas toman la delantera, me invade una curiosidad en relación al procedimiento judicial contra Francisco Camps (y Ricardo Costa) que ha arrancado hoy en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. ¿Cuánto dinero habrá costado esta primera jornada en la que ‘sólo’ se ha podido avanzar con la constitución del jurado popular? ¿Pregunta oportunista? No lo niego. Pero sigo sin concebir, perdón por mi escaso espíritu democrático en esta esfera, la participación activa de los ciudadanos en la Administración de Justicia. Sí, sé que la Constitución recoge esta figura procesal. Y también sé de su, dicen, carácter plural y contrario al absolutismo (?)… Todo eso suena muy bien. Y su defensa queda muy progresista. Lo siento, mil perdones. Pero no alcanzo a comprender que personas de la calle, sin ninguna preparación, puedan determinar la culpabilidad o inocencia de un acusado. Tanto me da que sea un político presuntamente corrupto o un hombre supuestamente homicida. Yo, lo admito, no me siento cualificada para ello. Ni cualificada ni capacitada para asumir la responsabilidad de tomar una decisión personal que pueda lastrar la vida de un tercero. Que esa carga moral la asuman aquellos que durante años hincaron codos con tal de disponer de las herramientas necesarias para minimizar el siempre existente margen de error. Lo pueden disfrazar como precien, pero contemplo la escena y me resulta imposible quitarme un concepto de la mente: intrusismo.

Hoy, 12 de diciembre, estaba señalado en el calendario como la fecha de la declaración de Francisco Camps. Pero no ha sido así. El momento, esperado por muchos, deberá esperar a mañana (martes y trece o 13 del 12 del 11, como más les guste). Hoy, sin embargo, los actores judiciales han invertido la jornada en elegir a los nueve miembros del jurado y a los dos suplentes. Al final, seis hombres y tres mujeres (y tablas en los reservas). Como se entere Pajín, ya verán…

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